Carlo Ancelotti da instrucciones a Di María. / Efe
FÚTBOL | primera división

El diván de Carletto

El confuso técnico italiano exige a sus jugadores un cambio de actitud tras el “desastre” de Vallecas

MADRID Actualizado: Guardar
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«La ceja de Ancelotti nos muestra el camino», reza una de esas pancartas que llaman la atención en el Bernabéu, donde el Madrid no termina de redondearse como equipo pero al menos es más solvente y fiable que en sus sofocantes desplazamientos. Carletto es uno de esos técnicos poco intervencionistas que conceden el protagonismo a los jugadores, mucho más del perfil de Luis Molowny, Vicente Del Bosque o Jupp Heynckes que de José Mourinho. Aún no ha dado con la tecla y divide al madridismo, pero responde al estereotipo de entrenador llamado a conquistar Europa con los merengues.

El bondadoso preparador de Reggiolo, con mejor imagen que prestaciones desde su aterrizaje en Barajas, estalló y se sinceró tras sufrir otro sofoco en Vallecas, donde su Madrid fue bailado por un equipo con un presupuesto cinco veces menor de lo que costó sólo Illarramendi. «La segunda parte fue un desastre. Cuando reabres dos veces seguidas un partido que ganas 0-3 no es casualidad. Hay que cambiar y quitar superficialidad», espetó en la sala de prensa del feudo franjirrojo. Discreto él, evitó señalar culpables en público y garantizó que los problemas se tratarán en el «vestuario».

Agarrados cada vez más a sus megaestrellas, los blancos pasarán por el diván de su dubitativo entrenador, incapaz por ahora de equilibrar a un grupo que convierte los partidos en vertiginosas montañas rusas Cometer cuatro penaltis en dos partidos es insólito en el Madrid. Tal y como confiesa Diego López, obedece a la «falta de concentración». Examen de conciencia y dolor de los pecados en el confesionario blanco.

«Hay que aumentar la intensidad y reconocer los errores para que no nos vuelva a ocurrir lo de Vallecas. Debemos mantener la intensidad los 90 minutos», esgrime Pepe, tan vulnerable ante los de Paco Jémez como Sergio Ramos. Ancelotti tiene un problema con los centrales y los laterales. Ha encajado siete goles en tres partidos y nada menos que 16 en 12 jornadas de Liga. Sólo en Granada (0-1) y en casa ante el Málaga (2-0), ha dejado su puerta a cero.

Lejos de casa, sus ejercicios resultan contradictorios. Vivió en el alambre en Los Cármenes, debió salir goleado en Villarreal (2-2), Muñiz Fernández le rescató del ridículo en Elche (1-2), una reacción heroica le salvó en el descuento ante el Levante (2-3), en el Camp Nou cayó ante un discreto Barça (2-1) y frente al colista se impuso pidiendo la hora (2-3). Tras cuatro meses de trabajo, este Madrid no alcanza la velocidad de crucero.

Ancelotti advierte los errores igual que cualquier otro aficionado, pero de momento no acierta con los remedios. Demasiados cambios, sobre todo en el centro del campo, donde la plena recuperación de Xabi Alonso es básica para recuperar el orden. «Estando Xabi a punto, dormiré mejor», remarcó Ancelotti en una reciente entrevista. Cuando el tolosarra salió del campo en Vallecas y entró Illarramendi, el Madrid sobrevivió en el caos. Se echó mucho de menos a Khedira, criticado porque no es brillante pero necesitado porque aporta músculo y corre por todos.

Un marasmo al que contribuye el técnico con constantes movimientos de ficha en el trivote, quizá porque Illara, Isco y Modric no terminan de convencerle. Los fichajes españoles son excelentes futbolistas pero cree Ancelotti que aún les falta recorrido para representar a un Madrid rutilante, y el balcánico era figura en el Tottenham y en Croacia pero le falta algo para responder a la máxima exigencia.

Vaivenes con los canteranos

Ancelotti también es señalado por sus vaivenes con los canteranos. No se entiende que no cuente con Casemiro pese a la excelente pretemporada del brasileño, que Jesé marque en el Camp Nou y luego no sea ni convocado ante el Sevilla, o que Morata haya dejado de disfrutar de minutos por más que Benzema haya crecido de forma exponencial en los últimos encuentros.

Gareth Bale ha entrado bien, con dos goles y cuatro asistencias en los dos últimos encuentros, pero da la sensación de que la aparición del galés ha partido el bloque porque ninguno de los de arriba presiona, ni defiende. Ni Bale, ni Cristiano, descomunal en ataque con sus 13 dianas, ayudan a los laterales. Y Karim no se esfuerza precisamente a la hora de atosigar a los centrales rivales en la salida de balón.

Por suerte para Florentino Pérez, su nuevo proyecto con más individualidades que grupo y más talonario que planificación, marcha firme en Europa, con tres victorias consecutivas, 12 goles a favor y sólo dos en contra. Pero espera el martes un examen complicado en Turín, con arbitraje del inglés Howard Webb, el que condujo la final del Mundial de udáfrica. Con apenas dos puntos en su casillero, tras sendos empates frente al Copenhague y el Galatasaray, la Juventus de Conte necesita vencer para seguir con serias opciones de clasificación y no depender de los turcos. Y los transalpinos, heridos en su orgullo porque creen que merecieron mucho más en el Bernabéu, no son tan inocentes como ese ‘Rayito’ colista que amenaza pero no fulmina.