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Ni espíritu ni cerebro

Sin Xabi Alonso ni Xavi Hernández, Madrid y Barça cayeron en la desidia en un partido indigno de los, supuestamente, dos mejores equipos del mundo

MADRID Actualizado: Guardar
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Sin Xabi Alonso unos, sin Xavi Hernández los otros. Sin intensidad el Madrid, sin criterio el Barça. El derbi más descafeinado de los últimos años vivió 90 minutos de sopor, sin el mínimo de calidad y actitud, e indigno de un partido en el que, supuestamente, juegan los dos mejores equipos del mundo.

Sin el donostiarra, los blancos carecieron de pase largo, cambios de orientación y de cualquier tipo de presión en el medio del campo. Sin el egarense, los azulgranas abusaron del toque corto, sin verticalidad ni cambios de ritmo. Por momentos, los culés se montaron su rondo en el medio campo, con los locales de espectadores y observando desde la distancia y la desidia.

Ni los suplentes de Mourinho aprovecharon su oportunidad ni los visitantes, con sus mejores hombres sobre el campo, dieron muestra de poder salir de la crisis de juego y resultados en la que han caído.

Callejón, Pepe, Essien, Modric, Benzema, Kaká y Morata entraron por las rotaciones previstas por el técnico portugués de cara a Old Trafford y solo el canterano aprovechó la ocasión. No hubo resurrección del brasileño, Benzemá marcó y nada más, Pepe fue desplazado al mediocentro por el ya titularísimo Varane y Callejón, Essien y Modric pasaron desapercibidos, lo peor que se puede decir de un jugador.

Incluso Messi, que igualó a Di Stéfano como máximo goleador en los 'clásicos', pareció caer en la pereza de este encuentro de hora de siesta.

Villa tampoco se hizo importante entre los culés y, al final, tanta desgana general permitió ver los pocos detalles que dejó el partido, como los gritos desde el banquillo de Roura pidiendo más entusiasmo a sus pupilos, o el dedo que sacó Jordi Alba tras el gol de Messi. El defensa, que levantó el índice y se guardó el corazón, dijo que el gesto no quería ir más allá que señalar que su compañero argentino era el número uno del mundo.

Pasó desapercibido, sin embargo, un gesto de Piqué hacia el árbitro, cruzando las manos sobre su cabeza, en el momento en que Pérez Lasa mostraba la amarilla a Iniesta. En cualquier campo de tierra de barrio, eso es una crítica directa al colegiado... y algo más.

Entre tanta dejadez, hay que agradecerle a Cristiano Ronaldo que haya borrado de su diccionario la palabra indolencia. Solo él entiende cada partido como un reto nuevo, y solo él hizo que el derbi mereciera la pena.