ANÁLISIS

Beirut: una bomba y su autoría

Al menos ocho personas han muerto en un atentado que parece tener como destinatario la sede de un partido-milicia ultracatólico y muy nacionalista

MADRID Actualizado: Guardar
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La explosión de un coche bomba a una hora de fuerte tránsito rodado y de peatones en el corazón de un barrio cristiano de Beirut mató esta tarde a un elevado número de personas: oficialmente se anotan ocho pero con más de setenta heridos e incluso algunos desaparecidos se puede temer un balance final mucho más sangriento.

Si el remite no está claro por ahora, el atentado tenía en cambio un aparente destinatario: la sede, muy cercana al lugar de la explosión de las Kataeb, ('Falanges Libanesas') un partido-milicia ultracatólico y muy nacionalista, relevante en la reciente historia libanesa y fundado y dirigido siempre por la familia Gemayel, muy hostil a la influencia y la presencia siria en el país.

Eso sugeriría una autoría de los factores locales pro-sirios, entre los que brilla el potente Hezbollah, a día de hoy el partido mayoritario en el parlamento y con una rama militar equiparable por su importancia, disciplina y número a muchos ejércitos del mundo. Pero no solo sería frívolo atribuirle sin más el ataque, sino que sería privar al grupo de su reconocida finura para el análisis político, demostrada una vez más en su manejo de su ubicación en el drama sirio.

Los precedentes

Sí es, en cambio, plausible y razonable insertar el atroz atentado en el contexto de la guerra en Siria y en ese sentido sería la última, aunque la más grave, expresión de la misma en suelo libanés. Hasta ahora, aunque ha habido incidentes de cierta importancia, con muertos y heridos, se han espaciado en el tiempo y casi se han limitado a Trípoli, la segunda ciudad del país, en el Norte, donde hay milicias para todos los gustos y cada partido dispone de hombres armados.

En términos generales se puede decir que todas las facciones, maronitas (católicas de rito oriental, en Siria muy cercanas al poder de Assad) como musulmanas (lo mismo los sunníes, que proveen por definición el primer ministro, que los shiíes, que presiden el parlamento) han optado por una autocontención que implica, además de sentido común, un sano temor y la falta de certeza sobre cómo terminará el conflicto civil en Siria.

Así, Hezbollah, shií y estrecho aliado del régimen sirio (y que le hizo a Benedicto XVI un recibimiento impresionante) observa un tono menor y respalda el llamamiento del jefe del Estado, el general Michel Sleiman, un cristiano maronita, a mantener al país unido y lejos de la violencia, que, mal que bien, concluyó con los acuerdos de Taif, firmados en 1982 en la ciudad saudí de ese nombre.

Aucontención y perfil bajo

En términos de vuelta al caos, el país había sobrevivido incluso al asesinato del primer ministro Rafic Hariri un hecho de gran resonancia política, dados la autoridad y el papel del difunto. El país contuvo la respiración aquel día de febrero de 2205 y como dijo en nuestra presencia un observador político local: "si esto no mata al Líbano, es que mi país es inmortal"…

A base, pues de contención, perfil bajo y poca o ninguna involucración visible en el drama sirio, el vecino libanés iba escapando al terror al que muchos augurios le destinaban con seguridad. En este contexto puede ser creíble la rápida condena siria del atentado. A Damasco no le conviene, o no le conviene todavía si se prefiere, una desestabilización general en el Líbano, percibido como una reserva militar (Hezbollah), política (las facciones pro-sirias), religiosa (los patriarcados cristianos de varios orígenes) y diplomática (el voto libanés en la Liga Árabe o en otros foros).

Hay que suponer, en fin, que si llegara el caos al Líbano como primer resultado de la temida exportación del conflicto sirio, la activación sería obra de un Damasco a la desesperada. Pero en Damasco no parecen del todo desesperados: no ganan la guerra, pero la rebelión mucho menos, hay un punto muerto sobre el terreno y la tendencia es al estancamiento… Un marco en el que no se admiten amateurs ni improvisadores: la bomba puede tener varias autorías, incluida la probabilidad de que sea la clásica provocación…