Eloy Sánchez-Gijón, cargado con uno de los dos cajones de papeles y facturas con los que acudió ayer a la Audiencia. :: M. D. G.
Ciudadanos

«Mi exsocio conocía las cuentas, me acusó en falso para perjudicarme»

El juicio por delito societario a Sánchez-Gijón, antiguo dueño de La Gata, se suspende al no acudir el denunciante

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Eloy Sánchez-Gijón, propietario del chiringuito de La Gata (en Zahara de los Atunes) y hermano de la actriz Aitana Sánchez-Gijón, llegó ayer por la mañana a la Audiencia Provincial de Cádiz cargado de dos grandes cajones llenos de papeles. Iba a ser juzgado por un supuesto delito societario, denunciado por uno de sus exsocios en el chiriguito, que le acusó de impedirle consultar los libros de contabilidad, de falsearlo y de apropiarse de parte de los beneficios y que pide para Sánchez-Gijón una pena de ocho años de prisión.

En aquellos cajones el antiguo hostelero llevaba las cuentas de la empresa entre los años 2004 y 2005, además de cientos de facturas y papeles similares, con los que pretendía probar que su excompañero de negocios «sí estaba al tanto de las cuentas». Con todo, el juicio no se celebró porque, según justificaron, el abogado de la acusación se encontraba enfermo. La vista se ha señalado para el próximo día 20 de enero. Eloy Sanchez-Gijón se sentará entonces ante el tribunal de la Sección Primera para contar su versión, aunque ayer ya la adelantó a LA VOZ, insistiendo en que todas «las acusaciones son falsas»: «Yo era el administrador de la empresa porque llevaba la parte mayoritaria, pero la gestión se llevaba de manera solidaria; de hecho, las anotaciones contables y los libros estaban redactados por la mujer del demandante». Sánchez-Gijón recordaba también que la Fiscalía ha rechazado la mayoría de las acusaciones y le reclama solo una multa de 3.200 euros «porque falta alguna documentación», y que el fiscal de Barbate «pidió el archivo del procedimiento, porque veía que no se aportaban pruebas» y porque se dio cuenta de que «que lo que quería era perjudicarme».

«Lamento que no se haya celebrado el juicio, porque me gustaría darle carpetazo», explicaba el hostelero, que cerró el pasado año el chiringuito después de que fuera precintado un año antes por permitir supuestamente que se consumiera droga en él: «Para muchos fue una pena, porque era un sitio de referencia». Para él, en cambio, «el chiringuito era un proyecto agotado».