A.S.ALARCÓN
CÁDIZ

No es partido para viejos

La dimisión de la histórica militante Antonia Alvarado descubre una brecha generacional entre el creciente descontento de dirigentes y los afiliados más veteranos, que se consideran maltratados

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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«Como en cualquier colectivo, en una peña o en una cofradía, los dirigentes no cuentan con el respaldo del cien por cien de los miembros. Es normal. Mejor no hablar de la democracia interna del PP. Ni de mis amigos de Izquierda Unida o el PA. Hay discrepancias lógicas, pero eso no quiere decir que haya problemas graves. El PSOE de Cádiz es un partido sano, activo y democrático», aseguraba el pasado jueves Federico Pérez Peralta a preguntas de LA VOZ. El secretario general de la Ejecutiva local, el vicelíder del partido a nivel provincial trataba de relativizar los comentarios sobre una creciente crisis en la agrupación gaditana que han arreciado esta semana. Hace apenas un año que renovó como máximo responsable del histórico partido en la ciudad. Contó con un importante respaldo, el 70% de los votos. Algunos de los integrantes de otras listas alternativas no asumieron bien la derrota, la consideran fruto del manejo del clientelismo interno, pero su victoria fue legítima. Sin embargo, el tiempo transcurrido ha estado lleno de sobresaltos. Aquella elección, lejos de aplacar la histórica inestabilidad del PSOE local, la exaltó. Desde entonces, se han sucedido episodios desagradables: un blog de militantes críticos, el posterior anuncio de expediente a doce de ellos, la última asamblea impugnada parcialmente porque no se presentaron las cuentas, la dimisión de una militante histórica, algunos gestos de desprecio entre militantes...

Pérez Peralta, niega la mayor. No hay crisis. Estos hechos no están relacionados: «No veo una relación. Los expedientes forman parte de un proceso garantista. Algunos militantes no asumieron su derrota con un debate interno, como siempre ha sucedido en la historia de este partido. La dimisión es una decisión personal. La aprobación de las cuentas es un asunto menor que se resolverá antes de final de año». La versión de la dirección está clara. En todos sitios cuecen habas. Así es el fútbol. No es para tanto. Cosas de los periodistas. Pero para obtener una visión global del estado de ánimo de la militancia socialista a poco más de un año de las elecciones municipales, no basta con una de las versiones. Otros militantes discrepan de la visión de Pérez Peralta. Una decena de ellos, veteranos, con más de 50 años de vida y más de 20 de militancia dejan entrever una convivencia difícil. Prefieren no dar su nombre, «que luego te la guardan para siempre, incluso nos han llamado para decirnos que no hablemos con la prensa». Pero pese a su prudencia, coinciden en el relato de una serie de desprecios hacia los mayores. «Parece que estorbamos», concluye uno. Desgranan episodios desagradables que han minado la relación. «Nos cambiaron la cerradura de la sede, que yo abría todos los días. Fue como echarme». Otra habla de que la «pusieron con una mesa en la puerta, como si fuera recepcionista». «A mí no me dejaron entrar en la inauguración de la sede que presidió Griñán, me dijeron que había demasiada gente». Cada uno cuenta un capítulo aparentemente menor, pero que suma un creciente desencuentro, una brecha generacional entre los nuevos dirigentes (encabezados por el secretario de Organización, Fran González) y los que cuentan con más años de carné. La renuncia de Antonia Alvarado es la máxima expresión.

Los mayores, incómodos

Esa decena de viejos militantes, algunos miembros de varias ejecutivas e, incluso, ex cargos institucionales, afirman que la situación no es casual. Todos coinciden en señalar la causa del divorcio entre viejos y jóvenes: «Los mayores no dependemos del partido para sobrevivir. Somos pensionistas, jubilados, prejubilados..., ya no aspiramos a cargos. Algunos nunca hemos aspirado. Podemos decir lo que pensamos, irnos del partido o discutir de lo que sea. Pero los nuevos tienen su despacho en Diputación, en la Oficina del Bicentenario, en la Junta... Puestos muy bien pagados. Se sienten comprometidos con la dirección que les ha dado ese cargo. Cualquier discusión tonta la entienden como una agresión, una amenaza para su sueldo y su trabajo».

