Los asistentes al acto aprovecharon para llevarse un recuerdo
Los asistentes al acto aprovecharon para llevarse un recuerdo - F. Jiménez
nuevo puente de cádiz

Un 'selfie' para el recuerdo

Buen ambiente, pocos reproches y desafío al protocolo en un día histórico

Antonio M. de la Vega
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Los puentes son símbolos de unión, de conexión, de entendimiento. Y debe ser que quien se sube se impregna de ese espíritu, porque sobre el puente de la Constitución de 1812 todo fue alegría, abrazos, bromas y felicitaciones. Y eso que la guerra de egos y de sensibilidades se prometía potente. Pero la cita con la historia pudo más que las siglas.

Nadie (excepto el alcalde de Puerto Real) se ha querido perder la inauguración del segundo puente. Las autoridades civiles y militares empezaron a subir al viaducto un par de horas antes de la llegada del presidente del Gobierno. Fueron subiendo por la orilla de La Cabezuela con sus coches particulares unos; con los oficiales, otros.

Entre las caras conocidas había empresarios, militares, representantes de la Universidad de Cádiz y sobre todo políticos, muchos políticos. Había diputados nacionales, delegados territoriales de la Junta, diputados provinciales, todos los concejales del Ayuntamiento de Cádiz excepto los del equipo de Gobierno. Pero eso sí, estuvo el alcalde. Sin duda uno de los grandes protagonistas de la jornada.

José María González fue de los primeros en llegar junto con la presidenta de la Diputación, Irene García y el delegado del Gobierno de la Junta en Cádiz, Fernando López Gil. A ellos se fueron uniendo el almirante de la Flota de la Armada, Javier Franco Suanzes, el vicepresidente del Gobierno andaluz, Manuel Jiménez Barrios, el arquitecto Javier Manterola o uno de los que más expectación ha despertado, el presidente del Grupo ACS, Florentino Pérez.

Quien temía algún desplante del alcalde anticapitalista hacia uno de los emblemas del capitalismo de este país se equivocó. El alcalde saludó afablemente al empresario y presidente del Real Madrid. Hablaron, como no, de fútbol mientras esperaban el comienzo del acto. González presumía del Cádiz e Irene García terciaba sacando pecho por el sanluqueño Nolito, que el día anterior le había metido dos goles al Barcelona. Ahí parecían todos entenderse y reían, sonoramente.

Más formales eran las conversaciones con la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que llegaba poco después y saludaba de forma muy cariñosa a todos los presentes. Al menos la primera impresión es que tiene más 'feeling' con el actual alcalde que con la anterior. Ya estaban casi todos sobre el tramo atirantado del puente. Solo faltaban el presidente, la ministra y... Teófila Martínez.

La exalcaldesa tardó, tanto que extrañaba, pero todo tenía una explicación. Después de tantos meses bromeando con que no sería ella quien se haría la foto inaugurando el segundo puente, se la hizo, y de qué manera. Con unos minutos de retraso respecto al horario previsto para el acto inaugural (las doce de la mañana) llegaba el coche oficial que traía al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y a la ministra de Fomento, Ana Pastor. Y justo detrás llegaba otro con el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, y ella, la exalcaldesa, diputada y concejala Martínez. No solo iba a estar, sino que lo iba a hacer con un papel protagonista.

Más saludos a las autoridades, Susana besó a Kichi, Rajoy hizo lo propio con Irene García, el alcalde se ponía serio para darle la mano al presidente, la ministra también saludaba al alcalde sin apenas detenerse, Sanz saludaba afectuoso a Jiménez Barrios... Y así todos se fueron dando la bienvenida, felicitándose por estar allí. Y Teófila los miraba divertida. No se unió a la ronda de saludos oficiales, pero luego ella se encargó de saludarlos a todos. Exalcaldesa y alcalde se miraban, se sonreían, por momentos parecía que intentaban ignorarse, pero se acabaron saludando.

Teófila Martínez tuvo un papel protagonista en el acto, compartiendo la foto con el actual alcalde

Luego José María González tiró de galones y se colocó con los presidentes, Rajoy y Díaz, mientras escuchaban las explicaciones técnicas sobre la faraónica obra.

