Otros tiempos. Los entonces miembros del Gobierno Josep Piqué, Mariano Rajoy y Francisco Álvarez-Cascos charlan a las puertas de la Moncloa en 2002, antes de una reunión previa al inicio de la presidencia española de la Unión Europea. :: JOSÉ MARÍA BARROSO
ESPAÑA

RAJOY JUBILA LA VIEJA GUARDIA

Su decisión de rechazar a Cascos pone de manifiesto que avanza sin cortapisas hacia la renovación del PP que anunció en 2008

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El azucarillo se disolverá y el café acabará por enfriarse. La determinación de Mariano Rajoy a la hora de apostar por la 'desconocida' Isabel Pérez-Espinosa en detrimento de Francisco Álvarez-Cascos, lejos de provocar vértigo a los miembros de la dirección del PP, ha redoblado la confianza que profesan en su líder. El presidente de los populares prometió en 2008 que renovaría las estructuras del PP, algunas de ellas desvencijadas, y está cumpliendo sin inmutarse. Mantiene el rumbo aunque eso suponga tener que dejar en la cuneta a antiguos y todopoderosos dirigentes como Álvarez-Cascos, al que no salvó ni el explícito apoyo de José María Aznar o Esperanza Aguirre. Es cierto que en esta controversia se han sumado otros imponderables, como que el ex secretario general cuenta con muy pocos aliados en la actual ejecutiva del PP y, además, la reticencia de Rajoy a que florezcan nuevos barones o baronesas territoriales que puedan entorpecer el último tramo hacia la Moncloa con alguna declaración alejada de su principal credo, el centro reformista.

Los nostálgicos del 'aznarismo' han descubierto, o constatado, en los albores de este 2011 que su tiempo, sencillamente, ya pasó. Solo queda reinventarse o probar suerte en aventuras sin la mullida red de la marca PP. «La sociedad española de 2011 no es la misma que la de 1996», defiende un miembro de la dirección nacional para justificar esta nueva versión popular. Eso sí, sin mojarse sobre si ya se puede hablar de un partido cien por cien 'marianista'.

El PP de 2012 será una formación sin arrugas. Una etiqueta que, más allá del relevo generacional, se refiere a la sustitución de algunos de los 'naftalínicos' planteamientos que la vieja guardia del PP defendió a capa y espada.

Otro dirigente popular prefiere rebajar el grado de rejuvenecimiento de los mandos del partido. «En el debate entre ruptura y transición, la actual dirección del PP optó por la transición». apostilla. Una tesis que avala con el hecho de que en la Ejecutiva Nacional del PP se encuentran personas, aparte del propio Rajoy, que tuvieron un destacado papel en los Gobiernos o en el aparato 'aznarista' como Javier Arenas, Ana Mato, Federico Trillo, Pío García Escudero o Estebán González Pons. Considera que ya se puede hablar de un PP cien por cien de Rajoy, pero basado en la esencia del PP de Aznar.

El 'plan Renove' que el actual líder popular impulsó hace dos años en el congreso de Valencia tuvo unos inicios titubeantes e, incluso, peligrosos para la continuidad de Rajoy en su cargo. «Cuando renuevas los partidos hay que procurar hacerlo añadiendo, no eliminando; las renovaciones se hacen por adición, no por extinción», respondía José María Aznar al inesperado movimiento de su delfín en las vísperas del cónclave de Valencia. Rajoy se había destapado en mayo de 2008 para perplejidad del 'aznarismo' con la necesidad de «renovar las ideas» de su formación para conformar una nueva plataforma «para que el centrismo reformista recupere el liderazgo de la sociedad», aunque «sin fingir ser algo diferente».

Nuevo y viejo centrismo

Una contienda entre el nuevo y el viejo centrismo que enervó a Aznar hasta el punto de hacer constar en su discurso de despedida en Valencia que nunca había llegado a comprender «esa idea del centro como final imposible de un viaje interminable. Nunca, a nosotros nadie nos tiene que enseñar el camino el centro. No vamos al centro; estamos en el centro como mínimo desde 1989».

Hoy en día, las relaciones entre Rajoy y Aznar, sin ser fraternales, han mejorado mucho, aunque aún no ha trascendido cómo ha sentado al expresidente del PP el frenazo a las aspiraciones de Álvarez-Cascos y el posterior portazo de su compañero desde la primera hora. Lo que está claro es que Rajoy seguirá en sus trece, sobre todo tras su última intervención ante el comité ejecutivo nacional, celebrada el pasado 29 de noviembre, en la que sacó pecho por los resultados electorales obtenidos por el PP en las elecciones autonómicas en Galicia, País Vasco y Cataluña con tres candidatos nuevos. «Ha quedado demostrado que los cambios que se plantearon eran unos cambios que han sido útiles, necesarios y han funcionado bien», destacó. Y por si había quedado alguna duda del mensaje que quería transmitir agregó: «A la luz de las convocatorias electorales que se han producido, creo que debemos mantener la línea que hemos seguido a lo largo de estos dos años y medio».

