El cantante malagueño./ Foto: Archivo | Vídeo: V. Carrasco
MÚSICA

Pablo Alborán, 'c'est moi'

El cantante que más discos vendió en España en 2011 publica nuevo álbum, 'Tanto', con un extra en francés, 'La vie en rose', que incluye en su versión digital

MADRID Actualizado: Guardar
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Han pasado casi dos años desde que Pablo Alborán inyectara un chute de energía a la industria musical con su primer disco homónimo; "dos años de locura, buena suerte y muchísimo trabajo, esfuerzo y amor", según explica él mismo en la presentación de su segundo disco de estudio: 'Tanto', que sale hoy a la venta. La buena suerte de la que habla el cantante malagueño lo lleva persiguiendo desde que aporreó por primera vez un piano a los 7 años y, a los 23, le ha sonreído con quince discos de platino y el título de artista que más discos vendió en España en 2011.

Confiesa que las cifras le superan, sobre todo por la presión que recibe por mantenerse en lo más alto, un mérito que recibe con orgullo pero que no percibe como vital. "Ser número uno constantemente puede hasta aburrir a la gente, lo importante es encontrar tu sitio y no concebir esto como una competición", afirma. Su sitio está con los fans, decenas de miles de seguidores responsables de la expectativa que se generó en torno a esta suerte de mesías musical -predestinado a salvar un mercado en fase terminal, dicen-, cuando no tenía aún en el mercado su primer disco. "Lo de subir los vídeos a Youtube fue una decisión no meditada, para mostrar lo que estaba haciendo y se disparó", recuerda el artista.

Es un fenómeno de internet en toda regla, y en la red se mantiene para informar casi al minuto de sus andanzas a través de Facebook, Tuenti y Twitter. Solo en la red de microblogging congrega a casi un millón de parroquianos. "No me cuesta nada mandar un mensaje, hasta me llaman pesado a veces, pero es una manera de decirles que los sigo, que los leo. No quiero perder la cercanía porque me permite saber qué opinan del disco o de los conciertos".

Burbuja familiar

Para desconectar de la burbuja de éxito, Pablo Alborán se refugia en la casa familiar, un chalé en Benalmádena donde conviven con sus padres, dos hermanos con sus parejas y dos sobrinitas. En ellos y en su abuela -recién fallecida- es donde se ha estado apoyando el malagueño en esta locura de sueño cumplido. Y a ellos les dedica un tema en francés, 'La vie en rose', que incluye en la versión digital del disco. "Un tema en francés -con respeto a Edith Piaf-, porque mi madre y parte de mi familia es francesa. Y porque es la última canción que le canté en el hospital a mi abuela". No es la primera vez que canta en el idioma galo, de hecho, recuerda divertido un concierto en Donosti al que acudió su familia francesa. "Cuando dije que iba a cantar en su idioma, mis cuatro tíos se pusieron de pie con la mano en pecho, `pensaban que iba a cantar el himno! Fue muy divertido". La familia le hace mantener los pies en el suelo, un refugio donde compone y disfruta de su tiempo libre. "Soy bastante aburrido, mis costumbres son ir al cine, estar en casa y jugar con mis sobrinita".

Aborrece de las fiestas y el faranduleo en general. "Entiendo que la industria musical es un show pero no es mi sitio, prefiero que la vente me vea sobre el escenario cantando que con una copa en la mano o en una alfombra roja". Llama la atención que a su edad tenga las cosas tan claras y no le deslumbren los focos de la fama; también su perspectiva en un momento delicado en la economía en general y en su sector en particular. Tener familiares en paro o enfermos sin acceso a las ayudas necesarias le ayuda a tomar el pulso a la realidad para luego componer desde el sofá desvencijado que conquistó hace años en el garaje de su casa. Le aterra sonar a gurú económico pero se atreve a hacer su análisis y alerta de una total falta de confianza, de empatía, de ganas de entender al otro. "Aunque venga Supermán a salvarnos, ya no confiaremos en él".