El milagro del Bradford

La proeza y la gesta tiene a partir de ahora un nuevo nombre: Bradford City. Es el equipo sensación de Europa, al menos por un día, por unas horas. Culminó la sorpresa y disputará la final de la Copa de la Liga inglesa, tras eliminar al Aston Villa pese a caer por 2-1 en Birmingham. El equipo, que solo ha sumado un punto en las últimas cuatro jornadas de la cuarta división del fútbol inglés, peleará por el título en Wembley ante Chelsea o Swansea (0-2 de ventaja para los galeses de Michu).

Eliminó al Wigan, se deshizo del Arsenal y, para no quedarse a mitad de camino también pudo con los 'villanos'. El Bradford nos recuerda por qué el fútbol es tan grande. La ciudad, a 278 km de Londres, no cuenta con una gran tradición futbolística, a pesar de que en la zona viven más de 250.000 habitantes. Futbolísticamente era difícil poner a Bradford en el mapa. Hasta ayer. La última vez que ganaron un gran torneo fue la FA Cup de hace 102 años, ahora los aficionados Bantams tienen un nuevo sueño.

El Aston Villa fue incapaz de remontar el 3-1 de la ida, pese a los goles de Christian Benteke y Andreas Weimann, el último a dos minutos del final. Porque al comienzo del segundo tiempo James Hanson se deshizo en un córner del internacional holandés Ron Vlaar para cabecear a la red. El mejor momento en la carrera del delantero, 25 años y que a diario se gana la vida apilando estanterías en un centro comercial. Un cuento de hadas.

"Esto es una locura, no creo que nadie pueda hacer nunca algo similar", comentaba Parkinson tras el 2-1 en Villa Park. "Creo que podríamos llenar Wembley sólo con nuestra afición", añadía el técnico. "Ganar quizá sea ir demasiado lejos, pero la final ya es un premio maravilloso". Desde luego, no se puede pedir mucho más a una plantilla cuyo valor de mercado no alcanza los seis millones de euros.

Del dolor a la alegría

El deporte en sí está lleno de historias en las que se termina pasando del dolor a la alegría. La del Bradford City es, indudablemente, una de ellas. Hoy es el imprevisto finalista de la Capital One Cup (ex-Carling Cup). Pero casi 28 años atrás escribía su página más negra. Lo que parecía que iba a ser un día de fiesta acabó por convertirse en una tragedia que ha marcado la historia más reciente del fútbol británico y que ha cambiado los estamentos de la legislación competitiva en el Reino Unido.

No ha tenido tanta repercusión como Heysel o Hillsborough. Sin embargo, quedó perpetuado en la memoria de los ciudadanos de las islas británicas como uno de los mayores desastres deportivos de su historia. Cada 11 de mayo se sufre una reminiscencia al pasado, a 1985, al año que Bradford ardió. Aquella celebración se tornó en tragedia: 56 muertos y más de 250 heridos. Una colilla mal apagada cayó en un montón de basura y las llamas encontraron alimento en los vetustos soportes, entonces de madera.

Tras el siniestro, el estadio se remodeló completamente, siendo reinaugurado en diciembre de 1986. Hasta aquel entonces el club debió hacer de local en otros campos. En 1996 lograron el ascenso a la Division One, y tres años más tarde recalaron en la Premier League, donde estuvieron dos años. Tras ello, los problemas financieros acecharon a la institución del condado de York, los cuales motivaron a que el equipo caiga a la cuarta división.

Sin embargo, eso no ha sido impedimento para que pudiesen regresar al primer plano. Han disputado siete batallas en esta Copa de la Liga. Dos de las eliminatorias fueron superadas en la prórroga (Notts County y Burton) mientras que en otras dos pasaron tras los penaltis (Wigan y Arsenal).

Desde el Rochdale, que perdió la final de 1962 ante el Norwich City, ningún club de cuarta división alcanzaba la última ronda en la Copa de la Liga. De hecho, el último equipo no profesional en conquistar el título fue el Swindon Town, allá por 1969. A un paso se quedó el Cardiff hace 11 meses, en los crueles penaltis ante el Liverpool. Ahora, el Bradford tiene una oportunidad histórica.