La Policía mantiene un férreo control en la región una vez vencido el ultimátum de China para que se entregaran los instigadores de las protestas. /REUTERS
RECONOCE 13 MUERTOS

China niega que sus tropas abrieran fuego contra los manifestantes del Tíbet

El Parlamento tibetano en el exilio vuelve a reclamar la atención de la comunidad internacional por los "cientos" de muertos en la represión

PEKÍN Actualizado: Guardar
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La guerra de cifras se mantiene entre las autoridades chinas y el Gobierno tibetano en el exilio. Mientras que las primeras admiten trece muertos en los enfrentamientos desencadenados desde el pasado viernes en el Tíbet, especialmente en la capital, Lhasa, el segundo eleva la cifra a "cientos de tibetanos". También hay versiones distintas sobre la fuerza empleada por los andisturbios. En contra de lo que sostienen los manifestantes, el Gobierno de Pekín ha asegurado que no utilizó armas para reprimir las revueltas. Con el ultimátum chino para que cesen las protestas a punto de concluir, las calles siguen tomadas por la Policía.

El gobernandor de la región, Qiangba Puncog ha aclarado, "con toda responsabilidad", que las Fuerzas de Seguridad no recurrieron a armas letales contra los manifestantes de Lhasa, la capital tibetana, aunque sí ha admitido que los agentes antidisturbios utilizaron gas lacrimógeno y agua a presión para disuadir a la multitud, que causó muchos destrozos materiales.

Puncog también ha elevado de diez a trece el número de "civiles inocentes" que han muerto y ha reconocido que decenas de miembros del Cuerpo de Seguridad han resultado heridos. Frente a esas cifras, los representantes de los exiliados de Tíbet en Dharamsala, India, aseguran que el número de fallecidos en la capital es de "varios centenares".

En un comunicado, el Parlamento tibetano en el exilio sostiene que "el hecho de que las grandes manifestaciones que comenzaron el 10 de marzo en la capital Lhasa y otras regiones de Tíbet hayan provocado la muerte de cientos de tibetanos por el uso de la fuerza debe suscitar la atención de Naciones Unidas y de la comunidad internacional". El último balance aproximado de víctimas lo ofrecieron ayer colaboradores del Dalai Lama, que hablaron de 80 muertos.

La Policía mantiene tomadas las calles

El gobernador ha explicado que los disturbios fueron premeditados, planeados y organizados por "fuerzas externas y domésticas de la camarilla del Dalai Lama" y los ha calificado de "daño serio". El Dalai Lama huyó del Tíbet en 1959, tras el intento fallido de alzarse contra el Gobierno chino. Por este motivo, Pekín le considera un separatista, aunque él afirma que sólo quiere más autonomía para la región montañosa.

Por tercer día consecutivo, un gran despliegue policial controla hoy Lhasa tras vencer la hora límite de la medianoche de ayer para que los rebeldes se entregaran a las autoridades. Bajo un férreo control policial, la calma está volviendo poco a poco a la zona aunque sigue sin permitirse el paso a periodistas extranjeros y a turistas.

Pese a ese ultimátum, ayer se produjeron más protestas en las provincias de Sichuan y Gansu, lo que reduce las posibilidades de que se estabilice la situación, amenazando incluso la celebración de los Juegos Olímpicos del próximo verano.

Llamamiento internacional

Los Gobiernos occidentales han pedido a China que se modere y hoy hay convocadas varias protestas en favor de los tibetanos en toda Europa, coincidiendo con el 49 aniversario del intento de levantamiento del Dalai Lama.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha transmitido al Gobierno de China su preocupación por lo ocurrido, a través de su embajador ante la ONU, Gaungya Wang, con el que se ha reunido en la sede central de Naciones Unidas. Ban ha pedido a las autoridades chinas que se contengan en su respuesta a las protestas en el Tíbet.

El líder espiritual de los tibetanos ha hecho un llamamiento para que se investigue el "genocidio cultural" que ha acontecido en China en los últimos años, desde que los soldados del Ejército comunista entraran en Tíbet en 1950. Pese a la represión de los últimos días, ha insistido en que no se deben boicotar las Olimpiadas.