Sociedad

Arranque de temporada en Las Ventas: Un mano a mano o un chasco

MADRID. Actualizado: Guardar
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El ambiente estaba propicio: después del paseo, sacaron a saludar al tercio a los dos protagonistas del duelo. Cuajados los tendidos de sol. El viento fue protagonista a su manera. Fandiño tomó de entrada una decisión heroica: irse a esperar a porta gayola al toro que rompió plaza y esperarlo junto a la segunda raya en pie y el capote a la espalda. El viento no dejaba sujetarse el engaño, pero no cabía rectificar. Movidos, atrevidos y valerosos cinco lances de salida que descompusieron al toro. Un toro de trotona salida pero que galopó después.

Fue el más pronto de toda la corrida. Tranco previsible, pero se soltaba, acusó el castigo de un puyazo trasero. David Mora hizo un quite de tres tafalleras abrochado con media bien enroscada. Fue el único instante de dejar sentir la corrida como mano a mano y duelo de rivales. Precipitado, Fandiño pecó por exceso de resolución en ese primer toro, que lo desarmó en el momento más inoportuno y que, por brioso pero frágil, parecía pedir calma. Incomodó mucho el viento y entre pruebas se fueron los quince viajes claros del toro. Una estocada trasera.

Cuatro toros cinqueños trajo la corrida. Los tres primeros y el último. El segundo de la tarde, del hierro de Vegahermosa, fue toro descarado pero el más bajo de agujas de los seis. Por corto y por claudicante fue protestado. Poder muy justo. Vistoso David Mora con el capote: verónicas en puente aparatoso, un airoso quite por las afueras. Pulso, luego, para sostener con alfileres una embestida corta y desganada. Tandas breves. Una excelente estocada en corto, que ya no se ven. Sin puntilla el toro.

Sensación entonces de pinchazo. El último y único mano a mano de Fandiño Mora en Madrid fue en octubre con una escabrosa corrida cinqueña de Gavira. Tremenda. El tercero de la serie se dolió y blandeó en varas, echó la cara arriba de flojera y no pegó más que testarazos. Escarbó. Aire de toro topón. Solo cupo abreviar. Media estocada de Fandiño en dos tiempos, dos descabellos. Podían haber regado a mitad de festejo. Se siguió en seco.

Largo y montado, bien coronado, el cuarto coceó un burladero antes de varas, se picó al relance pero lo justo y menos. Fino de cañas, hocico afilado, el toro clásico de Jandilla. Tenía que embestir. Lo hizo. Diez viajes buenos. De largo se lo trajo David Mora en una tanda con la diestra bien tirada, ligada y templada. En una segunda se le fue de manos el toro. Se paró el toro, el viento obligó a torear de rayas adentro, la mano izquierda del toro parecía la buena pero se quedó sin ver. Ni tirando a tenaza. Castigaron al ganadero con censores gritos cuando el toro se rindió en gesto afligido.

Los dos últimos jandillas, sin embargo, no tuvieron mal son. Metió la cara el quinto, de amplio balcón, solo que rebotándose por la mano izquierda. Y duró demasiado poco. Lo había dejado batido el segundo puyazo. El sexto, de inmensa traza, romaneó en una vara y sacó inesperada nobleza. Fandiño salió arrancado por el quinto, que debió ver claro, y sin catas se fajó en una bella tanda en redondo de mano baja. Momento caliente. Otra vez el viento, engaño pequeño y el toro se salía de él si no venía metido. De más a menos la faena, que fue, a diferencia de la primera, larga, pausada y hasta morosa. Un inadecuado final por manoletinas. Una notable estocada.