«Pensamos que si no tenemos sexo algo va mal en nuestra pareja»

Entrevista a Sonia Encinas, sexóloga, comunicadora, terapeuta sexual y de parejas, sobre cómo educar a los hijos en el sexo y cuáles son las claves de las relaciones íntimas con el paso del tiempo

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Sonia Encinas, sexóloga VÍDEO: Enrique Falcón E IGNACIO MOREIRA/FOTO: ERNESTO AGUDO
Ana I. Martínez

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La educación sexual y afectiva es un tema que siempre está en boca de todos y más cuando marca hasta la agenda política. Por ello, Sonia Encinas, sexóloga, decidió escribir 'Sexo afectivo' (Montena), un libro que acaba de publicar y que se dirige tanto a adolescentes como a adultos con tres objetivos: «Para que la mirada hacia la sexualidad esté más informada, para que los lectores derriben unos cuantos mitos y sea más positiva y, por último, para que cada uno viva sus relaciones de manera curiosa, sin complejos y humilde».

Tomen nota porque queda mucho por hacer en una sociedad cuyos adultos provienen de generaciones en las que el sexo era un tema tabú y se ven sin herramientas para afrontar la educación sexual de sus hijos e, incluso, para no saber enfrentar sus propias relaciones.

- ¿Siguen las familias en casa sin hablar de sexo con sus hijos? ¿Por qué?

El sexo sigue siendo uno de los enormes tabúes de nuestra sociedad. Los adultos no hemos recibido educación sexual informada, positiva, actualizada o tranquila. Lo poco que se nos ha transmitido ha sido desde el miedo, la vergüenza y la prevención. Las familias no tienen herramientas ni recursos y sí mucha vergüenza a la hora de intentar educar hoy a sus hijos.

- Llegamos tarde ¿no? Porque siempre se intentan posponer o evitar este tema

Eso es. Es algo que dejamos para cuando vemos ciertos comportamientos, generalmente en la adolescencia, y ahí es tarde porque la educación sexual empieza desde que nacemos y es algo que nos tiene que acompañar durante toda la vida mediante conversaciones tranquilas, naturales, generando espacio en el hogar para hacer preguntas.

- ¿Qué consecuencias tiene esto?

Cuando llegamos a la edad adulta no tenemos herramientas, nos acompañan muchas vergüenzas, nos cuesta estar presentes, escuchar... A la hora de relacionarnos con otras personas, apenas hemos explorado nuestro cuerpo, vamos casi como si fuese un examen y en realidad no vivimos la sexualidad como una parte más de nuestra vida que tiene margen para el error, el aprendizaje, las preguntas o las conversaciones.

La consecuencia es que, al final, la vida sexual en nuestra vida adulta acarrea un montón de dificultades y de malestares, incluso sufrimiento en algunos casos. Por tanto, hay que abrir este 'baúl de los secretos' y sacar la sexualidad a un lugar central porque es una parte más de nuestra vida.

- '¿De qué hablamos cuando hablamos de sexo?' es uno de los primeros capítulos del libro. Parece obvio pero no lo es. Por tanto Sonia, ¿de qué hablamos cuando hablamos de sexo con los hijos? Porque la vida sexual abarca muchos planos afectivos de la persona.

Para mi, lo más importante es crear un clima de libertad. Al final la curiosidad por el tema sexual es innata, por tanto, en algún momento, los menores van a preguntar desde la más absoluta inocencia. Y es fundamental que siempre obtengan una respuesta aunque sea 'pues mira, no sé qué decirte porque esto no lo sé' o 'es un tema que a mí me ha costado mucho porque no me han dado información pero me voy a informar y te lo voy a contar ' para no caer en esa exigencia de que tenemos que estar súperformados para poder acompañar a nuestras hijos e hijas en su evolución sexual. Es importante acudir a las fuentes de información que tenemos a nuestro alcance para poder solventar las dudas. Tampoco hay que caer en que lo sabemos todo: el buen planteamiento para cualquier tipo de educación es siempre querer aprender. Investigando, informándome, leyendo... Uno siempre va a descubrir cosas que no sabía y va a desmontar muchas creencias que le limitan.

