Joseph Ratzinger se asoma a la balconada sobre la plaza de San Pedro tras ser elegido papa, el 19 de abril de 2005. :: REUTERS
Sociedad

Se abre la quiniela de la sucesión

Bajo un clima enrarecido por los últimos escándalos, en el Vaticano se habla por primera vez de nombres para contrarrestar un candidato italiano a suceder a Ratzinger

ROMA. Actualizado: Guardar
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La prensa italiana ha levantado la liebre y ha empezado a hablar de 'papables', las eternas quinielas sobre quién puede ser el futuro pontífice. Hasta ahora era una cuestión tabú, o al menos prematura. No se planteaba abiertamente porque no se había creado un escenario propicio. Pero eso ha cambiado con la crisis del llamado 'Vatileaks', las filtraciones de documentos internos de la Santa Sede. Al margen del escándalo, ha dado una imagen de debilidad de Benedicto XVI y desgobierno de la Curia, cuyo principal responsable es el secretario de Estado, Tarcisio Bertone, blanco de muchas críticas. También ha revelado que arrancan las maniobras para un cónclave. E influye que Ratzinger, de salud delicada, cumple 85 años en abril, la edad con la que murió Juan Pablo II.

El nombre que se manejaba en los propios papeles filtrados y es un secreto a voces es el del italiano Angelo Scola, cardenal de Milán, de 70 años. También suena el del prefecto de la Congregación para el Clero, Mauro Piacenza, de 67 años. Pero ahora han surgido como posibles candidatos otros dos hombres de la Curia, el argentino Leonardo Sandri, 68 años, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, y el canadiense Marc Ouellet, de 67, nuevo prefecto de la Congregación de los Obispos. En resumen, se está creando ya una atmósfera de fase final del pontificado. Conlleva las quinielas, pero puede durar años y desgastar decenas de nombres.

Ha sido el consistorio de este fin de semana, la ceremonia de creación de nuevos cardenales, el que ha permitido aflorar por primera vez listas de 'papables'. Los purpurados de todo el mundo, preocupados por los acontecimientos, han podido encontrarse en Roma y cambiar impresiones. También ha influido la última hornada de 22 nuevos cardenales designados por Ratzinger, muy controvertida, y el cuadro general que ha dibujado de un hipotético cónclave de aquí a dos o tres años: ha dado un peso dominante a los italianos y al clero de la Curia. Precisamente son los dos sectores involucrados en el escándalo, que fuera de Italia se percibe como una degeneración de vicios crónicos por la 'italianización' de los despachos apostólicos y una resistencia a las operaciones de limpieza del papa.

Han crecido, por tanto, los indicios de que se fragua un papa italiano, tras dos extranjeros, y de ahí habría surgido la reacción de una parte del colegio cardenalicio de abrir la búsqueda de un candidato alternativo, que ha apuntado a Sandri, argentino pero de origen italiano, y Ouellet, de reconocido prestigio. Este fin de semana también se ha destacado el arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, protagonista de la asamblea de cardenales del viernes con un discurso temperamental que llamaba a predicar «con la sonrisa, y no con el ceño fruncido».

Es más, se atribuye al malestar interno la ausencia de un número insólitamente alto de cardenales en los actos del fin de semana. Había 133 de un total de 213, incluidos los 22 nuevos. No asistieron 80, por lo tanto. Una nota de la Santa Sede explicó que «han excusado su presencia por razones de edad, o de salud, o de compromisos precedentes inaplazables», pero son muchos los que leen una señal de disenso. Otros se fueron el mismo sábado y no participaron en la misa con el papa.

Según coinciden en señalar varios medios, muchas de las 27 intervenciones en la asamblea del sábado entre Benedicto XVI y los cardenales afrontaron de forma crítica la crisis que vive el Vaticano. El 'Corriere della Sera' apunta que dos cardenales españoles, Julián Herranz y, el día anterior, Antonio Cañizares, mostraron una gran preocupación. Herranz, del Opus Dei, habría lamentado que se haya ascendido a prelados italianos cercanos a Bertone mientras se ha dejado fuera a arzobispos de gran prestigio como los de Bruselas, Londres o Manila.