Unos manifestantes queman una bandera china durante los altercados el la capital tibetana. /REUTERS
los monjes budistas toman la calle

La represión policial deja dos muertos en el Tíbet durante las peores protestas contra China de los últimos años

Establecimientos y automóviles han sido incendiados y varias personas han resultado heridas tras las manifestaciones que se iniciaron el lunes

PEKÍN Actualizado: Guardar
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Las protestas pacíficas encabezadas por los monjes budistas contra China en la capital tibetana de Lhasa se han transformado en represión a sangre y fuego que ha dejado al menos dos muertos y varios heridos a manos de la Policía china, según la emisora Radio Free Asia (RFA), que cita a varios testigos que vieron dos cadáveres en la zona céntrica de Barkor. Otras informaciones aún no confirmadas hablan de una cifra más alta de muertos.

La situación de caos ha comenzado a las 14:00 hora local de la tarde y en estos momentos las calles de Lhasa están bloqueadas, mientras los trabajadores permanecen en el interior de sus oficinas. Un gran contingente de la Policía armada ha sido desplegado en la capital tibetana.

La capital de Tíbet ha sido colonizada en las últimas décadas por población de nacionalidad 'han', es decir, china, que son quienes suelen tener la propiedad de comercios, además de ocupar los órganos de decisión de la ciudad. Fuentes tibetanas han asegurado que los manifestantes están quemando y destrozando tiendas de propiedad china y negocios ligados a los 'han' a medida que avanzan por la ciudad, ataviados con las tradicionales bufandas blancas en sus manos y gritando "Libertad para el Tíbet".

El Gobierno chino ha extremado la censura que aplica a los medios extranjeros, que afecta especialmente a las televisiones, y ha prohibido transmitir imágenes sobre la situación en Tibet. Mientras, la Embajada estadounidense ha enviado un correo electrónico a sus ciudadanos en Lhasa en el que les pide que abandonen inmediatamente la ciudad.

Monasterios bloqueados

Las protestas comenzaron el pasado 10 de marzo cuando cientos de monjes se lanzaron a las calles para recordar pacíficamente el aniversario de la aplastada rebelión de 1959 contra el mandato chino, que acabó con la huida al exilio de unos 100.000 tibetanos, entre ellos el Dalai Lama.

Para evitar que continúen las protestas de los monjes, iniciadas el lunes, y a las que se sumaron al menos medio millar de religiosos, la Policía ha bloqueado los monasterios de Drepung, Sera y Ganden, situados a las afueras de Lhasa, y mantiene a centenares de monjes encerrados en su interior, señala International Campaign for Tíbet .

Según ha informado Radio Free Asia, dos monjes de Drepung se encuentran en estado grave después de intentar suicidarse en señal de protesta por la actuación policial. Los monjes, que intentaron cortarse las venas y también se hicieron cortes en el pecho, están siendo tratados en la clínica del monasterio porque se han negado a ser trasladados al hospital. "Hay muchos otros monjes que se han herido a sí mismos por desesperación, y las protestas estaban continuando dentro del monasterio", señala una fuente no identificada.

Las protestas se extienden en China

Las protestas, además, se están extendiendo a otras regiones del llamado 'Gran Tíbet', es decir, a territorios también tibetanos que China dividió, tras invadir la región entre 1949 y 1951, entre varias provincias y regiones chinas. Es el caso, por ejemplo, del monasterio de Ditsa, en la localidad de Bayan (Hualong en chino), en la actual provincia de Qinghai. Según International Campaign for Tibet , los monjes de Ditsa aprovecharon la visita de un equipo chino llegado para realizar "educación patriótica" entre los religiosos para manifestar su oposición.

Aparentemente no se ha producido ningún episodio violento, quizá porque el número de monjes superaba al de los "educadores", aunque el lugar se encuentra ahora rodeado por fuerzas de seguridad. Las "investigaciones" chinas sobre lo ocurrido ya se han iniciado, y conducirán, previsiblemente, a la puesta en marcha de represalias.

La Policía ha reforzado la vigilancia de los tibetanos en todo el país, a los que sigue, y controla las llamadas y correos electrónicos desde hace meses. En Pekín, numerosos estudiantes tibetanos ya han sido advertidos por la Policía de que, la próxima vez que viajen a sus hogares, serán acompañados por agentes.