«Hay que sacar la sexualidad a un lugar central porque es una parte más de nuestra vida»

- Hablando de fuentes de información. Los jóvenes, al no encontrar ese espacio de conversación en la familia, recurren a sus amigos o al porno para informarse.

Voy a hablar dos realidades que creo que no se pueden separar una de la otra. Para situarme a la hora de escribir el libro, hice una encuesta en la que participaron 550 personas. La gran mayoría dijo que sus iguales habían sido fuente principal de educación sexual. Esto nos tiene que hacer repensar: como el sexo en nuestra sociedad es un tabú, es una oportunidad para que, desde casa, junto al colegio, se cree el clima en el que cuenten con nosotros los hijos e hijas y empiecen a cambiar las cosas.

Respecto al porno, es un tema urgente y evidente a abordar porque es una fuente de desinformación en la que no se ofrecen respuestas para una vida sexual satisfactoria, plena y muchísimo menos igualitaria. El porno arrastra la misma mirada machista que acompaña nuestro sistema, no hay una conversación sexual, no se habla de consentimiento. Y lo más peligroso de él son las prácticas violentas que ofrece el porno gratuito, al que pueden acceder nuestros menores. Por eso es importante darles, desde mucho antes, una información sexual crítica. En algún momento van a llegar a este tipo de contenido pero mejor que lo hagan preparados.

- Consentimiento. Los jóvenes tienen muchas dudas al respecto.

Es un tema complejo. De manera superficial, los reducimos al 'sí' o al 'no' pero es importante que sepamos qué nos lleva a dar una u otra respuesta. Las relaciones sexuales consentidas son aquellas en las que quienes participan lo hacen desde el deseo, lo que no implica que podamos cambiar de opinión, y sin sentir presión. Los hombres, por ejemplo, pueden sentir cierta presión porque tener sexo es algo que les valida socialmente. Todo lo contrario sucede con la mujer. Las presiones, en estos casos, son subjetivas y, a este respecto, la educación sexual es muy importante. Tampoco sabemos leer las señales que nos da el cuerpo: parece que tenemos que seguir un guion y por eso, a veces, no sabemos disfrutar.

- Perder la virginidad: ¿Existe?

No pero sí desde un mandato cultural que sigue teniendo mucho peso en la manera en la que vivimos las relaciones sexuales. Cuando hablamos de sexo, no nos referimos solo al coito: hay muchos tipos de prácticas. La virginidad lo que hace es jerarquizarlas: pone por encima de todas la penetración como si fuera el sexo de verdad, el único protagonista. Desde la educación sexual, sin embargo, se informa de que hay un montón de prácticas sexuales y todas deberían ser horizontales. Hemos aprendido además, junto con el tema del amor romántico, que la virginidad, el sexo de verdad, lo tienes con una persona importante o especial. Son muchos conceptos mezclados que nos impiden plantearnos realmente qué nos apetece. Volvemos a ese guion cerrado.

La virginidad debería erradicarse como concepto de nuestras vidas sexuales. A lo largo de nuestra vida, las diferentes prácticas sexuales nos van formando y todos llegamos a la edad adulta con una mochila, más ligera o menos, en la que todas las prácticas son importantes y sabemos qué nos gusta más o menos.

«La virginidad no existe. Debería erradicarse como concepto de nuestras vidas sexuales»

- Vamos a pasar ahora a hablar de los adultos. ¿Cuál es el papel del sexo a medida que cumplimos años?

