RESURGE. Robinho, felicitado por Van Nistelrooy. / AP
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Robinho e Iker rescatan al Madrid

Resolvieron otro mal partido de los blancos, que sufrieron ante Olympiacos

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Robinho, el díscolo brasileño expedientado por llegar tarde tras irse de juerga, se reconcilió con sus detractores al hablar sobre el campo y firmar la remontada ante el Olympiakos con sus genialidades. Marcó dos, forzó un penalti que erró Van Nistelrooy, y se echó al equipo encima cuando más lo necesitaba. Sin olvidar a Casillas, inmenso cuando en los minutos finales sacó de forma milagrosa una volea de Kovacevic que suponía el empate, fue el hombre de un partido extraño en el que los de Schuster, una vez más, no dieron la talla.

Raúl, que mantiene su pugna con Van Nistelrooy en la batalla por el Pichichi histórico de la Champions, abrió el partido a los dos minutos, tras aprovechar un rechace del portero a remate del holandés. El Madrid disfrutaba del arranque soñado y parecía dispuesto a conseguir una goleada que levantara el ánimo tras la derrota de Montjuic. Pero se distrajo una vez más en defensa y Galletti le empató cinco minutos después. Al tran-tran, con la ley del mínimo esfuerzo, el Madrid esperaba que los griegos cayeran como fruta madura. Llevó la iniciativa, tocó y tocó pero lo hizo con una lentitud desesperante, impensable en el fútbol moderno.

En la reanudación, los helenos se atrincheraron y el Madrid quiso ser paciente. Pero ocurrió que la defensa blanca se durmió en una acción de estrategia, permitió sorprender al central Julio César, otro ex, y se complicó el partido. Había llegado la hora de cambiar el estilo, de sacar la casta, de tocar a rebato, de la revolución, de la magia de Robinho. Guti al fin trenzó una jugada, abrió a Ramos y el centro de éste lo cabeceó, solito, Robinho, que lo festejó con Schuster y se creció. Forzó luego un penalti, lanzado a las nubes por Van Nistelrooy, y firmó el triunfo con un punterazo certero. Casillas, que ya había ganado un mano a mano con Djordkevic, evitó el empate de Darko antes de que Balboa rematara la faena.