MONTAJE. Los técnicos instalaban ayer por la tarde los 11 lienzos con fotografías proyectadas y 'bordadas' que componen la exposición. / ANTONIO VÁZQUEZ
Cultura

Los hermanos Caprile se rinden al exceso

El conocido fotógrafo y el diseñador favorito de Letizia Ortiz traen a Cádiz la muestra que colapsó el centro de Madrid

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando Fotos Bordadas se presentó en la galería Sen de Madrid, la céntrica calle Barquillo permaneció colapsada durante más de dos horas y media. Los curiosos preguntaban por el estreno de cine, la gala televisiva o el debut musical que había congregado allí a tan notable multitud. Y la respuesta los dejaba atónitos: «Es una exposición de arte».

La muestra, que puede visitarse desde hoy mismo en el Castillo de Santa Catalina, cuenta con un largo listado de reclamos para adquirir la categoría de evento masivo. En primer lugar, el sonoro apellido de sus coautores: los hermanos Caprile. Pasquale, prestigioso fotógrafo que atesora toda clase de premios y reconocimientos en sus más de 30 años de carrera, es el padre de las imágenes que sustentan la idea. Lorenzo, diseñador de cabecera de Letizia Ortiz y de otros muchos rostros conocidos de la farándula, presta su genio a los trajes fotografiados y borda, después, con su aguda imaginación, cada lienzo.

La propuesta, desde su planteamiento inicial, se encara con cualquier amago de aburrimiento. Los Caprile cuentan, a través de 11 tapices enormes (1,90 x 2,30 cm) y un tríptico final «la verdadera y triste historia de la Simpar Lucecita Rodríguez», una fotonovela gamberra que juega con la idea del exceso y lo kitsch, y que construye una narración barroca, teatral, en la que hombres, mujeres y travestis provocan al espectador con su muestrario de muecas y aspavientos.

Las gigantescas fotografías se han impreso sobre el formato textil con una novedosa técnica que permite alzar en tres dimensiones algunos detalles, perfilar y dar volumen a otros y jugar con las texturas y las sombras. El concepto está claro: reinventar con humor y una pizca de nostálgica ironía esa tradición tan española de las series de tapices con las que se decoraban los palacios patrios hasta casi, casi, bien entrado los 80. Y el resultado también: un retablo de estampas recargadas donde un variopinto coro de personajes tocados de época se dejan cazar por la cámara en medio de divertidos lances.

Después, a cada fotografía proyectada sobre un fondo de algodón se la sometió a un complejo tratamiento a base de adornos, lentejuelas y falsa pedrería, con lo que la mezcla final resulta todavía más estridente y bizarra.

«De nuestra primera unión artística, no iba a salir nada sencillo», bromeaba ayer Pasquale Caprile -su hermano llegará a Cádiz hoy mismo-, mientras daba los últimos retoques a la exposición en Santa Catalina. «Pretendíamos hacer algo divertido, que fuera más allá de lo ya visto, y que se burlara, en cierta forma, de la iconografía tradicional española desde una perspectiva de opereta», explicaba.

A tenor del éxito de Fotos Bordadas, el objetivo prioritario de los hermanos Caprile se ha superado de lleno. «Todo el proceso de producción, el making off, por llamarlo de alguna manera, fue una verdadera locura: llenamos el cine Bogart durante tres días con hombres, mujeres y travestis, y fuimos improvisando con la escenografía y las poses hasta que conseguíamos algo distinto», recordaba ayer Pasquale. Esa «fiesta», con tanta «creatividad y tanta loca suelta», se trasladó definitivamente a cada pieza. Basta con pasar a partir de hoy por Santa Catalina para comprobarlo. dperez@lavozdigital.es