Uno que sí se atreve a dar su nombre es Paco Piniella. Ex concejal socialista en Cádiz, encabezó una de las listas alternativas a Pérez Peralta en el último proceso electoral interno, el de octubre de 2008. Perdió y se apartó del fuego cruzado, pero aporta su opinión al estado de ánimo colectivo de los socialistas gaditanos: «Desde la última asamblea me he mantenido al margen de los conflictos, aunque los sigo desde la distancia. Pero sí que parece que los gaditanos siguen sin ver en el PSOE una alternativa a la derecha que nos gobierna ya durante tantos años. La calle demanda una renovación en nosotros que no se ha producido. No tiene sentido que con la situación de deterioro que existe en el tejido social y económico de la ciudad, los gaditanos sigan prefiriendo más de lo mismo. Debe de ser que nosotros no somos capaces de sacarlos de su desidia y que el gaditano quiere en el PSOE caras nuevas y gente alejada del perfil del político profesional que ha vivido toda la vida de esto». La última parte de su análisis coincide con la de los militantes sexagenarios que recelan de ese tipo de «profesional» y le considera causante de las últimas tensiones encadenadas.

Selva Otero-Pizarro tuvo cargos institucionales en la Junta hasta hace cuatro años. Se considera ex militante (se borró en marzo), pero no ex socialista. Discrepa con Pérez Peralta. Lo que sucede, a su entender, no es lo de siempre, ni una crisis cíclica: «Jamás conocí el desconcierto que sufre la agrupación de Cádiz en la actualidad. He formado parte de ejecutivas locales y provinciales, de comités provinciales y del director, en épocas mucho más duras y nunca se me hubiera ocurrido darme de baja del PSOE». Otero-Pizarro entiende que «siempre existen luchas internas, pero no deben inspirarse exclusivamente en ambiciones personales».

La ex responsable de la Oficina de Atención Ciudadana de la Junta concluye que «el ambiente se ha hecho irrespirable». Recuerda los expedientes, la asamblea impugnada, pero se detiene en un episodio: «Ante la justificada dimisión de Antonia Alvarado, el secretario general local se permite increparla en la calle. Hubo testigos. Solamente eso sería motivo suficiente para exigir su dimisión. No se pueden permitir excesos de esa índole». Por admitir la comparación con otros partidos que hace el líder local socialista, la ex militante concede que «el PP funciona a dedazo pero, en eso el socialismo debe diferenciarse».

El cambio pendiente

El militante que impugnó parcialmente la última asamblea es Luis de la Torre. Protestó porque en ese encuentro no se presentaron las cuentas del partido. De hecho, han pasado cinco años sin que sean preceptivamente mostradas y aprobadas. La Secretaría Regional le ha dado la razón. Hay que repetir cita y enseñar números. Mientras llega, De la Torre no quiere hablar de crisis, aunque «la relación entre militancia y dirección no es todo lo fluida que debería, hay un cierto malestar, no hay debate». Cuando se le pregunta si, como asegura Pérez Peralta, los medios de comunicación han exagerado los últimos desencuentros, da la cara por los periodistas. «No creo que hayan exagerado nada». Admite que la imagen conflictiva de la militancia gaditana es antigua y cree que sólo cambiará «cuando los que llevan décadas en la dirección dejen paso a otros».

Pedro Narváez y Juan Manuel Canle son militantes y blogueros, ajenos al expediente disciplinario. El primero asegura que «no hay un proyecto creíble» y que «la vida orgánica del partido está anquilosada». Ambos critican que el secretario general local haya declarado que no sería candidato a la Alcaldía ni aunque se lo pidieran de rodillas: «Viene a decir que la candidatura es un marrón». Respecto a los últimos sucesos, se muestran especialmente dolidos con la bronca que Pérez Peralta le echó a Antonia Alvarado en plena calle: «De ser cierto que reprendió así a una septagenaria, es motivo para la expulsión». Además de la opinión de los dirigentes, de militantes o ex militantes, la percepción más importante es la del resto: los ciudadanos que deben decidir si se afilian para participar y de los que deben elegir su voto antes de que pasen 15 meses.