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Venezuela: el fondo y la forma

Cabello, militar de carrera, parece mejor situado entre las poderosas fuerzas armadas

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Finalmente, a solo 48 horas de la ceremonia prevista, el vicepresidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, cumplió el trámite de indicar a la autoridad pertinente que el presidente reelecto, Hugo Chávez Frías, está impedido por enfermedad de proceder mañana al juramento como jefe del Estado para el próximo sexenio.

Lo hizo según lo previsto, enviando al presidente del parlamento una carta sobria que respira, sin embargo, ese tono más militante que institucional que tiñe incluso la relación oficial y escrita entre los números dos y tres de un régimen constitucional. Así, además de mencionarle como presidente de la Asamblea Nacional, le presenta como “estimado compatriota” y añade, a mano, un y Camarada con una “C” mayúscula que subraya la condición de comunes afanes políticos.

La anotación no es del todo impertinente ni inocua, si se recuerda que circula intensamente en Caracas la versión de que los dos hombres representan visiones distintas y potencialmente enfrentadas del chavismo político. En concreto, Cabello, militar de carrera involucrado como joven en la fallida intentona de Chávez en 1992, parece mejor situado entre las poderosas fuerzas armadas y es poco o nada pro-cubano, si vale recurrir a fórmulas sumarias.

Misterios caraqueños

Está casi todo dicho sobre la controversia jurídica acerca de cómo interpretar los artículos 231 y 233 de la Constitución, que prevén la vacante imprevista en la jefatura del Estado. Hasta ahora queda claro que se entiende la enfermedad de Chávez como una falta temporal (no absoluta), pues podría recuperar la salud y jurar más tarde ante el Tribunal Supremo, cuyo dictamen, esperado, será probablemente favorable a esta interpretación, benévola, oficialista… e irrealista.

Más complejo es establecer si el presidente de la Asamblea Nacional, Cabello, debía asumir interinamente la presidencia con el tiempo tasado a dos periodos de noventa días cada uno. Si persistía la falta debería ser convocada una nueva elección presidencial. Y aquí empiezan lo que una fuente local calificaba de misterio caraqueño. ¿Por qué el campo chavista no convoca una elección que, con toda probabilidad, ganaría holgadamente?

En pura hipótesis hay tres datos que sopesar: a) Chávez, en efecto, aunque muy grave, podría recuperarse y se debe esperar por si se produce el milagro; b) nadie osa tomar la decisión sin una explícita luz verde del líder; d) Maduro y Cabello, los dos candidatos mejor colocados, han optado por comprar tiempo y temen aparecer como ansiosos aspirantes en vez de cómo compungidos compañeros.

Normalidad y excepcionalidad

Aparentemente los interesados (o el propio Chávez, por inverosímil que sea) no han sopesado los problemas más prosaicos que suscita la decisión tomada, empezando por responder a la pregunta de quién firmará las leyes que exijan ratificación presidencial con un presidente hospitalizado en el extranjero y tal vez incapaz de tomar una pluma y estampar su nombre.

Y tampoco los inconvenientes, en apariencia solo prácticos y de intendencia pero de hecho políticos y complicados, que ha provocado la decisión de aplazar sine die el juramento. Entre ellos, ¿qué harán las docenas de delegaciones extranjeras preparadas para estar presentes mañana? ¿No corre un grave riesgo el proyecto oficial, ratificado todavía ayer, de aprovechar el acto para reunir en Caracas a “los principales líderes de América Latina”? Un presidente superejecutivo, como es el de la Venezuela bolivariana, es de hecho y de derecho el jefe del gobierno…

Lo excepcional de la situación no ayuda a mantenerla indefinidamente y tampoco redunda en beneficio del régimen el manejo de la situación en términos políticos y su desdén desinhibido y poco edificante por las maneras, el sentido práctico y el interés general. Aunque todo lo hecho parece puramente formal y de rutina, sus responsables, claramente, ignoran el descubrimiento del gran don Jesús Reyes Heroles, un estadista mexicano que pudo – y no quiso – ser presidente de la República quien dejó escrito que en política, la forma es el fondo …