SOCHI 2014

No hay medalla para el talento de Javier Fernández

El madrileño terminó a 1,18 puntos de un metal histórico para España después de emigrar desde un país en el que le dijeron que el patinaje artístico era «un deporte sólo de chicas»

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Javier Fernández se despidió de Sochi sin medalla. La decepción entre los seguidores del madrileño fue mayor, porque se quedó a un paso (1,18 puntos) de recoger el éxito de un podio después de una cosecha labrada durante 16 años impulsados por el talento como materia prima y la voluntad como motor. Sin embargo, a pesar de su ambición y su capacidad innata para el patinaje artístico, una baja puntuación rebajada por la repetición de un 'triple salchow' (253,92) le privó de inmortalizarse con la tercera medalla en unos Juegos de Invierno para España.

En el programa corto ya había enseñado sus armas. Los jueces, que cuentan con el currículum de los participantes, le habían situado en el tercer puesto a pesar de dos errores en dos salidas 'sobregiradas' y un resbalón. Los inhabituales nervios en Javi Fernández y el cambio de programa a mitad de la actuación le apartaron del oro y la plata en el primer día con el programa corto, pero se situó a la vista del bronce. Sin embargo, no logró colgarse la ansiada medalla en el programa libre con una coreografía diseñada por David Wilson, horneada con las pegadizas notas de Henry Mancini, compuestas medio siglo antes para la serie Peter Gunn, y pulida por el entrenador Brian Orsen en Toronto, donde Javier vive con su novia, la patinadora Cortnney Mansour. «Las notas han sido un poco bajas, pero ya no se puede hacer nada. Para nada es una decepción. Lo de hoy me lo tomo como una lección para el futuro», reconoció después de concluir una segunda ronda que le colocó en el cuarto puesto olímpico de Sochi.

«Sólo con cambiar uno de los dos saltos dobles por un triple habría ganado la medalla. Con su mejor marca lo habría conseguido. Con una vuelta más en el aire todo habría cambiado», explicó Noelia Rodríguez, quien formó parte del equipo español de patinaje artístico. «Al ver las notas me he venido un poco abajo. Duele, pero soy joven y hay muchos campeonatos que son también importantes», añadió el español. «Le he visto bastante bien. Ha ido 'sobrado', salvo por dos fallos graves, pero ha sido el repetir salto lo que le ha dejado fuera», analizó la patinadora que fue compañera de entrenamientos. «Da rabia, porque estás a un paso y encima por una tontería, que no me haya contado el último salto», se reafirmó el atleta. «Javi se lleva al público de calle y eso a los jueces les afecta para bien. Lo que han descontado es justo y por eso la federación no va a reclamar», concluyó Noelia Rodríguez sobre las estimaciones del jurado.

No obstante, antes de que el mundo del patinaje artístico respetara y alabara a quien hoy es el número 3 del ranking mundial, Javier Fernández debió esquivar más obstáculos fuera de las pistas que dentro. El chaval que descubrió el hielo en la casa de su abuela en Navalacruz (Ávila) se decidió a deslizarse sobre el blanco congelado después de que su hermana se aficionara al ver competiciones en televisión. El pequeño Javi acompañó desde los seis años a Laura a las sesiones en el madrileño club Igloo y su capacidad para desenvolverse en el terreno resbaladizo llamó la atención de Carolina Sanz, Iván Sáez y Jordi Lafarga, todavía entrenadores en La Nevera de Majadahonda (Madrid).

En cambio, fuera de la pista llegaban las complicaciones. «En España está considerado un deporte sólo para chicas, así que como adolescente fue difícil empezar a practicarlo», comentó el madrileño antes de acudir a Sochi. Además, apenas podía sumar más de tres horas diarias de entrenamientos y decidió que lo mejor era encontrar el lugar adecuado para dedicarse profesionalmente, mientras que su hermana ascendió al número 17 del Mundial de 2005 dos años antes de despedirse de las competiciones internacionales, tras varios años de entrenamientos en Jaca (Huesca).

Con 17 años, a Estados Unidos

Javier Fernández viajó a Estados Unidos con 17 años para ponerse a las órdenes de Nikolai Morozov, quien moldeó sus cualidades innatas para el patinaje junto con su seguridad. Mientras, el español maduró por obligación con sus padres a casi 6.000 kilómetros en un lugar del que desconocía el idioma. El adolescente madrileño floreció en Nueva Jersey y alcanzó su primera participación olímpica con un decimocuarto puesto en Vancouver (2010), antes de dar un nuevo brinco fuera de la pista para marcharse a Canadá, donde empezó a entrenar 19 horas semanales a las órdenes de un nuevo técnico después de una traumática ruptura con Morozov.

Con las instrucciones de Brian Orsen, a quien considera «un padre», elevó el tono en el concierto internacional y logró la admiración de los especialistas al incluir tres saltos cuádruples en un programa marcado por el ritmo de compositores 'hollywoodienses' como Ennio Morricone o Hans Zimmer. Con el trabajo constante y con un entrenador reconocido en el mundo del hielo, Javier Fernández afianzó también el imprescindible respeto de los jueces por un deportista procedente de un país que no contaba con un atleta de los patines en la competición olímpica desde Darío Villalba en 1956. Orsen, doble medallista olímpico, celebridad en el país de la hoja de arce y uno de los primeros deportistas que reconoció públicamente su homosexualidad (1998), es hoy el orgulloso preparador de Javier Fernández y del japonés Yuzuru Hanyu, campeón olímpico en su primera participación gracias a una puntuación de 280,09 en la final, por delante del canadiense Patrick Chan (275,62) y del kazajo Denis Ten (255,10). A las órdenes del técnico norteamericano, el español fue dos veces campeón de Europa y en 2013 se aupó a un bronce mundial que celebró vestido de 'Superman' en la gala de clausura para honrar a su alias: 'Superjavi'.

Finalmente, en los Juegos Olímpicos Javier Fernández ha logrado un nuevo gran paso con 22 años. «En cuatro años he subido 10 posiciones en las Olimpiadas y ojalá que siga mejorando para que en las siguientes suba al menos un escalón», comentó en Sochi. Pero en Rusia ser aspirante al podio ha prestigiado a una modalidad acorralada en España y, probablemente, también ha cambiado la mentalidad de quienes más difícil pusieron la tercera medalla olímpica para la historia de un país al que abanderó en la ceremonia de apertura y que sólo tiene tiempo para pisar una vez al año si quiere triunfar en la élite. Pero 'Superjavi' lo ha logrado. Desde el viernes 14 de febrero de 2014 el patinaje artístico no será más un juego de niñas gracias a Javier Fernández. Será el deporte que domina un superhéroe.