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Israel: nuevo gobierno, mismos problemas

Los cálculos del primer ministro le permitirá ser el segundo dirigente que más tiempo ha dirigido el país

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El nuevo ejecutivo israelí está de hecho formado a estas horas, según lo que transpiran las informaciones y las fugas aportadas por los medios, y mañana oficialmente será anunciada su composición y presentado a la Knesset (parlamento) donde tiene garantizada la investidura por holgado margen.

Benjamin Netanyahu entendió, como no podía ser menos, el problema que le causa el hecho -central y con no muchos precedentes- de ser un gobierno estrictamente laico. Eso quiere decir que, en teoría, tendrá, con su mayoría y sin compromisos con los religiosos para formar una coalición, la posibilidad de abordar de una vez la cuestión capital de qué hacer con los estatutos que en diversos órdenes, singularmente el de las prestaciones militares, sagradas en el país, de las que se libran.

Han insistido en esto las dos nuevas estrellas del ejecutivo y del firmamento israelí, el experiodista de TV Fair Lapid, quien fue el segundo más votado con 19 escaños para su nueva formación, “Yesh Atid” (“Hay futuro”) y el multimillonario israelí-norteamericano Naftalí Bennett (12 para su partido, “Casa Judía”). Sus énfasis han debido ser templados y tal vez rebajados a lo que sea social y políticamente posible sobre el particular porque la cuestión religiosa es delicada y el público podría cambiar de opinión si no se evita un grave conflicto social y comunitario.

Los cálculos del primer ministro

Es sabido que Netanyahu escogió el momento de adelantar algo las elecciones cuando lo creyó más oportuno y tras negociar en completo secreto lo que fue la gran operación de reencuentro de la derecha nacionalista (él mismo y el Likud) y la ultraderecha nacionalista y laica (Avigdor Lieberman y su partido, “Israel Beiteinu).

Un día de noviembre pasado se anunció la casi fusión de los dos partidos que concurrieron el 22 de enero como una sola lista, Likud-Beiteinu en un ambiente de completa euforia y sondeos de opinión le dieron de entrada hasta 42 diputados… pero la sorpresa fue total y en poos días se supo que en el mejor de los casos llegarían a los 33/35… para ser, finalmente, 31. El fiasco, todavía inexplicable, lo cambió todo y permitió a los laicos en auge, pero muy poco receptivos en lo tocante a la cuestión palestina, negociar en posición de fuerza.

Los cálculos del primer ministro, ya en la historia de los gobiernos israelíes al formar este tercer ejecutivo que, eventualmente, le permitirá ser el segundo dirigente que más tiempo ha dirigido el país, obligaron a negociar con el dúo mencionado y, ya puesto, empezó por atraerse a su campo a la centrista Tzipi Livni, antigua jefe de “Kadima” y ex-ministra de Exteriores y ahora líder de “Hatua”, con siete escaños) a la que primero convenció: será, según creen todos los medios, ministra de Justicia, pero con el encargo de dirigir el equipo que reanudará a la negociación con la Autoridad Palestina.

Los palestinos… y lo demás

El perfil moderado y realista de Livni le convienen mucho al respecto, pero los viejos observadores locales creen que el encargo es una celada en realidad, porque el gran cuarteto Netanyahu- Lieberman-Lapid-Bennett, es muy poco favorable, por no decir nada, a la eventual formación de un estado palestino… aceptable para los interesados. El conflicto parece servido y Livni, a la que algunos medios han visto como ingenua y utilizada, podría verse obligada a reconsiderar su apuesta y provocar la primera crisis del nuevo ejecutivo.

Hay que decir al respecto, además, que la cuestión palestina, que preocupa al mundo entero y ha suscitado un explícito desencuentro entre Israel y los Estados Unidos, o su gobierno, si se prefiere, no ha jugado apenas papel alguno en la creación de la coalición. El ministerio de Defensa irá, se cree, a un clásico del Likud, el general (en la reserva) y ex-jefe de Estado Mayor, Moshe Yaalon y las divergencias con Washington, por no hablar de los árabes, parecen seguras aunque se da por hecho que el gobierno hará un primer gesto de desbloquear la negociación con los palestinos y podría congelar temporalmente la colonización de la tierra ocupada.

Así pues, Netanyahu deberá volcarse más, si no prioritariamente, de la agenda interior israelí: vivienda, coste de la vida, ocupación, juventud etc. los asuntos que, bien calibrados por Lapid, le dieron un triunfo sorprendente y que, para decirlo todo, también tiene algo de “prestado” y es la expresión de un descontento convencional. Lapid es, por lo demás, hostil a la división de Jerusalén y aunque se expresa con moderación puede ser descrito como cercando al punto de vista del Likud clásico.