Una modelo luce una de las creaciones de la colección de lencería de Andrés Sardá./ Reuters
FashionWeek Madrid | primera jornada

La pasarela de Madrid seduce con elegancia

Los incondicionales del valenciano Francis Montesinos muestran su entusiasmo con un desfile basado en la ‘Movida Madrileña’

MADRID Actualizado: Guardar
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Andrés Sardá regresó a la antaño Pasarela Cibeles por la puerta grande. Tras ausentarse en la pasada edición, la firma catalana tuvo el privilegio de inaugurar la Mercedes Benz Fashion Week Madrid. Y no defraudó. Su colección otoño-invierno 2013-2014, inspirada en los sofisticados años 20, explora los límites de la realidad y el sueño, pero sin dejar de lado la calidad y funcionalidad que exige una sibarita. Los tejidos dibujan el cuerpo de la mujer como si de una segunda piel se tratase gracias a la muselina de seda o los encajes, que dialogan con la contundencia de la napa o el metal para otorgar un toque sadomasoquista. Objetos de deseo que se conjugan con boas de piel y espectaculares piezas de la joyería Rabat.

La provocación y la sensualidad hasta el extremo dieron paso a la transgresión de Francis Montesinos. El valenciano se sumergió de lleno en la 'Movida Madrileña' con un intenso recorrido por sus colecciones de los ochenta: desde bombers reversibles hasta sus adoradas faldas-pantalón unisex. Una recopilación en la se disfrutó de diseños que creó para la película 'Matador', de Pedro Almodóvar. Una puesta en escena muy cinematográfica para gozo de sus incondicionales Paola Dominguín acompañada por un globo con forma de perro, Carmen Alborch y Beatriz de Orleans, entregadas a un viaje que culminó con una aperitivo del musical 'A quién le importa'.

Romántica

Tras el veterano Montesinos llegó el turno del aclamado Hannibal Laguna, que viste a una mujer romántica con un perfil escultórico que evoca a las diosas griegas. El venezolano confecciona sofisticados vestidos con cinturas pronunciadas y amplias faldas de organza acompañadas por delicadas camisetas en chantilly bordadas con hilo de plata y nácar. Una orgía de opulencia provocada por las piezas de inspiración barroca con aplicaciones de cristales tallados, cuentas de ébano. Un derroche de poderío que finalizó la actriz Vanesa Romero con la melena al viento. Un desfile perfecto si no hubiese sido por unos zapatos imposibles que dieron rigidez a las modelos.

La elegancia se mantuvo en la pasarela de la mano de Miguel Palacio para Hoss Intropia, con una apuesta clara por una silueta muy femenina y urbana, alejada de estereotipos y donde tanto el color como los volúmenes se conjugan de forma contenida. Los hombros cobran importancia al cubrirse con patchworks o simplemente adornados con drapeados. La sastrería con líneas puras en tejidos de seda lisos se combinan con tejidos de paillettes multicolor. Los cinturones aparecen con maxi hebillas de formas animales o geométricas, al igual que los bolsos. Una colección tan correcta que llamaban más la atención los complementos y los exagerados tupés de las maniquís.

También sencilla fue la colección de Teresa Helbig, que encuentra en la simplicidad de las formas, los cortes y en el minucioso trabajo artesanal, la elegancia y la seducción que la define, sin perder la frescura necesaria para no caer en el aburrimiento, experimentando con bordados de metacrilato. Mini vestidos, interminables pantalones, monos de punto roma, micro shorts o vestidos extra largos, todos ellos presentados en una paleta de colores en la que impera el negro y el caramelo. Una imagen totalmente opuesta a la ofrecida por Ana Locking en una muestra lúgubre con prendas rígidas fabricadas con neopreno, sarga de lana y engomado transparente de doble capa.

Para terminar la jornada, dos diseñadoras antagónicas: Juana Martín y Maya Hansen. La tradicional cordobesa se mantuvo fiel a sí misma y a nuestras costumbres más arraigadas. Lana, algodón, encaje y seda visten a una mujer muy femenina con prendas de corte masculino, apostando por su estilo oversize para dar un toque desenfadado a una colección para el día a día. El broche lo puso la reina de los corsés, Maya Hansen, que transformó la pasarela madrileña en el imperio Austro-húngaro, convirtiendo a la Dama de las Nieves en su musa y la decoración palaciega en su inspiración. Toda la atención la atrajeron un magnífico corsé tallado en madera el que se emplearon más de 250 horas de trabajo y unas altísimas botas fruto de su colaboración con Mascaró. ¡Renovarse o morir!