Todo era retratado, filmado, apuntado por las decenas de periodistas acreditados para cubrir el acto. También ellos eran unos privilegiados por poder pisar el asfalto de un puente que, al menos de momento, solo admitirá el paso de vehículos.

A las 12.30 horas, periodistas y autoridades se subían en unos autobuses que hicieron un recorrido completo por los cinco kilómetros de la infraestructura. Los cámaras de las televisiones nacionales se desesperaban cuando el autocar se daba la vuelta hacia Puerto Real justo antes de llegar a la rotonda del entronque con Cádiz, donde decenas de personas esperaban ver algo. Los más pacientes saludaban al público que hacía aspavientos, sin saber que en realidad no estaban precisamente diciéndoles bienvenido mister Marshall.

Un puente con vistas

Desde el autobús ya se podían contemplar unas perspectivas inéditas de Cádiz. Si las conversaciones sobre las elecciones catalanas de este fin de semana les dejaron tiempo para el disfrute, seguramente Mariano Rajoy y Susana Díaz, sentados en el primer asiento del autobús de las autoridades, con José María González justo detrás, debieron admirarlas y comentarlas. A la izquierda, en dirección a la capital, la fachada de la Barriada de la Paz, muy lucida con su paseo marítimo. A la derecha, la cara más industrial de la ciudad, con la factoría de Navantia y la futura terminal de contenedores en suelo portuario. La cosa cambia al llegar a Puerto Real, donde las parcelas industriales de La Cabezuela no invitan precisamente al paseo.

Aun así, también hubo gente que esperó ver el paso de la comitiva. En este caso con un talante más reivindicativo. Allí estuvieron los vecinos del Río San Pedro con una pancarta en la que reclamaban el soterramiento de los cables de alta tensión a su paso por la barriada. También integrantes de la Corrala de la Bahía o extrabajadores de Delphi. Con ellos sí estuvo el alcalde de Puerto Real, Antonio Romero.

Y tras el paseo motorizado al acto oficial. Momento para los discursos institucionales. Y de nuevo más saludos. El alcalde de Cádiz aprovechó el momento para entregar a Mariano Rajoy y Susana Díaz un dossier que contenía reivindicaciones de los trabajadores de Navantia, con su petición de carga de trabajo. Teófila Martínez, ya si integrada en la primera fila de las personalidades, entregaba un pequeño obsequio a la ministra Ana Pastor.

Luego los saludos dejaron de ser protocolarios. Abrazos, besos y muchos selfies. Los trabajadores del puente, con los que el alcalde se quería hacer la foto, se la hicieron con él, pero también con Teófila, y con Rajoy, y con todo el que pudieron. Pero sin duda la que más persiguieron fue la que compartieron con Florentino Pérez.

Entonces los periodistas se fueron mezclando con los invitados. Comenzaron las declaraciones de los distintos dirigentes sobre lo que para la mayoría había sido un momento histórico. El ambiente se iba relajando y las dos exalcaldesas de las dos orillas del puente se fundían en un sentido abrazo. Teófila llamaba a todos sus concejales –los de ahora y los de antes– para hacerse una de las fotos que llevaba años soñando, sin duda fue la que más disfrutó.

Imágenes como esa se repetían sobre el puente de la Constitución de 1812, aunque Rajoy parece que nunca se enteró de la polémica que generó en su momento el intento de cambiarle el nombre y se refirió a él como se le conoce «cariñosamente»: La Pepa.

Los invitados fueron abandonando en sus coches el puente. También los periodistas, aunque algunos se quedaron para hacer desde lo más alto la conexión en directo con sus respectivos informativos. Y cuando ya el gran viaducto estaba casi despejado, la parlamentaria andaluza del PP Teresa Ruiz Sillero seguía esquivando coches para hacerse con su smartphone y su ‘palo selfie’ la foto perfecta. Desde luego valía la pena. No habrá una oportunidad como esa, en la que solo unos privilegiados pudieron pisar unas horas de la historia de Cádiz y la Bahía.

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