DECLARACIÓN. Rafael Ricardi esposado es conducido a los juzgados de El Puerto. / ROMÁN RÍOS
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Ricardi declara que confesó en la prisión de Topas porque la Policía lo amenazó

El portuense se enfrenta a su primer interrogatorio tras cuestionarse su culpabilidad en una agresión sexual perpetrada en El Puerto, en el año 95

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Si cabía otra vuelta de tuerca en el caso Ricardi, ayer la dio el principal protagonista en su primera declaración en los juzgados de El Puerto, después de que la Policía afirmara abiertamente que el portuense había sido víctima de un error judicial. Y es que el preso atacó directamente a aquellos que le han aportado un balón de oxígeno apostando por su inocencia. Ayer justificó la confesión que hizo en la cárcel de Topas, asegurando que fue fruto de las amenazas de la Policía. Si bien, nada más sentarse ante el juez Miguel Ángel López Marchena, expresó un primer deseo de acogerse a su derecho a no declarar.

Como ya publicó LA VOZ en ediciones pasadas, desde que fuera detenido como supuesto autor de una violación cometida en Valle Alto (El Puerto) en 1995, Rafael Ricardi siempre defendió su inocencia, incluso durante el juicio y tras la condena de 30 años a la que fue sentenciado tras aplicarle una refundición de pena -en realidad le impusieron 36 años-.

Su primera confesión no llegaría hasta el año 1999, cuando llevaba ya tres años preso. En el sumario de las actuaciones, al que tuvo acceso este periódico, se recoge una declaración que hizo a tres agentes de la Policía que en el mes de agosto lo visitaron en la cárcel de Topas. La intención de los investigadores era que Ricardi les aportara algún dato que les ayudara a dar con la persona que actuó con él, ya que la víctima fue vejada por dos individuos.

El portuense aseguró que un amigo suyo fue el verdadero cerebro, la persona que ideó el ataque sexual y que él se limitó a masturbarse mientras presenciaba, desde una distancia de diez metros, cómo el otro individuo violaba a una chica. Ahora se desdice de este relato y ayer sostuvo que fue amenazado por la Policía y que le obligaron a incriminarse pese a que ya había sido condenado.

Sin embargo, ésa no fue la única ocasión en la que Rafael Ricardi se declaró culpable. Tres meses después de su encuentro con los policías, como también se recoge en el sumario completo de las investigaciones llevadas a cabo por las diez violaciones ocurridas entre los años 95 y 2000, Ricardi compareció ante el juez que investigaba la agresión de Valle Alto; un caso que no se había cerrado porque faltaba un violador por detener. Y una vez más, el portuense se ratificó en lo mismo ante la autoridad judicial y el fiscal.

En el día de ayer, le interrogaron por esta segunda declaración y si pidió ayuda al juez ante las amenazas recibidas y Ricardi dijo que no se acordaba de ese episodio.

Evasivas

Las lagunas mentales y las respuestas evasivas fueron empleadas en reiteradas ocasiones por el preso, que en un primer momento no quiso responder a las preguntas que les formulaba la Fiscalía, el juez y el letrado que defiende los intereses de la víctima. La presencia de Ricardi en los juzgados de El Puerto fue solicitada por el Ministerio Público, después de que la Policía Nacional cuestionara la culpabilidad del portuense. Éste fue trasladado desde la cárcel de Puerto III en calidad de imputado y bajo esa figura jurídica prestó declaración durante una hora aproximadamente. La semana pasada ya visitó esas dependencias judiciales pero sólo fue sometido a una prueba. Le midieron para comparar su estatura con la de uno de los dos detenidos, a los que la Policía les achaca las diez agresiones.

Los resultados de esa medición, como publicó este periódico la semana pasada, arrojaron unos resultados que contradicen las tesis de la Policía. También ayer fueron interrogados los agentes que investigaron y detuvieron a Ricardi.

stubio@lavozdigital.es