Irreductible industrialistas

El rival histórico del Xerez Deportivo no ha sido el Cádiz, sino el Jerez Industrial. De hecho, los más viejos o románticos de este lugar en llamas conocen a ambos equipos por sus apellidos: el Deportivo, el Industrial. El Cádiz, tal vez por intereses políticos y comerciales, fue rival directo del Xerez a partir de la década de los noventa, por la coincidencia en la infame 2ªB y luego en 2ª y por la idiosincrasia divergente de sus aficiones. La lástima es que no hayan podido ser adversarios en la máxima competición. Incluso el Cádiz llegó a jugar en Domecq por sanción de su estadio en dos partidos en los primeros años ochenta. El Industrial tuvo llenos históricos en el viejo Domecq, ante Sevilla y Valladolid, en los veranos previos a la llegada del hombre a la luna. Luego llegaron años de zozobra y de intento de desaparición por los poderes fácticos políticos. La recién finalizada campaña, con la remodelación estructural del fútbol que hizo desaparecer la otrora potente Tercera para la creación de la Segunda B, supuso la vuelta a la casi élite del fútbol nacional del equipo albiazul. La aparición en escena del histriónico Ricardo García, mala copia de Luis Oliver, supuso la estridencia de un club que cae simpático por su humildad y carácter irreductible, con 500 socios, fieles y de colmillo retorcido. Su propio nombre ha sido anti-sistema en la ciudad, ha sido su propio grito de guerra. Pero llegó Ricardo, para apagar los fuegos con gasolina. La realidad de las matemáticas es innegociable: las deudas no engañan (270.000 euros que el sevillano ha dejado de pagar a los futbolistas este año). El viernes 11 habrá elecciones. El que llegue a la presidencia gestionará miseria y un sentimiento futbolístico minoritario. Juanma Delgado-Salvador Beato y Ángel Garrido son las opciones. No le arriendo las ganancias a ninguno, simplemente hay que valorar la valentía de presentarse para que el club, como poco, que ya es mucho, sobreviva tras las dentelladas de los tiburones.