Ciudadanos

«Mi hijo no hace nada, no atiende a razones»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

No hace falta echar mano de la imaginación para ponerse en la piel de cualquier padre que acude desesperado al despacho de un fiscal para que alguien se haga cargo de su hijo. Son muchos los que reconocen que han perdido el control sobre ellos y cada vez más los que encuentran como única salida la Justicia. Pero no hay «varitas mágicas» para un menor que no ha cometido delito alguno ni tampoco se encuentra en una situación de desamparo que pueda activar medidas asistenciales. «Mi hijo no hace absolutamente nada. No estudia, no me hace caso y no atiende a razones. Se pasa todo el día en casa y ya no sé qué hacer». Pedro Gosálvez, fiscal de protección de menores de Cádiz, recuerda ese caso como ejemplo de otros tantos que llegan a la Fiscalía.

«Son adolescentes de 14 ó 15 años que no aceptan normas. No quieren estudiar ni tampoco aspiraciones de buscar un trabajo». Hay otros condicionantes que se repiten como el consumo de cannabis o centrar la vida «en un novio o novia pese a la edad que tienen». En ese rosario de experiencias que lleva anotadas Pedro Gosálvez relata aquellas entrevistas con padres «que son incapaces de convencer a su hijo menor de edad de que no se puede marchar de casa para irse a vivir con su pareja, aunque ésta sea mayor». Detrás de estos conflictos, en la mayoría de los casos se repiten dos circunstancias: problemas de fondo en los padres, matrimonios rotos y una deficiente educación. «Es complicado hacer ver a los padres que los niños, con seis o siete años, se pueden enderezar, pero que la cosa se vuelve muy difícil cuando llegan a los 15. A esas alturas, si ese menor ha crecido sin normas ni obligaciones, no entiende por qué tiene que cumplirlas ahora».

Muchos padres creen que con el simple hecho de acudir a la Fiscalía, pueden ingresar de inmediato a sus hijos en un centro. «Y eso no es tan fácil. Debe existir una colaboración del menor para que se articulen recursos sociales, pero estamos en la mayoría de las situaciones ante chicos que no han cometido delito alguno y tampoco viven desamparados». Todo lo contrario, muchos se han criado cumpliendo todos sus caprichos, en familias normales pero que no han sabido poner límites ni reglas.