Mursi y Merkel, antes de la reunión ./ W. Kumm (Efe)
VISITA A BERLÍN

Mursi promete no instaurar un Estado militar ni teocrático

Merkel condiciona cualquier apoyo económico a Egipto al respeto a las reglas democráticas

MADRID Actualizado: Guardar
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El presidente egipcio, Mohamed Mursi , se ha comprometido a no instaurar un Estado "militar ni teocrático" ante la canciller alemana, Angela Merkel, que ha condicionado todo apoyo económico a la estabilización del país y el respeto a las reglas del Estado de Derecho. Egipto actuará "al lado de la comunidad internacional", ha asegurado Mursi tras reunirse en Berlín con la canciller, mientras Merkel insistía en que el mantenimiento de la "buena cooperación" bilateral pasa por el respeto a los derechos humanos, el diálogo "con todas las fuerzas políticas" y la libertad religiosa.

La cita en Berlín, inicialmente prevista como visita oficial de tres días, ha quedado reducida a un formato mínimo y era la única etapa del viaje de Mursi por Europa, tras cancelar a última hora su paso posterior por París debido al estado de emergencia en su país. Se trata de medidas de emergencia "temporales", limitadas a tres provincias en el Canal de Suez, ha insistido el presidente, y aseguró que la autoridad que él detenta dará paso "en unos meses" a un Gobierno formado por un Parlamento elegido democráticamente.

Mursi ha ratificado ante Merkel que no pretende instaurar un régimen presidencialista, que está abierto al diálogo "con todas las fuerzas políticas" y, a escala multilateral, a respaldar un proceso de paz en Oriente Medio "que reconcilie a israelíes y palestinos". El presidente ha negado ser un "enemigo de Israel" y, al ser preguntado por un medio alemán acerca de unas supuestas declaraciones suyas calificando a los judíos de "chupadores de sangre" o "monos", se distanció de estas palabras al señalar que habían sido "sacadas de contexto".

La canciller ha observado a su interlocutor con expresión severa en prácticamente toda la comparecencia -limitada a veinte minutos y dos turnos de preguntas, alternadas a medios egipcios y alemanes- y afirmó "haber hablado" de esas declaraciones en su cita con Mursi . "Soy musulmán y ello me obliga a respetar todas las religiones", ha afirmado Mursi, quien frente a la severidad persistente de su anfitriona mostró en todo momento una impecable moderación.

La visita a Berlín había sido planeada meses atrás, poco después de su llegada al poder, el pasado junio, y en medio de las esperanzas entre la comunidad internacional de que Mursi encabezara una transición democrática armónica, tras la caída de Hosni Mubarak. En los treinta años de Mubarak al frente del régimen, Alemania había mantenido con éste relaciones de "socio comercial privilegiado", tanto los sucesivos gobiernos conservadores como socialdemócratas.

Mursi fue invitado en verano a visitar Berlín por Merkel con el propósito de abrir una nueva etapa en las relaciones, pero resultó que la invitación se ha hecho efectiva en un momento de máxima tensión y con una reforma de la Constitución de tinte islámico en marcha. En medios berlineses se afirmaba hoy que Mursi acudía a la Cancillería con aspiraciones de lograr algún avance concreto para la condonación de su deuda con Alemania, de unos 2.500 millones de euros.

Posibles rebajas de deuda

La cifra que se barajaba, de haber respondido Mursi a las aspiraciones de la comunidad internacional, era de 240 millones de euros, cantidad que dadas las circunstancias actuales podía quedar reducida a un tramo de 30 millones. Merkel no ha mnecionado cifra alguna ante Mursi , quien la única cita que había mantenido de su recortada visita a Berlín, además de la que ha tenido con la canciller, era su encuentro posterior con empresarios alemanes.

De la agenda de Mursi en la capital alemana se había suprimido incluso la recepción con su homólogo, Joachim Gauck, pero no ese seminario auspiciado por el ministro de Economía, Philipp Rösler, tras el cual volaba de regreso a Egipto. La compleja visita de Mursi a Berlín estuvo salpicada además por las protestas de opositores y de Amnistía Internacional contra la situación de los derechos humanos en Egipto. Grupos de activistas se apostaron ante la valla de la Cancillería con dos gigantescas réplicas de Nefertiti, el busto de la reina egipcia que alberga el Neues Museum de Berlín, una de ellas con una máscara de gas y la segunda con un sangriento vendaje en la cabeza.