Carla Olga Garrido, una de las víctimas.
tragedia ferroviaria en galicia

La salvadora que se llevó el accidente de Santiago

El cantante Huecco se despide en un emotivo texto de Carla Garrido, una luchadora que, tras ser maltratada y superar un cáncer, había fundado una ONG para ayudar a otras mujeres que sufrían la violencia machista

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La mala suerte se ceba con algunas familias y especialmente con ciertas personas. Carla Olga Garrido (Elche, 1978) fue una de ellas. La vida le puso demasiados obstáculos en el camino hasta que finalizó trágicamente el miércoles en Santiago junto a la de su hijo, Jesús Antonio Rodríguez (Vielha e Mijaran, 2000). Ambos forman parte de la extensa lista de fallecidos en el descarrilamiento del Alvia en la curva de A Grandeira, pero su recuerdo quedará vivo en muchas mujeres a las que logró rescatar de las garras del maltrato.

Carla era una luchadora que había superado un cáncer y también los malos tratos. Autora del libro 'La mujer es una diosa', en el que contaba su experiencia, eligió ese mismo nombre para la asociación contra la violencia machista que fundó y que ahora deja 'huérfana'.

Gracia Vaquera, su madre, anunciaba en Facebook su fallecimiento: «Hoy es un día triste para tod@s los que queríais a Carla. Un asesino conductor del tren me ha arrancado la vida de mi hija y su niño, mi pequeño nieto. No puedo hablar más porque me cuesta hasta respirar. Pido que oréis por ellos, que tanto amor regalaron». Se da la circunstancia de que la joven había encontrado el amor en Galicia y, en el momento del accidente, iba a reencontrarse con su novio con el que iba a formar una nueva familia. «Iba a rehacer su vida con un joven magnífico», explicaron sus allegados.

Sin embargo, ha sido el cantante Huecco el que ha dado más relevancia a su historia. El artista es socio de honor y padrino de su asociación y en su Facebook ha explicado cómo había conocido a Carla, cuando ella entró en su camerino en un concierto en Albacete, para pedirle su colaboración.

«-¿En qué te podemos ayudar? -pregunté-.

«-Somos una asociación un poco extraoficial, salvamos mujeres, nos llaman de emergencia amenazadas de muerte por sus novios o exmaridos, cojo un coche, me pago la gasolina, las recojo en la otra punta de España y las cambiamos de ciudad para que empiecen una vida nueva. A veces llegamos a tiempo, otras no. Hay gente que critica nuestro método, pero el resultado son mujeres vivas -me dijo contundente-».

Entonces Huecco le preguntó qué deseo pediría para su asociación. Ella le contestó que le gustaría «tener una furgoneta de nueve plazas para poder transportar más mujeres amenazadas, en mi coche no cabemos y está muy viejo». Su deseo se cumplió: «Le donamos una furgoneta que elegí personalmente, en un kilómetro cero de la carretera de Toledo. Esto no tiene ningún mérito. Yo pongo un instrumento que en sí mismo es inútil si ella no pone la batalla, el trabajo, la furia devorando kilómetros en pos de salvar una vida. Esa era Carla. Qué manera de guerrear en positivo», cuenta Huecco. Para él, «uno de los días más felices» de su vida llegó al año siguiente, cuando Carla le contaba en un correo electrónico las vidas salvadas y las historias vividas en la furgoneta que donó.

Explica Huecco también que Carla había «por fin» encontrado el amor, «a un nuevo hombre en Galicia» con el que iba a vivir y pensaba casarse. «Así te recordaré siempre. Porque para mí sigues entre nosotros, siempre conduciendo tu furgoneta verde, transformando los palos de la vida en energía positiva», concluye el cantante.