CURIOSO. Fernández posa en la fonda del hotel Utopía decorada como los antiguos cabarets. / C. C.
MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ DIRECTOR GENERAL DEL HOTEL UTOPÍA

«Hay que arriesgarse para lograr un espacio único y sorprender al cliente»

El hotel Utopía se ha convertido en un referente fuera de Andalucía gracias a su peculiar estilo y decoración, que pretende ser una crónica general de los años 30

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El hotel Utopía ha traspasado las fronteras de los equipamientos hosteleros para convertirse en un espacio emblemático dentro de Benalup-Casas Viejas. Su singularidad ha sobrepasado no sólo la provincia, sino que ha ido más allá de Andalucía. Así lo demuestran las tres casas rojas obtenidas por la guía Michelín.

Su peculiaridad reside en que se ha distanciado de las instalaciones dedicadas al descanso para convertirse en una crónica de los años 30, con una fonda decorada al estilo de los cabarets de las grandes ciudades, y un museo con más de 2.000 piezas de la época. Un sueño del leonés Miguel Ángel Fernández que hace 14 años decidió fijar su residencia en la provincia. Aquí montó esta Utopía, que se ha vuelto realidad.

-¿Cómo surge la idea de crear un hotel con estas características?

-No fue nada previsto, se debió al azar. Buscaba casas, y aquí en Benalup encontré cinco con patios y terrazas colindantes. Decidí no alterar la estructura de estas antiguas edificaciones para que no se perdiera, pero dándole un fondo más atractivo. Así fue cogiendo forma este complejo turístico, que también es un centro de ocio, de cultura y gastronomía. Fue una apuesta muy personal por hacer una crónica general de los años 30. Elegí esa época por ser la cumbre de las vanguardias artísticas y culturales, por la Segunda República y también para tratar los sucesos de Casas Viejas, que ocurrieron entonces aquí.

-¿Por qué en Benalup?

-Porque fue donde surgió la ocasión y la aproveché. Está claro que también tuve en cuenta otros aspectos para correr el riesgo ya que se trata de un pueblo muy dinámico, con un alcalde que apuesta por su desarrollo y cuya expansión en los últimos años sobrepasa al resto de poblaciones de La Janda. Hay buenas comunicaciones por carreteras, al estar a media hora tanto de la playa como de la sierra. Además no está muy lejos de aeropuertos como el de Jerez o Málaga. Y en otro lugar, el hotel perdería su encanto.

-Aún así, es un riesgo para una instalación con este concepto situarlo en un pueblo pequeño.

-Es un riesgo en cualquier sitio, porque se trata de una apuesta muy personal. Quizás sería más adecuado para una ciudad, pero pasaría desapercibido en la vorágine de los grandes centro urbanísticos. La idea es que vaya de menos a más: de hecho la fachada no llama la atención con el resto del pueblo, pero al entrar te encuentras un mundo paralelo.

-¿A qué tipo de turista va dirigido el hotel?

Es curioso, pero principalmente dependemos del turismo de la provincia y sus alrededores: ya sea Sevilla o Huelva. Esto se debe a que el propio hotel se ha convertido en el reclamo, en vez de alimentarse del turismo que viene a Benalup. No es como la persona que va a la playa y precisa un hotel. Aquí vienen a estar en el hotel, algo que resulta complicado.

-¿Y cómo se consigue?

Se trata de arriesgarse para lograr un espacio único que sorprenda al cliente y para ello hay que realizar un gran esfuerzo. Por ejemplo, para Nochevieja tenemos preparado un paquete inspirado en el viaje del Orient Express, que durará diez días (del 26 de diciembre al 6 de enero) y recorrerá Europa desde París a Estambul, haciendo escala en diferentes ciudades: cada día el hotel se decorará de acuerdo a la ciudad en la que se encuentre y se servirán menús especiales de la época con los platos que se elaboraban en aquel tren. A ello hay que sumar las actuaciones de personas como Pablo Carbonell, Mikel Eretxun o Javier Urquijo.

-¿Cuál es la mejor parte del hotel?

Es complicado porque cada espacio tiene su encanto. Las habitaciones están decoradas con detalles de los años 30, dependiendo de si se dedica a poetas, a la república o a las vanguardias. La fonda es un espacio cultural en el que, a lo mejor, sale a cantar al escenario Paloma San Basilio o el Gran Wyoming o hay una reunión de grandes gastronómicos como Arzac o Adriá. Por último está el museo con 2.000 piezas de la época para deleite de los visitantes.