El autor ha publicado recientemente el libro de relatos, 'Tanta pasión para nada'. :: LA VOZ
LITERATURA

«Un escritor siempre ha de tener una relación de desacuerdo con el mundo»

El autor de 'La lluvia amarilla' inaugura esta tarde la XXVI Feria del Libro de Cádiz con una charla titulada 'Escribir en el siglo XXI' Julio Llamazares Escritor

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Es su pasión, y no para nada, como titula a su último libro de relatos. Julio Llamazares ha encontrado en la literatura el mejor modo de vida, la manera de experimentar una existencia que, irremediablemente, acaba mal. El poeta, ensayista, narrador y periodista leonés (Vegamián, un pueblo desaparecido durante su infancia, 1955) charla hoy -no le gusta la palabra pregón- en la apertura oficial de la XXVI Feria del Libro de Cádiz. Bajo el «provocador» título de 'Escribir en el siglo XXI', el autor tratará de resumir la máxima de la literatura: no acabará nunca porque siempre existirá la «necesidad y el placer de contar».

-En esta ocasión viene a Cádiz para pronunciar el pregón de la Feria del Libro, ¿es para usted una ilusión, una responsabilidad o un reto?

-No me gusta lo de pregón, me suena a Pepe Isbert tocando la corneta en las películas de Berlanga. Es una palabra muy antigua que se debería cambiar. No voy a dar una conferencia, ya que no soy un teórico, soy escritor y como tal voy a dar una charla a la que le he puesto el provocador título de 'Escribir en el siglo XXI'. Lo he escrito a propósito de esa supuesta desaparición del libro en papel en favor del electrónico. No entiendo ese miedo, lo que quiero hacer ver es que hoy se escribe igual que hace 20 siglos, solo que han cambiado las formas y los soportes. El papel desaparecerá como lo hizo el pergamino, pero lo que no desaparecerá nunca es la literatura.

-Se entiende que la primera pauta para escribir, y empleando el título de su última obra ( 'Tanta pasión para nada'), es el sentir mucho amor por la literatura.

-Sí, la literatura es una pasión como otras. Una pasión que te puede llenar la vida como nos ocurre a muchos escritores. Para mí no es un profesión, ya que entiendo que un escritor escribiría aunque no pudiese publicar. La literatura es una pasión que no te va a salvar. En el libro hablo de eso, no porque sea pesimista, sino todo lo contrario. Es una invitación a vivir con pasión para que la vida sea lo más agradable posible ya que siempre acaba mal.

-En su caso reconoce que la literatura es la mejor manera que ha encontrado para seguir adelante.

-De pequeño vivía en un pueblo minero en el que no había ni libros, sin embargo, me recuerdo siempre leyendo y escribiendo. La literatura es lo que llena mi vida, no sabría vivir sin escribir.

-¿Existe un estado de ánimo ideal para escribir?

-Hay mucho mito en torno a la forma de escribir, hay quien dice que es preciso hacerlo durante ocho horas, pero todo depende de la inspiración; aunque no en un sentido sagrado. Unos días se está más inspirado y otros menos, pero como en todo en la vida. Lo que siempre ha de existir en el escritor es una relación de desacuerdo con el mundo. Yo estoy en desacuerdo con lo que me rodea, para mí todo es un misterio y un absurdo y por eso le doy tantas vueltas a las cosas. No nos queda más remedio que hacerlo así. Los escritores somos náufragos que lanzamos botellas al mar en forma de libros.

-¿Y la escritura por el mero placer estético?

-También. Yo busco la emoción a través de la belleza, no escribo para entretener, aunque tampoco para aburrir, claro. Escribo para hacer sentir y pensar, y así transmitir lo que yo pienso y siento.

-¿Los buenos libros son los que salen de historias sencillas?

-Las historias brotan por la calle, solo hace falta abrir el periódico para darse cuenta de ello. De todas formas, la historia es secundaria, lo importante es el cómo se cuenta, no importa el argumento, sino el punto de vista, no importa la trama, sino el estilo. Importa la intención, es vital el cómo y el porqué.

-Ya que habla de periódicos, ¿qué diferencia a un escritor de un periodista?

-El periodismo y la literatura son dos vasos comunicantes. Surgen de lo mismo, de la necesidad y el placer de contar. Son dos ramas de un mismo tronco. Lo que pasa es que hoy día el periodismo está como está...

-¿Cómo?

-Pues fatal. Tanto el periodismo como la literatura se tiene que hacer en libertad y hoy las empresas mediáticas responden a intereses económicos y políticos, y la producción de libros está sometida al mercado. Hay muchos escritores que han tenido que claudicar para poder ser más mediáticos y vender más.

-Las nuevas tecnologías y las redes sociales han permitido que hoy todos los usuarios puedan sentirse un poco escritores, ¿no?

-No, por favor. Eso son modas pasajeras que no tienen importancia. Para ser escritor hay que pensar antes. El hombre tiende a pensar que está viviendo el momento más decisivo de la historia, pasa en todas las épocas. Hoy parece que ha cambiado todo, pero a nivel profundo no ha cambiado nada. Seguimos siendo náufragos en medio del mundo. Escribir puede hacerlo cualquiera, pero bien solo unos pocos.

-Una de sus máximas a la hora de escribir es la sencillez, lejos de artificios y barroquismo literario.

-El bien supremo que busco es la transparencia, es la forma más difícil de escribir. Existe un prejuicio de que la buena obra, la de más calidad, es la que menos se entiende, pero para nada es así. Todo depende del estilo, los hay machadianos, y otros más herméticos como Antonio Gamoneda o más barrocos como García Márquez.

-Algo habrá cambiado en la literatura española en los últimos años. ¿Será el sentido individualista de los escritores? ¿Son ahora más egocéntricos y vanidosos que en otras épocas?

-Yo siempre he sido un escritor individualista, en el sentido de que me he alejado del sistema literario. Soy un francotirador en medio de este panorama. Creo que no ha cambiado tanto la cosa, porque los escritores, como cualquier otro profesional, somos en mayor o menor medida vanidosos. Ente otras cosas porque nuestra producción parte de nuestro propio yo. Hay mucha competitividad larvada, ya sea por naturaleza o educación, y eso no me gusta nada.