envuelta en la polémica

Miley se destapa

La que fue niña Disney tiene prisa por romper con su pasado. Con 20 años ha escandalizado al mundo... y no es la única

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Si alguien tenía alguna duda de que Hannah Montana era cosa del pasado, Miley Cyrus (Tennessee, 1992) ha dejado claro que la estrella infantil está bien muerta y enterrada. La ahora joven rebelde lleva un tiempo renegando de aquella chica de mirada dulce modelada en la factoría Disney. Miley prefiere la etiqueta de icono sexual y cuanto más transgresor, mejor. Su última excentricidad para dejar patentes sus deseos sigue dando que hablar. El numerito (con 'perreo' incluido) que montó con Robin Thicke en la gala neoyorkina de los Video Music Awards de la MTV dejó ojipláticos a los asistentes... e incendió las redes sociales. Su frenético baile exhibiendo trasero y lengua para pegar un carro de sellos ha sido tildado de pornográfico y ha desatado las críticas de las familias estadounidenses, y no solo de las más conservadoras. ¡Y eso que la cadena censuró las partes en la que la canción hablaba de éxtasis y cocaína! Desde el domingo, Cyrus tiene copado el candelero con sus salidas de tono... una vez más.

Atrás ha dejado a esa chica angelical y perfecta que con 15 años, y ya siendo famosa, aún se bañaba con su madre y se levantaba a las cinco de la mañana para leer la Biblia debido a sus fuertes convicciones religiosas heredadas de la iglesia bautista. Ni rastro de los 200 euros de paga semanal, ni de su anillo de pureza (juraba y perjuraba que llegaría virgen al matrimonio) ni de los castos y edulcorados cumpleaños en Disneylandia.

«Odio que se piense que soy un producto. No soy una muñeca. Tengo mi propia opinión, mis propios gustos», ha remachado sin cesar desde que hace dos años dejara la serie infantil. Y se afana en cultivar su lado más salvaje con excentricidades que se airean a una velocidad de vértigo. Le da igual posar ligera de ropa, desfasar hasta altas horas de la madrugada, hacer gestos grotescos, darse un pico con una amiga o que la pillen fumando savia en una cachimba... Cumple al 100% el estereotipo de adolescente rebelde, aunque ella prefiere definirse como un «espíritu libre». Algo que le ha costado tormentosas idas y venidas con su prometido, Liam Hemsworth, por cierto hermano del marido de Elsa Pataky.

Más cannabis que alcohol

«Soy demasiado honesta y mi forma de hablar asusta a los americanos», espetó en una entrevista. Tanta sinceridad le ha llevado, por ejemplo, a mandar mensajitos a Justin Bieber en los que le aconseja que «deje de hacer el estúpido».

Más allá de sus locuras, Miley no para de ofrecer titulares. Una de sus perlitas más sonadas: «El consumo de cannabis me sienta mucho mejor que el alcohol, ni me pone enferma después de unas horas ni altera mi comportamiento como lo hace la bebida. No me hace sufrir esos ataques de rabia ni esa exaltación descontrolada que suele proporcionar el uso del alcohol». Normal que los padres de los niños americanos la hayan situado en la lista negra. Hasta su padre (Billy Ray Cyrus, famoso por el tema 'No rompas más mi pobre corazón'), que antaño fue su sombra dentro y fuera de los platos, ha tirado la toalla e incluso ha reconocido que la serie de Disney «destruyó» su familia. Pese al evidente alejamiento, papá Cyrus insiste en que quiere proteger a su pequeña de los peligros del «circo mediático», lo que no está consiguiendo.

De momento, su niñita presume de que sus amigos la llamen por su desapego a la ropa interior 'Miley buy a bra' (Miley, cómprate un sujetador). Y, por supuesto, está más que orgullosa de su actuación en los MTV, donde la han apodado 'Miley Fuckin Cyrus' tras frotarse y manosearse en bikini. «Miley acaparó la noche, por lo que el país se encuentra todavía recuperándose. Gracias, Miley», sentenciaron desde la revista 'Rolling Stone', frase que rápidamente colgó en sus redes sociales. Menos atención ha prestado a las críticas llovidas en Twitter, con 'piropos' que van desde prostituta hacia arriba gracias a su modelito dos tallas más pequeñas que exprimía sus cachetes. Tampoco ha perdido ni un minuto en las pildoritas del Consejo de Padres para la Televisión acusándola de que «reemplaza su talento con el sexo».

¿Estrategia?

Cyrus, que ha bebido de la escuela de Rihanna y Lady Gaga, sabe que el sexo vende y sigue a rajatabla la premisa de 'mejor que hablen de mí... aunque sea mal'. Lleva unos meses subiendo a sus perfiles sociales fotos con poca ropa y en posturas sugerentes. A la 'vieja' Hannah Montana le encanta verse en los rankings de las mujeres más sexys. Aunque esta semana ha dado el campanazo. Durante su actuación se registraron 306.000 tuits por minuto, una barbaridad que supera con creces los 231.000 de la noche de la Superbowl y que triplica los generados por la misma gala musical el año pasado. Tampoco en Google las búsquedas se quedaron atrás. Al 'perreo' con Robin Thicke le siguieron diez millones de visitas con el nombre de Miley Cyrus. Para hacernos una idea: la búsqueda 'Siria', la noticia mundial del momento ante la posibilidad de un ataque inminente, se quedó en 100.000.

La polémica está servida, por mas que sus fans, entre ellos Justin Timberlake, la defiendan. Aunque ya hay quienes apuntan a una estrategia planificada con vistas a calentar el lanzamiento de su nuevo disco, 'Bangerz', que saldrá a la venta el 8 de octubre. El éxito está asegurado. Su primer sencillo, 'We can't stop', alcanzó la cima de iTunes en veinte países el pasado mes de junio.

Detrás de este cambio radical de imagen -pelo rapado, tintado de rubio platino y amplio tupé- y de un giro musical para alejarse del pop blando planea la sombra de su representante, Larry Rudolph, quien durante un tiempo asesoró a otra exchica Disney, Britney Spears. «Lo que se ve ahora es ella. Algunos artistas tienen la habilidad para hacer esa transición... pero la mayoría no la tienen», matiza Rudolph defendiendo su loco estilo de vida que la lleva a los tabloides casi todas las semanas.

Aunque Cyrus no necesita trabajar más en su vida. Tranquilamente podría jubilarse e irse a la granja de 200 hectáreas de Tennessee en la que se crió y en la que vive su familia. A la vez que crecía en la pequeña pantalla aumentaba una lucrativa franquicia que la llevó a atesorar en su cuenta corriente con solo 19 años 90 millones de euros. Incluso llegó a situarse en un puesto privilegiado en la lista Forbes de famosos más influyentes y sus entradas se vendían con una celeridad que no se recordaba desde los años de oro de los Beatles o Elvis. Ese ritmo de vida le originó taquicardias. Más calmada en el ámbito artístico, aunque en plena efervescencia de su rebeldía, lo único que sigue intacto es su sonrisa, la misma que la llevó a llamarse Miley (diminutivo de Smiley, sonreír). Su verdadero nombre es Destiny Hope, Destino Esperanza.