Editorial

Turismo en Cádiz

La ciudad de Cádiz necesita definir su modelo turístico si realmente quiere impulsar y rentabilizar esta industria como motor económico para la creación de empleo y riqueza. Las informaciones publicadas por LA VOZ durante toda la semana han permitido desvelar importantes carencias que en este sentido tiene la capital, hasta el punto de justificar un titular de portada tan elocuente como alarmante: Cádiz no se cree su vocación turística. Esta afirmación es el resultado de la inquietud expresada por agentes sociales y por las propias instituciones públicas y de una realidad objetiva: faltan infraestructuras, faltan servicios, faltan ideas y sobre todo falta una estrategia para aprovechar las enormes potencialidades que tiene una ciudad portuaria y trimilenaria como la gaditana.

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De hecho, representantes de entidades sociales y las propias instituciones públicas expresaron a través de las páginas de LA VOZ el consenso -sólo con la excepción de la Asociación de Hosteleros y Restauradores de Cádiz- sobre la conveniencia de una mesa de trabajo para concretar un modelo turístico cara al futuro. Tanto es así que la propia alcaldesa de la ciudad, Teófila Martínez, se mostró partidaria e instó a los empresarios a que tomaran la iniciativa y la Junta de Andalucía ofreció respaldo económico.

Sin embargo, detrás de este acuerdo aparente subyace el desencuentro político e institucional que puede poner en riesgo cualquier iniciativa encaminada a aunar esfuerzos. El propio presidente de la Confederación de Empresarios expresó: «Llevamos mucho tiempo pidiendo una planificación, pero chocamos con las administraciones». Y la presidenta de la asociación vecinal Cadice, Lucía Núñez, se lamentó: «Aquí cada uno va por su lado y así no conseguimos nada bueno para la ciudad». A ello hay que unir la falta de sintonía entre el Ayuntamiento de Cádiz y la Junta de Andalucía, más aún a tres meses de las elecciones autonómicas y generales, y la excesiva cautela que demuestran tanto la CEC como la Cámara de Comercio, decididos a esperar que sea otro el que mueva ficha.

Sólo la Asociación de Empresas Turísticas de Cádiz se ha puesto manos a la obra y ha solicitado sendas reuniones al Ejecutivo municipal y a la delegación de la Consejería de Turismo para constituir una mesa de trabajo permanente que permita, además, la elaboración de un Libro Blanco del turismo.

Este panorama pone en evidencia a todas las partes del sector turístico de Cádiz, incapaces de trabajar de forma conjunta y demasiado proclives a los personalismos. Carece de justificación -que en el caso de las instituciones públicas adquiere la categoría de irresponsabilidad- las reticencias y reservas para sentarse alrededor de una mesa para dialogar sobre el turismo y para diseñar una estrategia común. Es evidente la necesidad de un esfuerzo conjunto y solidario que abra la puerta a un nuevo modelo de turismo más eficaz, aunque para ello es evidente la necesidad de ser proactivos, de dar un paso adelante.

Para alcanzar este modelo se requiere un estudio previo de la situación y la posterior elaboración de un plan estratégico que permita llevar a cabo acciones directas y sinergias que impliquen a empresarios e instituciones. Ni los empresarios pueden refugiarse en la endémica política de la economía subsidiada ni los políticos se pueden amparar en la falta de iniciativa privada. Cádiz sufre un terrible mal: echarle la culpa siempre a los demás.

Es un ejercicio de responsabilidad e incluso de gaditanismo favorecer e impulsar un gran acuerdo sobre el turismo en la ciudad y que permita afrontar el reto del siglo XXI con una gran carga de optimismo y autoestima capaz de desterrar el fatalismo que desde hace décadas marca el desarrollo empresarial de esta capital.