El líder norcoreano, Kim Jong-un, durante la reunión en la que ordenó a su Ejército que preparara los misiles. :: EFE
MUNDO

Kim atrapa la atención del mundo

La escalada bélica del dictador norcoreano dispara la tensión en el país vecino y preocupa a EE UU pero los analistas descartan una guerra

SHANGHÁI. Actualizado: Guardar
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Perro ladrador o Pedro y el lobo. El mundo se debate entre quienes consideran que las amenazas de Corea del Norte son la bravuconada habitual del régimen de los Kim, y quienes sostienen que esta vez sí que estamos al borde de la Tercera Guerra Mundial. A tenor de los comunicados oficiales de Pyongyang y de Washington, la amenaza es muy seria. Kim Jong-un decretó el sábado el 'estado de guerra', la agencia de noticias oficial KCNA asegura que «un conflicto nuclear es inevitable», y el Ejército norcoreano ha preparado sus bases de misiles para lanzar un ataque en cualquier momento.

El objetivo prioritario inicial podrían ser los enclaves militares estadounidenses en Asia -sobre todo los de Japón y Corea del Sur-, pero los dirigentes comunistas aseguran que en la diana tienen también el territorio de la superpotencia en el propio continente americano. No en vano, una fotografía del joven Kim, tomada en lo que parece un anticuado puesto de mando, muestra de fondo un gráfico con la trayectoria que podrían seguir diferentes cohetes balísticos.

Sobre el panel se puede leer 'plan de ataque contra territorio continental de EE UU' y, si se le superpone un mapa de Estados Unidos, se ve claramente que a Pyongyang le gustaría borrar del mapa la isla de Hawaii y las ciudades de Los Angeles, Washington DC, y Austin. Este último objetivo, en el estado de Texas, ha provocado hilaridad entre multitud de internautas, que consideran el lugar estratégico «porque ahí tiene su casa el expresidente George W. Bush». Por si fuese poco cachondeo, en otra imagen se ve al presidente norcoreano sentado frente a una pantalla de Apple, una empresa que debería considerar, siguiendo su propia retórica, al servicio de «los malignos poderes imperialistas».

El Ministerio de la Unificación de la hermana capitalista del sur también restó importancia a la dialéctica apocalíptica del norte. «No es una amenaza nueva, solo una más de una serie de provocaciones». El Ministerio de Defensa, por su parte, cree que Kim «está jugando la baza psicológica», y uno de sus portavoces aseguró que no se han registrado movimientos de tropas norcoreanas inusuales en la frontera. Además, continúa operando con normalidad el complejo industrial de Kaesong, uno de los pocos lugares en los que interactúan empresas de ambas Coreas y fuente vital de divisas extranjeras para el norte. No obstante, ayer Pyongyang amenazó con cerrarlo si sus enemigos continúan «insultando la dignidad del país».

El Ejecutivo de Barack Obama no se toma estas amenazas a broma. En mente tiene el hundimiento de la fragata surcoreana Cheonan, en marzo de 2010, y el bombardeo de la isla de Yeonpyeong, en noviembre de ese mismo año. Cualquiera de estos dos incidentes podría provocar, en el actual estado de alta tensión, un conflicto mucho mayor. Quizá por eso, esta semana y por primera vez, Estados Unidos ha incluido dos bombarderos 'invisibles' Northrop Grumman B-2 en las habituales maniobras militares que suele realizar junto a su aliado, Seúl, al que ha reiterado que protegerá en todo momento.

Precisamente, las imágenes de esas sofisticadas aeronaves -que pueden portar armas nucleares y también la mayor bomba convencional existent- sobrevolando la península coreana han sido la gota que ha colmado la paciencia de Kim Jong-un. Sin duda, sus amenazas provocan sudores fríos, pero los analistas coinciden en que una guerra supondría el suicidio del régimen. Aunque Corea del Norte ha dejado claro en tres ocasiones que cuenta con armas atómicas, y ha probado con éxito un cohete que podría ser utilizado como misil balístico intercontinental, los servicios de inteligencia de Seúl y de Washington descartan que Pyongyang esté en posesión de la tecnología necesaria como para atacar suelo americano. Y menos todavía como para hacerlo con cabezas nucleares.

Un escenario muy diferente es el de un ataque con armas convencionales contra Seúl. La capital de Corea del Sur alberga una de las principales bases militares estadounidenses y está situada a solo 60 kilómetros del paralelo 38, que marca la frontera 'de facto'. Y Kim cuenta con tres tipos de misiles operativos, con un rango máximo de 1.500 kilómetros. De sobra como para convertir la megalópolis surcoreana en el «océano de fuego» del que advirtió hace una semana. Claro que, en represalia, Estados Unidos podría movilizar la flota que tiene en el Pacífico y reducir Corea del Norte a cenizas en cuestión de días. Sin duda, a nadie le interesa que explote la guerra.

China está harta

Y mucho menos a China. Pekín se ha hartado de su tradicional aliado coreano y, después de haber apoyado el endurecimiento de sanciones contra Pyongyang en el seno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por el tercer ensayo nuclear -el detonante de la actual crisis-, pide serenidad a ambas partes «y que trabajen para rebajar la tensión». A estas alturas, pocos creen que el gigante asiático esté dispuesto a poner en peligro el 'estatus quo' de la región, y mucho menos su seguridad, para proteger a Corea del Norte.

Pero lo que sí preocupa es una guerra virtual, en el ciberespacio. La semana pasada varias entidades financieras y cadenas de televisión surcoreanas quedaron completamente bloqueadas por un ciberataque, y esta semana han sido páginas web norcoreanas las que se han visto afectadas por el trabajo de los 'hackers'. La peligrosidad de esta hostilidad radica en la dificultad para identificar al enemigo y el lugar en el que se encuentra, y en el potencial devastador que pueden tener en el ámbito económico. Todo ello sin disparar una sola bala.