Un vehículo arde durante los incidentes entre manifestantes y policías en la ciudad de Diyarbakir, la capital del Kurdistán turco. :: I. AKENGIN / AFP
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La alianza ayuda a los kurdos en Siria

El presidente turco pide una intervención terrestre contra los yihadistas para salvar Kobani

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La alianza esperó a que los combatientes del Estado Islámico (EI) llegaran al centro de Kobani e izaran dos banderas negras para comenzar los bombardeos. Después de tres semanas de asedio a esta ciudad simbólica para los kurdos, los combates se libran ahora calle por calle, pero con la diferencia de que los aviones de la coalición que lidera Estados Unidos atacaron las posiciones islamistas. Las batallas se pueden seguir prácticamente en directo desde el lado turco de la frontera, en el que decenas de tanques y vehículos blindados del Ejército -el más poderoso de la región y el segundo de la OTAN, y que pese a ser miembro de la Alianza Atlántica y tener luz verde para actuar en Siria e Irak no lo hace- observan desde la lejanía los hongos de humo negro después de cada explosión sin moverse un solo metro. Una valla separa a Turquía del enclave en el que los islamistas han izado su bandera en un lugar perfectamente visible para que la prensa internacional pueda fotografiarla.

El coordinador de la defensa de Kobani, tercera ciudad más importante del Kurdistán sirio que contaba con unos 40.000 habitantes antes de la guerra, Barwar Mohammad Ali, declaró que «es la primera vez que la gente tiene la impresión de que los ataques aéreos son efectivos, pero se necesita más», según recogió 'The New York Times'. El Mando Central estadounidense (Centcom) informó de cuatro operaciones en la zona. Un ataque al sur de Kobani destruyó tres vehículos armados y dañó a un cuarto, al sureste de la misma localidad los bombardeos destrozaron un vehículo con artillería antiaérea, y en otras dos incursiones al suroeste acabaron con un tanque. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) realizó un balance de las últimas tres semanas de combates en la zona y elevó a más de 400 el número de muertos entre civiles y combatientes.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, viajó a la frontera para seguir la situación en directo y después de visitar un campo de refugiados en Gaziantep confesó que «Kobani está a punto de caer». Para el dirigente islamista moderado, «lanzar bombas desde el aire no pondrá fin al terror. El terror no se detendrá hasta que cooperemos para una operación terrestre con los que libran combate sobre el terreno». La propuesta de Erdogan, sin embargo, no encaja en los planes de Washington. EE UU considera el despliegue de tropas una 'línea roja'. Fuentes de seguridad a las que tuvo acceso la agencia France Presse ofrecieron un balance de las primeras semanas de ataques contra el EI que refleja que la aviación estadounidense es responsable del 90% de las operaciones, por un 10% del resto de socios.

Desde la comunidad internacional, Francia fue la que más presionó ayer a Erdogan y calificó de «vital» frenar el avance del EI sobre Kobani. «Hay que hacer todo lo que sea posible para detener al Daesh (forma de referirse al Estado Islámico en árabe que emplea París) y hacerles retroceder», declaró ante el Parlamento el ministro de Exteriores, Laurent Fabius.

La inoperancia turca ha traspasado los muros de la prisión de alta seguridad en la que se encuentra recluido desde hace 15 años Abdulá Ocalan, líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). 'Apo', nombre de guerra del dirigente, adelantó que las fuerzas kurdas «aguantarán hasta el final» -las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo) dependen del Partido de la Unión Democrática (PYD), brazo hermano del PKK en Siria- e intentó presionar a Ankara sirviéndose de la tregua que está en vigor desde marzo de 2012. «Podemos esperar una resolución hasta el 15 octubre, después no habrá nada que hacer. Las autoridades turcas hablan de negociación, pero no existe y ésta es una situación artificial que no aguantaremos mucho más», señaló Ocalan en un mensaje que salió a la luz gracias a su hermano Mehmet, según recoge la cadena kurda Rudaw.

La decisión de Ankara de no apoyar a Kobani ha provocado una oleada de protestas entre la comunidad kurda que vive en Turquía -20 millones de personas aproximadamente- y se han registrado incidentes en las ciudades más importantes del país.