Ana García es la encargada del reparto de alimentos.
Ana García es la encargada del reparto de alimentos.
SOLIDARIDAD

Padres del Carmen Sedofeito de Chiclana crean un banco de alimentos

La medida surgió por el incumplimiento de la Junta del Plan de Solidaridad y Seguridad Alimentaria y ahora que se ha retomado han decidido mantenerla

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La solidaridad surgió de la injusticia en Chiclana. De que no se cumpliera la palabra con decenas de niños a los que se les prometió tres comidas al día. Sin embargo, los impagos a las empresas encargadas de los comedores escolares crearon una situación de desigualdad. La que hacía que, a la hora del recreo o de la merienda, esos pequeños no tuvieran nada que llevarse a la boca. «No podíamos consentir esa situación, por eso desde la Ampa decidimos actuar». La que habla es Ana García, una de las madres del colegio público Carmen Sedofeito, uno de los centros afectados por el incumplimiento del Plan de Solidaridad y Seguridad Alimentaria (SYGA) que promueve la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales.

Y es que el impago a las empresas de comedores hizo que no se garantizara la comida a los niños de todos los centros públicos de Chiclana.

Sin embargo, en el Carmen Sedofeito no se conformaron y pusieron en marcha una red de solidaridad ejemplar. «Fueron los padres los que nos vinieron a proponer la idea de crear un banco de alimentos en el que los padres que tenían más recursos donaban comida para repartirlos entre las familias que no tenían para garantizar las tres comidas», explica el director del centro, Francisco Gómez. En total, fueron 16 pequeños del colegio los que se beneficiaron de poder retomar las tres comidas diarias. 

Eso fue en septiembre y desde entonces esta red solidaria no ha parado de crecer y consolidarse. «En un principio, solo dábamos a los niños productos que vinieran preparados y envasados para evitar manipular alimentos. Pero eso hacía que comieran justo lo que no deben comer: grasas saturadas y bollería», explica García. Por eso, Gómez se informó sobre la normativa de seguridad alimentaria y «los padres pudieron variar el contenido de lo que se le da en las bolsas», según reconoce el director. Fue entonces, cuando las raciones se llenaron de fruta fresca o de bocadillos preparados por Ana García, alma mater del proyecto y encargada hoy de que salga adelante. 

Pero otro cambio más tenía que venir. «A partir de enero se ha restablecido el plan de las tres comidas de la Junta, sin embargo centro y padres hemos decidido seguir adelante con el banco de alimentos porque muchos niños se los siguen llevando como alimentos a sus padres o hermanos», reconoce Gómez. Es así, como la red sigue su marcha en una solidaridad que no tiene límites. «hemos tenido que coordinar la donación de alimentos por clases y cursos porque los padres traían mucha comida», explica el director. García añade: «Aquí todos ayudan, hasta el que no tiene trae comida para repartir entre los que menos tienen aún».

En el reparto, padres y centro han buscado la fórmula menos dura para los niños. «A los niños pequeños se les dan todas las bolsas juntas de la semana y los mayores vienen ellos mismos a coger las bolsas a un punto del centro donde las dejamos», matiza García. Así evitan que «otros niños se metan con los que recurren a estas bolsas».

Un sistema de solidaridad en el que se viven momentos duros, como reconoce el director: «En ocasiones ves a niños que escoden en la espalda la bolsa de alimentos para que el resto de los compañeros no vean que la ha cogido». La vergüenza de pasar hambre que no entiende de edad, aunque sí de tejer redes solidarias por encima de instituciones públicas o ayudas.

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