Mariví Bilbao. / Archivo
BILBAÍNOS CON DIPTONGO

«Una mujer que te da la vida»

"Pocos grandes de la escena han logrado encandilar a tantas y tan variadas generaciones, dando al papel de reparto valor de principal"

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Es una mujer que te da la vida. Créanme. Bastan unos minutos para comprobarlo. Mejora el carácter y alarga la vida. O, al menos, la hace más llevadera. Porque irradia optimismo. Les hablo de Mariví Bilbao-Goyoaga. Una bilbaína universal. Y mundial, añadiré, en el sentido más casta de la palabra. Llamarle actriz es quedarse corto. Porque lo es con mayúsculas. Pocos grandes de la escena han logrado encandilar a tantas y tan variadas generaciones, dando al papel de reparto valor de principal. No les digo nada, cuando ha sido protagonista. Y lo dice como sin darle importancia. Pero, que ella no se la dé, no significa que debamos hacer lo mismo. Mariví merece eterno aplauso. Lo reconozco, me tiene ganado. Y no sólo por su oficio. También por su ser. Que, por cierto, tiene tela.

Mariví nació en Deusto en el seno de una familia "de las de toda la vida". Los Bilbao-Goyoaga nada menos. Conocidos, entre otras cosas, por la famosa tienda de toldos. Fue la tercera de seis hermanos. Hoy quedan cuatro. Apenas recuerda el barrio tomatero porque, a los dos años, se mudaron a la Siete Calles. Tampoco tiene claro el portal ni el piso. Solo que había una lechería debajo. Por entonces no tenía definido su destino. «Estudié en las Teresianas y eran unas sosas», recuerda. Pero, poco a poco, se metió en el mundillo de la interpretación. «Viajábamos por los pueblos y actuábamos detrás de las iglesias». Algo que no gustó nada en casa. Su padre puso el grito en el cielo al enterarse. Lejos de amedrentarse, le echó la culpa. «¿Qué esperaba si fue él quién nos metió el gusanillo?», comenta socarrona, recordando que solía llevarles a todo aquello que tuviera que ver con el arte.

No le perdonaron su boda

Pero no le sirvió como excusa. Así que se largó a los 24 años y se casó. No se lo perdonaron. Y aún menos cuando se separó tres años después. Imaginen lo que tuvo que ser en los grisáceos cincuenta. Pero no acabó aquí su pulso. Se fue a vivir con su segundo marido, el artista e irrepetible cronista Javier Urquijo. Como repuesta, su padre le dejó de hablar. «No me importó porque de esa relación nació lo más bonito de mi vida: mi hija», evoca. La llamó Elvira, como su madre y abuela.

Esta "ochentañera", que menciona su edad en todo momento, está grabando una serie -"La que se avecina"- y dejando una película para entrar en otra. «Vete a ver "Maktub"», me recomienda, orgullosa de haber participado en ella. Y apuesto a que dejó huella. Menuda es. Bastante jodida está la vida como para vivirla sin vicios. Ni el mismísimo José Luis Moreno, ante quien tiemblan las estrellas de relumbrón, ha logrado quitarle el cigarrito. De hecho, tiene dicho y mandado que Doña Mariví tenga un paquetito de "Chesterfield" siempre a mano. Porque la artista es la artista. Y porque le quiere. «Tiene mala fama, pero me trata muy bien. Llegó a poner un Mercedes a mi disposición y cuando murió Javier nos mandó de flores».

Por cierto, la famosa frase «Qué mona va esa chica siempre» es aportación de Mariví. Algo que uno imaginaba por ser una expresión muy botxera. «Es una gozada pasear por Bilbao, ir al cine y tomar una copita. Pero me conformo con una coca-cola, aunque suba la tensión», dice. Le critican que coma poco pero, desde hace tiempo, lo relativiza todo. «He cambiado de filosofía mil veces. Es la única forma de sobrevivir». Tiene razón. Si lo sabrá ella, que sigue paseando positivismo por medio Mundo. Mostrando que ha mantenido el genio y ganado en ingenio. Cuando veo a esos viejos prematuros, cada vez más habituales, que vivirán mucho y darán siempre el coñazo, recuerdo a Mariví. El optimismo hecho carne. Pero con label, ojo. De Bilbao para ser exactos.

Ayer fue su cumpleaños. ¿Verdad que no lo parece? Si por algo no debería fumar, es porque no tiene pinta de ser mayor de edad. Zorionak, Mariví. Por ayer, por hoy y por siempre. Porque es un orgullo que alguien como tú lleve por apellido el nombre de Bilbao.