Lo más importante es entender que el sexo y la sexualidad son dinámicos, van cambiando a lo largo de la vida. Por eso es importante llegar a la adultez con una mirada cambiante y siempre hacerse la pregunta de «¿Qué es lo que me gusta?». Tus gustos no solo cambian porque nos vamos haciendo mayores sino porque la vida cambia, tus valores también, etc. Hay que explorar y practicar durante toda la vida para poder disfrutar.

El problema es que terminamos mirando siempre lo sexual desde una mirada adulta como algo exclusivamente reproductivo y coitocentrista, dejando al margen otras prácticas igual de válidas que, además, te pueden hacer disfrutar más. Por eso, acabamos diciendo 'si te gusta bien y sino es que tienes un problema'. Muchas mujeres, en su vida adulta, llegan a la consulta pensando en que tienen un problema porque no llegan al orgasmo con la penetración. Y no es así.

- Y los hijos, ¿cómo afectan a la intimidad de la pareja?

Yo siempre sigo que hay una profecía autocumplida. Cuando llega un embarazo, y aunque se haga desde el humor, que también educa, no paramos de escuchar comentarios tipo 'olvídate de dormir y del sexo'. Y al final sucede así porque lo hemos estado anticipando y porque no tenemos las herramientas para entender que la sexualidad abarca muchas cosas. ¡No pasa nada porque en una etapa de tu vida tengas menos presente el sexo!

En la mayoría de los casos, cuando llega la maternidad, hay una revolución total que influye en nuestra vida sexual. Si estamos cansados, ¿dónde queda el espacio para la libido que nace de un excedente de energía? Es verdad que las parejas durante un tiempo no se encuentran sexualmente como antes. Pero nos podemos acariciar, abrazar... Esto también cultiva nuestra erótica. Aunque no haya prácticas sexuales, es muy importante cómo nos miramos o nos reconocemos para que la pareja no pierda la conexión y así, cuando haya ese exceso de energía, lo más probable es que vuelva a reencontrarse.

Como no hemos aprendido que el sexo se cultiva, terminando arrastrando la creencia de que el sexo se vuelve difícil con el paso de los años o de que hay menos ganas a medida que nos hacemos mayores. Pero es que el sexo hay que trabajarlo y cultivarlo.

Por tanto, no hay que vivir el posparto con miedo, con presiones, pensando en que si no tenemos sexo es que algo va mal en la pareja... Las relaciones sexuales son algo que debemos desear tener. Yo siempre les digo a las parejas que se adentran en la maternidad y paternidad que se den espacio para no tener ganas: si te acompañas y cultivas, la conexión vuelve. Pero si te sientes presionada, con malestar, miedos… nos vamos a ir distanciando. El sexo es algo que ocurre cuando lo cultivamos, cuando nos tratamos bien, cuando nos miramos de una forma igualitaria.

«El sexo en una relación de pareja hay que cultivarlo: es la consecuencia de un vínculo saludable»

- ¿Cuál es la clave para no perder la chispa con el paso del tiempo?

La realidad es que las familias cuidamos muy solas: necesitamos una red de apoyo. Con el ritmo de vida que llevamos, es evidente que no tenemos tiempo. Para poder hablar de cómo nos conectamos en pareja tenemos que analizar primero cuánto espacio individual tengo para mi disfrute. He aquí donde aparece la primera piedra: muchas personas no tienen un espacio individual para disfrutar.

En segundo lugar, viene el espacio compartido con la pareja. Segunda piedra: tampoco tenemos espacio ni tiempo para estar con esa otra persona. Así pasa el tiempo y de repente llega un día en el que decimos: '¿Quién es esta persona que está a mi lado?'. Creemos que tenemos un problema sexual cuando no es así.

Si retrocedemos en el tiempo, nos daremos cuenta de que lo que ahora entendemos casi como la punta del iceberg, un problema sexual, empezó a cocerse mucho tiempo atrás: cuando la pareja se deja de mirar, de besar, de acariciarse, etc. El sexo es la consecuencia de un vínculo saludable.

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