:: TEXTO: CARLOS BENITO :: FOTOGRAFÍA: SPENCER TUNICK/EFE
Sociedad

Un mar de cuerpos

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El Mar Muerto no suele estar tan vivo: la altísima concentración de sal en sus aguas, esa misma que permite a los cuerpos flotar como troncos, reduce la fauna y la flora a una mínima expresión de bacterias y microbios, así que una reunión de mamíferos como la de la foto supone un bonito acontecimiento biológico. Pero también es verdad que el fotógrafo Spencer Tunick, máximo especialista mundial en retratar a muchedumbres desnudas, ha logrado que el mar parezca más muerto de lo habitual. Sus mil modelos panza arriba, envueltos en la débil luz del amanecer, tienen algo de víctimas de un siniestro cataclismo.

Seguramente, esas resonancias tétricas son pretendidas: la intención de Tunick al elegir este escenario era denunciar la agonía del lago salado israelí, que se seca a un ritmo dramático. En ese empeño intentaron detenerle los inevitables fundamentalistas, un grupo ultraortodoxo judío mucho más preocupado por el simbolismo del Mar Muerto que por su futuro. Al fin y al cabo, se supone que muy cerca de la orilla se alzaban Sodoma y Gomorra, y seguro que estos guardianes de las esencias religiosas habrían visto con buenos ojos que una lluvia de fuego y azufre castigase a los pecadores de la foto. Pero parece que salieron del agua relajados, sonrientes, felices y, ellos también, más vivos que nunca.