Amigos de Anwar Qedih portan su cadáver a hombros. :: M. AYESTARAN
MUNDO

El primer «mártir» del alto el fuego

Israel viola la tregua y mata de un disparo en la cabeza un agricultor de Gaza que trataba de volver a sus tierras doce años después

GAZA. Actualizado: Guardar
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Anwar Qedih salió de su casa a las siete de la mañana. Junto a decenas de jóvenes de Khan Younis se dirigió caminando a las tierras que la familia tiene junto a la frontera con Israel. «Era allí donde jugaba de niño. Una parcela a la que no tenemos acceso desde 2000 (año de la segunda Intifada) por la prohibición israelí», lamenta su madre, Rasmia, mientras recibe en casa el pésame de las vecinas. Ella es viuda desde hace cuatro años y Anwar era su hijo mayor, el que trabajaba para mantener al resto de la familia.

Los hombres están en la mezquita Al-Nour, situada a apenas unos metros de la vivienda. Nada más concluir la oración, sus amigos más próximos alzan a hombros el cuerpo del joven de 21 años e inician el recorrido al cementerio. Cientos de personas siguen a la comitiva fúnebre, una serpiente negra y verde, los colores del luto y de Hamás. Anwar está envuelto en una bandera del grupo islamista y sus amigos gritan consignas a favor de las Brigadas Ezedin al-Kasem, su brazo armado.

Parece increíble que hayan pasado poco más de 48 horas desde la firma del alto el fuego. El acuerdo se cerró en El Cairo y los puntos todavía no están nada claros para la mayoría de la población, a la que solo le han llegado rumores sobre el supuesto fin del bloqueo y la apertura de las restricciones fronterizas. En Khan Younes, localidad situada 30 kilómetros al sur de la ciudad de Gaza, entendieron que Hamás había logrado el levantamiento de la denominada 'zona de seguridad' israelí, uno de los 45 puntos del pacto que ambos firmantes empezarán a discutir en breve, pero que aún no está cerrado. En los acuerdos de Oslo se fijó una distancia de 50 metros a partir del muro o valla de separación entre Gaza y el Estado judío, pero tras el estallido de la segunda Intifada Israel lo amplió a 150 metros y en 2010, de forma unilateral, lo duplicó a 300 metros. Además, en algunos puntos sensibles es de dos kilómetros.

Esta especie de tierra de nadie ha provocado que el 30% de la superficie agrícola en la Franja no pueda ser cultivada sin el riesgo mortal de recibir un disparo desde una torre de control. En el caso del mar, los pescadores de Gaza no pueden faenar más allá de las 3 millas náuticas (5,5 kilómetros).

A los pocos minutos del incidente, Hamás desplegó a sus fuerzas de seguridad en toda la frontera para impedir el paso de civiles y evitar nuevos casos como el de Anwar. Por primera vez en muchos años los hombres de Hamás patrullaron por esta zona antes vetada, lo que supone «la implementación del nuevo acuerdo», según el portavoz del grupo fundamentalista, Sami Abu Zuhri, que no dudó en calificar los hechos de «clara violación de la tregua» y llevará el caso ante los negociadores egipcios «para asegurarnos de que no volverá a ocurrir», según recogió el canal Al-Yasira.

Bandera en la valla

«Solo queríamos ver cómo estaban las tierras después de tanto tiempo, no llevábamos armas, éramos un grupo desarmado con ganas de celebrar la recuperación de lo que es nuestro», confiesa Hamada Abu Nasr, que estaba presente en el momento del ataque. «Primero nos dejaron acercarnos y cuando nos pusimos a tiro abrieron fuego», denuncia este agricultor de 23 años. Otro familiar del joven abatido por un disparo declaró a varias agencias que «Anwar intentaba colocar la bandera de Hamás en la valla de separación».

El Ejército israelí reconoció el incidente, aunque argumentó que «primero se efectuaron tres disparos de aviso al aire, pero los alborotadores no hicieron caso» y temieron que fueran a saltar la valla. Por lo que dispararon «a las piernas» y, en el caso de Anwar, a la cabeza. La comitiva entra en el pequeño cementerio donde no se puede dar un paso. El imán arenga a los más jóvenes con soflamas revolucionarias y los parientes de Anwar entierran el cuerpo cubriéndolo de tierra con sus propias manos. Su nombre quedará grabado como la primera víctima mortal tras el alto el fuego que puso fin a ocho días de guerra en la Franja.