El ejemplo del truncado aspirante asturiano es el último y tal vez el más grave porque se ha dado de baja tras 34 años de militancia, pero ni mucho menos es el único. En los dos últimos años, otros antiguos ministros como Eduardo Zaplana, Josep Piqué o Juan Costa han optado por convertirse en militantes de base ante sus discrepancias con el actual rumbo del PP. Otro referente de la 'edad de oro popular', como Ángel Acebes, se marchita en el Congreso y dos grandes apuestas electorales como María San Gil y Manuel Pizarro también han encallado en la marea del cambio.

El exministro de Fomento se despidió enviando una carta incendiaria a Rajoy y con una serie de intervenciones en medios de comunicación en las que se explayó a gusto contra su excompañero de Ejecutivo, al que advirtió de que «los partidos hay que jugarlos para ganarlos» o que las victorias «no se resuelven en un sillón, esperando que el tsunami de votos lleve al éxito».

Silencio como respuesta

Unos ataques que han recibido el silencio como única respuesta por parte, no ya de Rajoy, sino del resto de los miembros de la jefatura popular. «Nadie se va meter en ese charco», advierte un habitual portavoz de la formación. Cuestión distinta es que si esta semilla fecunda y el amago de Cascos de emprender una aventura política, desoyendo a los que le han advertido que hace «mucho frío» fuera del PP, que pueda agrietar el proyecto popular más allá del terruño asturiano. Las elecciones autonómicas en el Principado hubieran ocupado muy poco espacio en las crónicas políticas de no ser por la grave disputa interna en el PP. «Si no hubiera sido por lo de Cascos, estas Navidades habrían tenido que hablar de los más de cuatro millones de parados y de los problemas de liderazgo de Zapatero», ironiza un asesor de la dirección nacional.

Los otros descartados por la acción u omisión de Rajoy apenas quieren recordar su pasado. De hecho, este periódico se ha puesto en contacto con la mayoría de ellos para que aportaran testimonios en primera persona de qué significa estar entre los damnificados por el 'plan renove' popular. Sin embargo, declinaron la oferta. «Mejor que no hable», fue lo máximo que llegó a concretar uno de ellos.

Seis historias con muchas aristas, la mayoría de ellas comunes en la vida política, a las que se les puede aplicar tópicos como «quien se mueve en la foto no sale»; «quien no apuesta a caballo ganador.», «no hay nadie imprescindible» o, incluso, «donde las dan las toman».

Piqué presentó en julio de 2007 de forma irrevocable su dimisión como presidente del PP catalán. Al igual que Cascos, empleó la fórmula epistolar para decir adiós al líder. En su escrito, el exministro -lo fue de Asuntos Exteriores, Ciencia e Industria- señalaba que los nuevos nombramientos realizados en Cataluña por la dirección nacional perjudican su «autoridad personal», o lo que es lo mismo, se quejaba de haber perdido los favores del líder. En la actualidad, convertido en militante de base, no acude a ningún mitin -no se le vio en ni un sólo acto del PP en la campaña de los pasados comicios catalanes-. Su vuelta a la actividad privada ha sido exitosa, pues preside la aerolínea Vueling.

Un 'azote' en el olvido

Tras haber sido el azote del Gobierno desde su puesto como portavoz parlamentario del grupo popular durante la primera legislatura de Zapatero, o tal vez por eso mismo, Eduardo Zaplana abandonó la política en abril de 2008. Los asesores le hicieron ver a Rajoy que el expresidente valenciano trasladaba al electorado de centro la imagen del «ala dura del PP».

Hace unas semanas participó en un foro en Madrid donde coqueteó en privado con la posibilidad de regresar a la primera línea. De momento, continúa como delegado para la UE de la compañía Telefónica. El caso de María San Gil es, sin duda, el que más consternó al líder del PP. Tras una tensa reunión privada que duró poco más de 45 minutos, la entonces presidenta del PP vasco comunicó el 21 de mayo de 2008 a Rajoy que abandonaba el grupo parlamentario popular en la cámara vasca a partir de julio. Con su decisión, San Gil abría una de las mayores crisis de la historia del PP. «Tengo un problema de confianza contigo, te falta liderazgo», comunicó San Gil a Rajoy. En la actualidad, la ex diputada vasca del PP se mantiene alejada de la política.

El penúltimo en irse fue el ex ministro y diputado del PP Juan Costa. La asistencia del líder de la oposición a la presentación de un libro de Costa en Barcelona provocó algunas inquietudes en relación a un posible 'plácet' para que el ex ministro, que se sentaba en la última fila de la bancada popular en el Congreso, volviera a la primera línea, de la que fue apartado tras plantearse presentarse como rival de Rajoy en el Congreso de Valencia. Solo fue un espejismo. A finales de 2010, abandonó su escaño en el Congreso para convertirse en director de la división para el Cambio Climático de la empresa Ernst & Young.