TRIBUNA

Mirar 1812 para escribir 2012

Hace poco declaraba Francisco Nieva, a raíz de la transgresora versión que Ernesto Caballero está preparando de La comedia nueva o el café de Moratín para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que era necesario «mirar atrás para escribir hacia delante», aunque esa mirada debía implicar siempre, desde el respeto a la tradición, un compromiso actual. Se necesitan, pues, los referentes del pasado, pero también sus lecturas contemporáneas, que den sentido a esa labor de recuperación arqueológica que para el teatro clásico es tan importante. Esto es algo parecido a lo que podremos ver en el espectáculo Versus, de Rodrigo García, sobre la Guerra de la Independencia en el próximo FIT, y que puede resumirse perfectamente en el diálogo que encontramos entre el famoso cuadro de Goya Los fusilamientos del 2 de mayo y su lectura rabiosamente moderna y comprometida del Guernica de Picasso: dos denuncias de la guerra, la miseria y el dolor, con un mensaje que nunca pasará de moda y que siempre tendrá algo nuevo que decirnos.

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Traigo todos estos ejemplos pensando en el Bicentenario constitucional, y muy especialmente en relación a cómo desde ciertas instancias se está interpretando la contemporaneidad de aquellos acontecimientos de 1812, que en muchas ocasiones quedan reducidos a una especie de esclerosis polvorienta, a una especie de exhumación histórica en la que sólo importa la anécdota y lo superficial, en contraste con esas otras maneras comprometidas de mirar atrás. Me explico, y para ello nada mejor que poner ejemplos.

En estos días de septiembre la Orquesta Sinfónica de Galicia ha iniciado en el Auditorio de El Escorial la grabación de la zarzuela Cádiz de Federico Chueca para el grupo Universal Music. Al frente del proyecto se encuentra el maestro Víctor Pablo Pérez, una de las grandes promesas nacionales en la dirección orquestal, con un reparto encabezado por la soprano Isabel Rey y el tenor José Bros, en el que también figuran Ana Ibarra, Carlos Bergasa, Emilio Sánchez y Luis Álvarez, a los que se suman las voces del Coro de la Comunidad de Madrid. En los próximos meses la Fundación Caja Madrid, que es quien patrocina los conciertos y la grabación, presentará por todo lo alto esta recuperación de la zarzuela histórica de Javier de Burgos, Chueca y Valverde, ambientada en el sitio de Cádiz y la promulgación de la Constitución de 1812. Éste es un ejemplo del trabajo bien hecho, con paciencia, rigor, seriedad y, sobre todo, mucha inteligencia, dado el formato y el producto que finalmente se obtendrá y que será una de las cartas de presentación de la Sinfónica de Galicia y la Fundación Caja Madrid en estas conmemoraciones de la Guerra de la Independencia y 1812. El sello final, como no podía ser de otro modo, es la calidad y el compromiso con una recuperación profesional y rigurosa de aquella lectura del doce que nos ofrecieron en su día Chueca, Valverde y Javier de Burgos.

Y frente a este ejemplo, que habría que imitar, nos encontramos con todo lo contrario. Y para ello basta con leer las noticias locales sobre los fastos del doce que han aparecido en la prensa en los últimos días, que no tienen nada que ver con aquella manera -rigurosa y comprometida- de entender e interpretar el Bicentenario constitucional. Hay trabajo, pero un trabajo muy cuestionable, poca paciencia, nulos rigor y seriedad y, por supuesto, una inteligencia algo peculiar; aunque eso sí, todo tiene un cierto de aire de sainete, que me trae a la memoria esa magnífica película de Berlanga que es Bienvenido Mister Marshall. No sé si recuerdan todos los esfuerzos, reuniones, comisiones, preparativos y discusiones del cura, el alcalde y las fuerzas vivas de Villar del Río, aquel pueblo perdido de España que creyó en la llegada de los americanos para salir de su penosa situación de subdesarrollo y miseria. Pues algo parecido -yo diría que igual- está pasando aquí en Cádiz con ideas tan pintorescas como la del batallón de voluntarios distinguidos, piconeras, majos y demás quincalla carnavalesca, que no deja de tener su gracia si no fuera porque es lo único en lo que nuestros responsables piensan poner todas su fuerzas. O, al menos, así lo parece.

Porque, efectivamente, hay formas y formas de mirar atrás. Y Cádiz parece que no termina de ver claro que 1812 es algo más que una fecha en el calendario que no puede verse reducida a la caravana de Mister Marshall.