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Cádiz sufre el peor bache en su economía desde la crisis de 1992

El frenazo en la construcción se nota en el paro, la vivienda y el consumo Los expertos creen que no hay que temer pero «se debe reaccionar rápido»

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Fiebre, estornudos y congestión nasal. Cualquier persona con estos tres síntomas se encuentra enferma. De eso no hay duda. ¿Pero cómo de mal está el paciente? El médico o la madre en cuestión tiene tres posibilidades: enfriamiento, resfriado o gripe. Y para determinarlo hay que fijarse en la temperatura de la fiebre, la frecuencia y violencia de los estornudos y el volumen de bloqueo del sistema respiratorio.

La economía gaditana ha sufrido un inesperado calentamiento en el mercado laboral, un espasmo en el sector inmobiliario y un atasco en la venta de coches en los últimos meses. La palabra gripe (como sinónimo de crisis) surge enseguida, pero, como sucede en medicina, hay que ir paso a paso. De lo que no cabe duda es que la economía gaditana sufre el estado de salud más delicado desde aquella crisis en toda regla que vino tras los excesos de 1992. Sólo en 2002 todos los síntomas se repitieron, pero no con tanta virulencia como ahora y, si sirve de consuelo para este 2008, se despejaron a principios de 2003.

Un análisis variable

El número de parados en la provincia es el más alto desde 1996; la inflación está en su récord desde 1995, el ritmo de construcción de viviendas supone el peor de lo que llevamos de siglo; la venta de coches se anota el retroceso más grave desde la época de Felipe González... El saco de las malas noticias está a punto de reventar... O no. Porque la economía gaditana no es la misma que aquella que sufrió la resaca de la Expo 92 y la construcción del primer AVE, con lo que eso significó de empujón a los servicios y a la construcción.

Entonces, con los traumas a cuestas de la reindustrialización de los ochenta y las continuas regulaciones de empleo de las grandes empresas que resistían, la tasa de paro superó durante los peores años del periodo (1993, 1994 y 1995) el 40% del total de la población activa y el número de personas apuntadas al INEM superó las 180.000 en la provincia, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE.

Parados y parados

Más de una década después, el número de parados según la misma estadística (aunque con una revisión en el cálculo en 2005 que rebajó bastante las cifras de parados) del último trimestre de 2007 es de 94.000 personas (118.000 si se toman los datos del Sistema Andaluz de Empleo, sustituto del INEM). Eso supone una tasa de paro del 17,61% de la población en condiciones de trabajar, muy lejos de ese 43% de 1994... pero también la más alta de España.

Tampoco había en los noventa el empleo que hay en estos momentos, con lo que eso supone de ingresos de las familias. Es la tesis más defendida del actual Gobierno socialista respecto a las preocupantes cifras del desempleo: hay que mirar también los puestos de trabajo. Que es como decir que se mire el número de ocupados que refleja la EPA. Para Cádiz, la diferencia es notable. Corría el primer trimestre de 1993 y el número de ocupados en la provincia tocaba suelo, con 233.000 personas con un empleo. Durante aquellos años difícilmente se superaba la cifra de las 250.000 personas ocupadas. Cuando terminó 2007, el número de gaditanos con una dedicación era de 440.000, casi el doble de aquel mínimo histórico. La duplicación del dato no la explica en absoluto la población (tampoco se ha crecido tanto), sino la incorporación de muchos jóvenes, la de mujeres de mediana edad y de mayores sin trabajo anterior. Aun así, la verdadera explicación es que «la economía actual poco tiene que ver con la de aquella crisis», señala el catedrático de Organización de Empresas, José Ruiz Navarro. Entre una provincia y otra, por ejemplo, ha habido un largo proceso de expansión económica (a expensas de la construcción, eso sí) y una consolidación incipiente de un tejido empresarial más diversificado. «El problema es que seguimos dependiendo demasiado de la construcción», opina Javier Fernández, del Colegio de Economistas, que se muestra más pesimista sobre el futuro, «porque Cádiz tiene menos capacidad de agarrarse a una buena industria como sí tienen otras zonas». La fiebre, por lo tanto, es real; no ataca a un cuerpo tan delicado como el que despertó tras 1992, pero la temperatura es alta.

Cádiz, en efecto, se ha cimentado demasiado en el ladrillo, y los indicadores a este respecto así lo dejan claro. Los estornudos no paran: la construcción de nuevas viviendas se ha frenado (casi un 30% menos que en 2006 y 2005, en datos de visados de arquitectos), los precios de venta han empezado a bajar (según facilísimo.com) y la firma de hipotecas se ha desplomado de repente y en los 11 primeros meses de 2007 ya se firmaron un 8% menos que en el mismo intervalo del año precedente, tal y como recogió el INE.

En tercer lugar está la congestión nasal, que podría ser el consumo y, más concretamente, la compra de vehículos. La patronal de concesionarios señala que en enero las matriculaciones de turismos para particulares se contrajo un 20% respecto al mismo mes de 2007. En este caso ha pesado la prudencia de no gastar más (la presión sobre las hipotecas y la inflación no dan mucho margen) que aprovecharse de los descuentos y del nuevo impuesto que reduce la fiscalidad a los coches menos contaminantes.

Hay enfermo, pues. Los constructores no elevan el caso a los niveles de crisis. Aceptan cierta ralentización (¿un resfriado?) que está socavando los pilares de la construcción en la provincia y que no creen que se vaya antes de año y medio o dos años. Los agentes de la propiedad, en cambio, son más optimistas, dado que no esperan más de un año de enfermedad.

Por último, un informe de AFI y AGETT a nivel nacional centra la discusión: ciertos indicadores padecen un deterioro que no se veía desde 1994, por mucho que el frenazo económico no sea tan fuerte. Y el diagnóstico, en este supuesto compartido por todos los implicados, es el mismo, ya sea una gripe, un resfriado o un enfriamiento: hay que actuar de forma inmediata.

amedina@lavozdigital.es