ANÁLISIS

Turquía: alto el fuego kurdo

El llamamiento de hoy es una gran noticia y aunque debe ser recibida con cautela tampoco puede ser desdeñada como un mero movimiento táctico

MADRID Actualizado: Guardar
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Hace solo pocos meses nadie habría dado crédito a los informes de que el gobierno turco estaba negociando con los separatistas kurdos, pero lo de esta tarde -el anuncio de un alto el fuego kurdo y la salida del suelo nacional de los guerrilleros, todo incluido en el llamamiento del líder Abdullah Ocalan- no ha sido una sorpresa: se sabía hasta el día, que coincide con el Nevruz, el año nuevo kurdo.

La dosificación del anuncio le ha restado dramatismo y revela, en primer lugar, la preocupación del gobierno por vender el principio de acuerdo a una sociedad, unos partidos y un parlamento no muy dispuestos a hacer concesiones al separatismo terrorista kurdo que ha costado al país unos 40.000 muertos en treinta años.

Que ahora Ocalan, encerrado en la isla-prisión de Imrali tras ser condenado a treinta años de prisión tras su captura rocambolesca en 1999, haya accedido a hacer tal llamamiento implica una larga negociación cuyo comienzo, de fecha desconocida, solo puede ser obra de Recep Tayyip Erdogan, primer ministro y líder del 'Partido de la Justicia y el Desarrollo' (islamista-desarrollista).

Un proceso largo y difícil

Erdogan domina por completo la escena política turca tras tres grandes victorias electorales, tiene mayoría absoluta en el parlamento y aparentemente quiere redondear su tarea de virtual refundación del Estado y ser el próximo presidente de la nueva República con una reforma constitucional en marcha… en la que habrá que ubicar el hecho nacional kurdo, buscarle un acomodo satisfactorio.

Los beligerantes, es decir, el Estado y el movimiento kurdo, para entendernos, el 'PKK' ('Partido de los Trabajadores del Kurdistán') han debido llegar a la razonable conclusión de que ninguno puede obtener una victoria total sobre el otro. No es seguro, pero sí probable, que la larga prisión de Ocalan, un líder carismático cuyo retrato inunda hoy las calles de Diyarbakir, la capital kurda en el sureste del país, también le haya movido a la reflexión.

No hay detalles sobre lo acordado, es decir lo atado como previo al hecho central (el PKK dice adiós a las armas y se retira a sus bases en las montañas del norte de Iraq, en el área kurda de Kandil y aledañas) pero es seguro que hay una hoja de ruta para seguir con el proceso. Es seguro, y muy estimulante, que tenga gran protagonismo el ala político-parlamentaria de la rebelión kurda, un partido legal llamado 'Paz y Democracia' con una treintena de diputados, algunos de los cuales fueron autorizados recientemente a visitar a Ocalan en Imrali, un hecho que permitió dar como seguro el llamamiento de hoy, leído por dirigentes de tal partido.

Cuestión de seguridad nacional

Inicialmente el proceso, sin duda y hay que repetirlo inspirado por Erdogan en su plan de rehacer el país y resolver la cuestión con vías federales o confederales atenuadas, fue filtrado como una especie de ejercicio académico del poderoso aparato turco de Inteligencia, el MIT ('Agencia Nacional de Inteligencia') y de su jefe, Hakam Fidan, un intelectual escogido por Erdogan y al que todo el mundo atribuye influencia y peso en la toma de decisiones. Se teorizó la negociación como un asunto de seguridad nacional, como una necesidad de resolver el problema para redondear la imagen de la Turquía moderna y desarrollado como gran potencia regional.

También ha debido influir en el aparente cambio kurdo la evolución de la comunidad como un todo, implantados como están los kurdos en Turquía, Iraq, Siria e Irán con intereses diferenciados e insertados en procesos políticos distintos. En Iraq hay una solución de facto: una autonomía fuerte en el norte, con capital en Erbil y una suficiente, aunque ambigua, ubicación constitucional. En Siria los kurdos han vacilado mucho antes de pasarse a la rebelión anti-Assad y en Irán, menos numerosos, apenas pueden librarse de la acción severa del ejército y carecen de medios para cambiar la situación.

Erdogan accedió apenas hace una semana a la razonable petición del gran partido de la oposición, el 'Republicano del Pueblo', laico y kemalista de estricta obediencia, de celebrar un gran pleno parlamentario sobre lo que sucede con los kurdos y será difícil que respalde sin más el plan del gobierno. Espera una etapa de pedagogía en la que la redacción de un par de artículos ad hoc en la nueva Constitución será clave. Con todo, el llamamiento de hoy es una gran noticia y aunque debe ser recibida con cautela tampoco puede ser desdeñada como un mero movimiento táctico. Tal vez contenga un genuino cambio de las armas por la política…