'Novelas amorosas y exemplares' de María de Zayas y Sotomayor. / BNE
Exposición

Mujeres de palabra... Y obra

'El despertar de la escritura femenina' pone en valor la rica y esforzada aportación de las mujeres a la literatura hispana. -La Biblioteca Nacional explora los difíciles comienzos de las pioneras, de Teresa de Jesús a María de Zayas

MADRID Actualizado: Guardar
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La escritura fue poco menos que una tortura para las primeras mujeres enamoradas de la palabra y la lengua española. Su empeño en formarse y escribir suponía a menudo la ocultación, la renuncia a la identidad, la búsqueda del refugio y ampao en conventos y órdenes religiosas, cuando no la condena al ostracismo y la descarada usurpación de la identidad y el talento. Se puede constatar en la muestra 'El despertar de la escritura femenina en lengua castellana' que acoge el museo de la Biblioteca Nacional (BNE). Es una exposición de pequeño formato y gran interés, que en una única sala repasa dos siglos de ocultaciones y usurpaciones, sí, pero también los logros y raros éxitos de grandiosas y esforzadas escritoras españolas entre los siglos XV al XVII. Un recorrido que se detiene en personajes tan brillantes como Santa Teresa de Jesús, sor Juana Inés de la Cruz, o María Zayas, pero jalonado de grandes y talentosas desconocidas.

Clara Janés, poeta y ensayista y autora de 'Las primeras poetisas en lengua castellana' (1986), es la comisaria de esta exposición que revela el florecimiento de la literatura en los conventos, tanto en la prosa de Teresa de Ávila, la poesía de sor María de la Antigua o el teatro de sor Marcela de San Félix. A través de manuscritos, documentos y libros, Janés deja patente como "las primeras escritoras españolas lo tuvieron muy difícil para salir adelante, porque vivían en una sociedad machista". Pero también como, por fortuna, sus obras han llegado hasta nosotros "para que las juzgue la historia como se merecen".

Esforzadas narradoras, poetas y mujeres de ciencia como Olivia Sabuco, descubridora del líquido cefalorraquídeo bajo el reinado de Felipe II y a quien su propio padre usurpó el honor del hallazgo para apuntárselo él. Una felonía que pagada con la misma moneda, ya que un equipo de científicos británicos se apuntó el tanto y dejó en el túnel de la historia al padre tramposo historia a la propia Olivia Sabuco, que recogió su saber en el libro 'Nueva filosofía de la naturaleza del hombre, no conocida ni alcanzada de los grandes filósofos antiguos' y que mereció de sus contemporáneos como el mismísimo Lope de Vega apelativos como 'honor de España' y 'musa décima'.

También se la jugaron a Luisa Sigea que tras un primer éxito vio como un tal Nicolás Chorier le usurpaba su nombre para firmar 'La academia de las damas', opúsculo de tinte pornográfico de dudoso gusto. Además de ser víctima de esta impostura literaria vio como sus obras de más éxito su obra replicadas y mutiladas en una pionera acción de piratería editorial.

Dramas

Al otro lado de atlántico se vivían otros dramas de letras. Juana Inés de la Cruz aprendía a leer y escribir por sí misma con tres años y con cinco dominaba la lengua de los indígenas mexicanos. Superdotada, para seguir su vocación literaria se vería obligada a convertirse en monja y desarrollar su talento en una sobria celda poblada de aparatos científicos y libros de literatura y de pensamiento, hasta que la Inquisición la obliga a retractarse de sus ideas. Fue tras publicar su 'Carta Atenagórica', considerada poco devota por las jerarquías eclesiásticas, que le llevaron a juicio. Acabó sir Juan Inés por abjurar, renunciar a sus posesiones y declararse "la peor de todas", viéndose obligada a abandonar la vida pública y a no editar sus escritos.

Mujer y escritora muy adelantada a su tiempo fue María de Zayas, defensa a ultranza como sor Juana Inés del derecho de la mujer a la educación, pionera del feminismo quien, a pesar de su gloria y su notable éxito, guardó celosamente su verdadera identidad. En el prólogo de su libro 'Novelas amorosas' y ejemplares -considerado un 'Decamerón español'- expresa con ironía su preocupación ante el posible menosprecio de sus escritos, por deberse a una pluma femenina.

Antes que la Zayas, Teresa de Cepeda y Ahumada, con el paso de los años Santa Teresa de Jesús, dejó una inmensa obra reflejo de su personalidad y fuerza creadora. La muestra recoge algunos escritos que dan cuenta del rigor y la altura que supo infundir a las religiosas del Carmelo. Pero como pasó con otras escritoras, la Inquisición quemó sus obras y algunas de sus discípulas, como es sor Ana de San Bartolomé y sor Ana de Jesús, tuvieron que salir de España y refugiarse en otros países.

La exposición de la BNE muestra obras como 'Libro llamado Camino de perfección' que escribió para sus hermanas carmelitas, 'Conceptos del Amor de Dios', 'Carta de Santa Teresa de Jesús a doña Isabel Osorio' y 'Los libros de la madre Teresa de Jesús, fundadora de los monasterios de monjas y frailes carmelitas descalzos de la primera regla'.

No sufrió condena ni persecución sor Ana de Jesús, cultivada monja depositaria y difusora de obras de los grandes doctos de su época, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León. Tampoco Luisa de Carvajal, que se negó a tomar los hábitos, pero se hizo misionera y su labor es reconocida en distintos países. Ni la dramaturga Ana Caro, dedicada en cuerpo y alma al teatro que recibió numerosos encargos literarios de la nobleza sevillana y madrileña del siglo XVI. Hay también notables traductoras como Isabel Rebeca Correa, agudas pensadoras como Juliana Morella y tempranas buscadoras de gloria en los concursos poéticos y ganadora de numerosos certámenes como Cristobalina Fernández de Alarcón, ganadora recúrrete de estos certámenes, lo que le granjeó la antipatía y la envidia de Góngora y Quevedo y la admiración de Lope de Vega. El Fénix de los ingenios sensible al talento femenino que rindió homenaje a la literatura femenina en escritos como su 'Laurel de Apolo', donde habla de Safo y Pola Argentaria, Juliana Morell, Santa Teresa de Jesús, María de Zayas, Amarilis, Vittoria Colona y Laura Tercina.

Los anales de los certámenes y los libros colectivos que se exponen, realizados con motivo de homenajes o celebraciones, permiten seguir el rastro literario de pioneras como Isabel de Villena, Florencia Pinar, Luisa de Carvajal, Ana Caro, Juliana Morella o Isabel Rebeca Correa. Ya en el siglo XV, algunas escritoras vieron sus textos bien publicados. Algunas habían renunciado al mundo, como la abadesa Isabel de Villena, hija natural del Marqués de Villena, que empleó en sus textos el latín y el valenciano. Otra, Florencia Pinar, vio uno de sus romances recogido por Hernando del Castillo en su Cancionero General.

La muestra contribuye a contrarrestar "una tradición muy machista que arrastra la Biblioteca Nacional desde su inicio" según admito su actual directora, Gloria Pérez-Salmerón, la quinta mujer al frente de la tricentenaria casa, después de que la prime accediera al cargo en 199. Recordó Pérez-Salmerón que su fundador en 1711, Felipe V, vetó el acceso a las mujeres y como sólo a partir de 1837 se autorizó su entrada los sábados y de visita, como si fueran "bichos raros". Paradójicamente el cuepro de bibliotecarios del Estado es mayoritariamente femenino "tanto que le llamamos la cuerpa" y el número de usuarias de la BNE es "sensiblemente superior al de usuarios".