EL MARCADOR

¿Y AHORA QUÉ?

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Bueno, ya está todo arreglado... ¿O no? El Jerez Industrial ya ha tenido su primer aviso serio con respecto a las deudas. Un equipo que está a punto de cumplir 60 años, pero que casi iba a tener que celebrarlo en el cementerio, porque se moría. Se moría y cada uno señalaba a una dirección diferente, dependiendo de como soplara el viento.

Se han echado responsabilidades unos a otros, pero al final, el que siempre paga es el socio. Y en este caso nunca mejor dicho, ya que han sido muchos los simpatizantes que han ayudado en la recaudación del dinero que ayer impidió al equipo tener que compartir categoría con Guadalcacín, Xerez B o Nueva Jarilla, es decir, bajar de categoría nacional a regional y, posiblemente, su desaparición como club.

Una desaparición que a muchos no hubiera extrañado, porque lo del conjunto jerezano olía mal, muy mal. Y todo a pesar de muchos industrialistas que se dan golpes en el pecho en barras de bar, en vez de haberlos metido en los despachos del club mientras unos y otros hacían a su antojo. Y no es nuevo. No hablo de presidentes recientes, sino de más allá. De una última década con un club de fútbol dejado de la mano de Dios que quiso jugar a ser Sociedad Anónima Deportiva. Ese no es el sentimiento industrialista.

El sentir industrialista es el de este fin de semana, con llamadas a futbolistas para rogar un acuerdo. Es decir, el sentir industrialista está marcado por el sufrimiento y la agonía de no dar el salto de alegría hasta el pitido final.

Al principio preguntaba que ahora qué va a pasar. Esta llamada de atención ha servido para verle las orejas al lobo, aunque no sé si Delgado y compañía van a seguir viviendo al límite y con servidumbre hacia la Glenn Hoddle. No quiero decir que el club tenga beneficios, Dios me libre, pero al menos cautela, que lo de ayer tan sólo ha sido un primer aviso.