SITUACIÓN CRÍTICA EN EL PAÍS ÁRABE

Nadie sabe bien qué hacer con Siria

La reunión celebrada hoy en Roma por el 'Grupo de Países Amigos de Siria' terminó con un compromiso de los presentes de aumentar su asistencia material a la rebelión

MADRID Actualizado: Guardar
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La relevante reunión celebrada hoy en Roma por el “Grupo de Países Amigos de Siria” terminó con un compromiso de los presentes de aumentar su asistencia material a la rebelión, pero Washington, por boca de su nuevo Secretario de Estado, John Kerry, no confirmó el esperado cambio hacia una política de entrega de armas.

El asunto es, de hecho, la clave de la cuestión desde hace mucho tiempo y no ha hecho sino crecer a la vista de que la importante rebeldía social y el auge de la insurgencia armada cumplen casi día por día dos años y no ha podido derribar al régimen al precio de unos 70.000 muertos, en buena parte civiles, y casi un millón de exptariados.

Desde este hecho central – el empate técnico sobre el terreno y la imposibilidad de cada parte de prevalecer militarmente sobre la otra – había crecido mucho el último mes la tesis del inevitable arreglo político. Bajo fuerte presión occidental y, en particular, de Washington, la resistencia renovó sus instancias y creó una plataforma nueva y bien equilibrada bajo la presidencia de un clérigo muy moderado y respetado dentro y fuera de Siria, el sheik Ahmad Muaz al-Jatib y en Moscú ayudaron a crear el ambiente para tal arreglo haciéndolo aceptable para su protegido de Damasco.

Los matices de Kerry

El mediador de la Liga Árabe y la ONU, Lajdar Brahimi, aceptó prorrogar por seis meses su misión, debilitada por su inconveniente declaración de que la salida previa de al-Assad era una condición previa para todo acuerdo, pues asumió el criterio de una de las partes. Y la nueva plataforma, “Coalición Nacional de Fuerzas de la Oposición y la Revolución”, aparcó de hecho esa condición previa de la salida del presidente y se mostró lista para negociar con personalidades aceptables del régimen.

Los iniciados sabían que era una referencia al vicepresidente de la República, el moderado Faruq al-Sharaa, mano derecha del antiguo presidente (y padre del vigente) Hafez al-Assad, quien le colocó en el puesto para que, entre otras cosas, fuera algo así como el consejero personal de su hijo y su mentor en asuntos de estrategia política. Y, al mismo tiempo, el ministro sirio de Exteriores, Wualid Moallen, se dirigió a Moscú, su aliado político y protector diplomático, para reunirse largamente con su colega ruso, Serguei Lavrov, quien debió instarle a que confirmara, lo que se hizo con ciertas precauciones dialécticas, la disposición oficial en Damasco a negociar un desenlace político negociado “con la oposición interna y la exterior”.

Lavrov hizo todo esto poco antes de entrevistarse el martes en Berlín con su colega norteamericano, John Kerry, quien ha mostrado abiertamente que su prioridad es el dossier sirio con ciertos matices. En efecto, él, con el respaldo del vicepresidente Biden, muy involucrado en la redefinición de la política de Washington, mostró también su apoyo a una salida pactada, y aunque pareció respaldar con su silencio los informes sobre entrega de equipo militar no letal a la resistencia, no lo confirmó hoy. Se hizo saber que instructores americanos ya entrenan soldados rebeldes en una base en suelo turco y que habrá asistencia militar seleccionada y enviada al “Ejército Libre Sirio”.

Mirando al porvenir

Que la nueva y más importante ayuda se dé al “ELS”, y no a la “Coalición Nacional” es un mensaje político en toda regla: Washington no correrá el menor riesgo de que equipo militar suyo llegue a los factores islamistas de la rebelión, sobre todo al “Frente al-Nusra”, que no deja de acreditarse sobre el terreno y se ha apuntado las últimas victorias sobre el ejército, porque lo tiene por una organización terrorista de la órbita de al-Qaeda.

En otras palabras, Kerry asume y confirma la política esbozada por el equipo de su antecesora, Hillary Clinton, que aunque llegó a proponer hace meses a la Casa Blanca (que lo rechazó) un plan para armar a la rebelión con el aval de la CIA, que se ocuparía de aplicarlo, también fue reticente a apoyar sin más la revuelta… sabedora, por lo demás, de que factores oficiales sunníes, como los gobiernos saudí y qatarí, no tienen los mismos escrúpulos y por su cuenta arman a la rebelión y sus expresiones islamistas.

Obama, con consenso bipartidario en esto, autoriza la versión de la “ayuda discriminada y bajo control” que, supuestamente, debería además ser compatible con un proceso negociado con el régimen. Dialécticamente la fórmula es simple: la salida de Assad puede no preceder a la negociación, pero sí debe ser el resultado de la misma. Con un calendario adecuado y ciertas garantías eso podría ser aceptable para el clan en el poder.

Parte de la nueva asistencia americana será entregada al gobierno rebelde que está en vías de formación y que prevé nombrar un primer ministro para administrar las regiones liberadas. Tal nombramiento podría ser anunciado este sábado en Estambul.