ILUMINADO. El ingenio alumbra a Tomás Silva, diseñador industrial afincado en Cádiz. / FRANCIS JIMÉNEZ
Sociedad

El genio de la Zona Franca

Tomás Silva, a sus 33 años, ha diseñado taburetes que se pliegan hasta convertirse en cuadros, sillas en las que acunarse y botijos del tamaño de un vaso

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Pronto, en los pisos pequeños, los taburetes colgarán de las paredes. También es posible que la gente beba en botijos del tamaño de un vaso, y que los altavoces reproduzcan olores. En hoteles de Australia, China y México, señores muy respetables se mecerán en sus sillas-cuna, antes de enfrentarse a complicadas transacciones comerciales.

No se trata de ninguna fantasía futurista, sino de una realidad tangible y cercana, pensada íntegramente en Cádiz. Es sólo cuestión de tiempo. La cuna, el taburete, el botijo y el sistema Sensations Players, son algunos de los ingenios desarrollados por Tomás Silva, un joven genio de 33 años que vende su imaginación al mundo desde una nave de Zona Franca. Algunos de sus proyectos han ganado premios internacionales. Otros forman parte del mobiliario de locales de diseño vanguardista. Pero él, de momento, se conforma con ver cómo pasan del terreno nebuloso de la idea, al papel; y del papel, a la materia.

Tomás Silva tiene 33 años, la cabeza llena de enigmáticos artilugios y un despacho caótico, en el que los planos, las escuadras y los cartabones comparten espacio con toda clase de materiales de prueba, bocetos de extraños ingenios y complejos manuales: la buhardilla de Da Vinci, versión 2008 y a escasos metros del Puente Carranza.

Pensado en Cádiz

Su prestigio como diseñador industrial le ha valido hacerse cargo de esa parcela en Creactiva, algo que, de entrada, le supuso «ciertos quebraderos de cabeza, porque pensé en nombres con cierto prestigio afincados aquí, y no se me ocurrían». Luego varió la perspectiva y se centró en «objetos pensados en Cádiz», y ahí sí que encontró un filón: fregonas que se escurren de forma mecánica, o fundas para ordenadores que juegan a disfrazarse de sobres, llevan la firma de cerebros gaditanos, «aunque apenas se les conozca, y a pesar de que sus inventos hayan tenido una muy buena acogida comercial».

«No es un mito que en esta tierra haya imaginación de sobra, pero el reto está en saberla canalizar y convertirla en algo productivo: ahí Creactiva puede resultar un acicate fundamental, un escaparate y un incentivo», explica, «sobre todo en materias poco conocidas como la mía».

Uno de los últimos proyectos de los que más satisfecho se siente es el mouse, un peculiar ratón de ordenador con forma de brazalete que deja las manos libres para utilizar el teclado y una tarjeta de memoria en la que almacenar los datos de la navegación. Con él consiguió el Primer Premio en el Certamen 2002 Genius Future.

Los que quieran comprobar cómo es posible tumbarse en una cama ensamblada sin tornillos, disfrutar de bicicletas aerodinámicas que dejan hueco para colocar un motor, e incluso un maletín, o de un colgador que aprovecha un simpático perchero para dar contenido cualquier espacio muerto, tendrán que pasar por el área de diseño industrial de Creactiva. La sorpresa está garantizada.