'Louise Bourgeois'. / Nanda Lanfranco
EXPOSICIÓN

Louise Bourgeois, los demonios de la mujer araña

Un tercio de las más de 60 piezas que reúne 'MAL haya QUIEN mal piense' no se habían expuesto jamás

MADRID Actualizado: Guardar
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Los últimos diez años de la gran aventura creativa de Louise Bourgeois (París, 1911 - Nueva York, 2010) celebran la primera década de La Casa Encendida. La institución celebra su cumpleaños con una excepcional e histórica muestra por la que hubieran 'matado' el mismísimo MoMA y, desde luego, el vecino museo Reina Sofía. 'MAL haya QUIEN mal piense' es el título de la muestra y de una de las más de 60 piezas de la última etapa de Bourgoeis que reúne, un tercio de las cuales no se había expuesto jamás. Verlas en España es todo un logro de José Guirao, director de La Casa Encendida y ex director del Reina Sofía, museo público que organizó la pionera retrospectiva española de la singular creadora franco estadounidenses hace más de una década, la primera mujer a la que MoMA dedicó una retrospectiva.

Universalmente reconocida por su arañas -como la de Guggenheim de Bilbao- este arácnido que en el universo de Bourgeois simboliza la feminidad, solo aparece en una de las piezas de la selección, centrada en las "obsesiones, demonios y sueños" de la artista. La muestra es así una autobiografía, un autorretrato de Bougeois enfrentada a su pasado, a su temor al rechazo y al abandono y su búsqueda de autoafirmación.

Creadora infatigable, Louise Bourgeois no cesó de trabajar hasta su muerte. Muy activa hasta los 98 años, recorrió una trayectoria tan personal como universal, analizando a través de su obra la experiencia de ser mujer en el siglo XX. De su talante da prueba la foto de Robert Mapplethorpe que recibe al espectador, un enorme retrato de una octogenaria, frágil y risueña Bourgeois sosteniendo una escultura con un enorme falo.

"El arte es una huida, no un destino" aseguraba Bourgeois, orgullosa de "hacer, rehacer y destruir como me da la gana" sus piezas. Su trabajo es hoy valorado como el de una de las creadoras más singulares interesantes de la segunda mitad del siglo XX. Pero Guirao explicó divertido como hace apenas quince años sudó tinta para convencer al patronato del Reina Sofía de la conveniencia de adquirir a una de la arañas de Bourgeois. Compró finalmente a la galerista Soledad Lorenzo una de las grandes arañas que hoy se disputan los mejores museos, coleccionistas y salas de subastas de todo el mundo.

La muestra reúne esculturas, dibujos, celdas-células, grabados sobre tela, ensamblajes o figuras de trapo confeccionadas con remiendos en las que afloran todos los temores y obsesiones de Bourgeois, que se psicoanalizó durante casi cuatro décadas y que dejo miles de páginas escritas sobe sus preocupaciones plásticas y vitales. La infancia, la maternidad, la sexualidad, el pánico al abandono, la ternura y la violencia son tratados "de forma lapidaria o exhaustiva, sin concesiones, con la distancia o densidad de la experiencia, cuestionando o dando testimonio de una vida y de su lucha por afirmarse a través una obra que dejarán su marca indeleble sobre el siglo XX" resume la comisaria Danielle Tilkin.

Reconocimiento tardío

Sólo dos de las piezas expuestas -'Rejeccion' y 'Seven in bed'- se habían visto antes en España, en la exposición que le dedico el CAC de Málaga en 2004. Un tercio de todo material expuesto procede de la colección de la artista y no se había exhibido jamás, según confirmó Jerry Gorovoy, asistente del Bourgeois durante tres décadas y cuya aportación ha sido crucial para la organización de la muestra.

En la última etapa de su casi centenaria vida Louise Bourgeois volvió a materiales suaves y blandos en lugar del los duros, como el bronce y el mármol, de su inicioas. Hija de tejedores, el hilo y los tejidos, su ropas y la costura son protagonistas de muchas de sus últimas piezas. Conforman una obra ajena a cualquier moda o tendencia, tan personal como universal, que según la comisaria "nos hace partícipes desde hace más de medio siglo de su lucha, como mujer y como artista, por construirse y no ser eliminada". Como la propia Bourgeois afirmaba "mi feminidad está roída por las ratas. Roída por dentro y por fuera como un huevo agujereado con un alfiler y luego sorbido hasta vaciarlo. Hay que fortificarla, reforzarla, hacerla como una pelota de espuma que rebota hasta el techo".

La obra de Bourgeois, tan rara como poderosa, no fue reconocida hasta 1982. Cuando tenía ya 72 años el MoMA le dedicó una retrospectiva, la primera exposición individual de una mujer en el museo neoyorkino. "Durante largos años fueron sobre todo otras mujeres, también artistas y más jóvenes, las que encontraron en la radicalidad de su trabajo un punto de referencia y de encuentro asimilable a sus propios discursos" dice la comisaria. "Louise no es una militante; es una individualista que en la soledad de su estudio se enfrenta a sus propios demonios y se libera, da forma a sus pensamientos, exorciza los conflictos y pone orden en su mundo", apunta Tilkin.

Gorovoy asegura que los materiales son clave para entender la evolución de la artista y de una obra fuerte en apariencia pero que es una exploración de sus fragilidades. Así lo refleja un cuadro que expresa sus temores ante el silencio, la oscuridad, la caída, el insomnio o el vacío. "Soy imperfecta pero no echo en falta nada. Quizás falta algo, pero no lo sé y por eso no sufro".

En paralelo a la exposición se proyectarán dos documentales basados en entrevistas con la artista: 'Louise Bourgeois', de Camille Guichard (1993) y 'Louise Bourgeois, The Spider. The Mistress and the Tangerine', de Marion Cajori y Amei Wallach. (2008). Una oportunidad única para conocerla a fondo. Su inteligente, implacable y misterioso testimonio nos acerca de manera excepcional a su vida, su trabajo y su obra, interdependientes entre sí y fuertemente enraizados en un inconsciente al que la artista puede acceder de manera privilegiada.