Victor García, sonriente, posa para los fotografos. / REUTERS
ATLETISMO | EUROPEO de helsinki

El agrio bronce de 'pies de seda'

Víctor García acaba tercero en la final de 3.000 m obstáculos tras caer al suelo cuando luchaba por el oro

HELSINKI Actualizado: Guardar
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«El madero es implacable». Luismi Martín Berlanas, una institución del atletismo español, uno de los pocos que tuteó a los africanos con los obstáculos en el camino (cuarto en Edmonton 2001), explica lo que supone arriesgar frente a un obstáculo, con la meta a 60 metros, las pulsaciones a tope y la medalla de oro ahí delante. Y el madero fue implacable con Víctor García, un español de explosión tardía que en la última recta, emparejado con el francés Mahiedine Mekhissi (subcampeón olímpico, bronce en un Mundial y ya bicampeón de Europa), en un sprint hacia el título europeo, arriesgó en el último paso por el obstáculo, tropezó y cayó al suelo. El madrileño aún tuvo la frialdad de reaccionar a tiempo y amarrar la medalla de bronce tras ser rebasado por el turco de origen keniano Tarik Langat Akdag.

Víctor García entra así en el club de los históricos españoles en los 3.000 m obstáculos. El madrileño sucede en el palmarés de los Europeos al aire libre a Domingo Ramón (bronce en Atenas'82), Penti (oro en Múnich'02 y que este viernes concluyó decimocuarto, tercer español, detrás también de Abdelaziz Merzoughi, quinto), el propio Berlanas (bronce en Múnich) y José Luis Blanco (plata en Gotemburgo'06). Y lo hace con una mezcla de desparpajo («Si llego al último 200 en cabeza, no le tengo miedo ni a Mekhissi ni a Koech», declaró a Eurosport») e infortunio.

Berlanas, que bautizó al 'ochocentista' Kevin López como 'pies calientes', llama a Víctor García 'pies de seda'. «Es increíble: lo hace todo suave, parece que no le cueste, que tenga menos resistencia a la gravedad. Cuando he entrenado con él parece que yo pese 80 kilos y él 40». Quizá por eso, después de los dos primeros miles a un ritmo muy tranquilo (2.59 el primero y 2.58 en segundo), cuando volaron en el tercer parcial (en 2.36 ese mil), daba la sensación de poder con Mekhassi (se impuso con 8:33.23), un atleta de 3.33 en 1.500.

El madrileño ha tardado en llegar a estas 'peleas' por culpa de una lesión, una fascitis plantar, que prácticamente arruinó su carrera entre 2008 y 2009. Pero ha vuelto y ya ha dejado tres huellas a tener en cuenta: su exhibición en la final de los 3.000 en pista cubierta ante Toni Abadía, su sensacional marca (8:15.20) en Huelva, hace tres semanas, y ahora esta medalla de bronce, la segunda para España en Helsinki tras el triunfo de Ruth Beitia en altura.

Victorín, como se le conoce en los círculos atléticos, se entrena en el grupo de Dionisio Alonso a la sombra de Jesús España, el campeón de Europa de 5.000, el jefe de la manada. Allí, en esa 'cuadra', observa y aprende. «Es de los que no falla a un entrenamiento, pero que no se vuelve loco entrenando, un error muy común en este deporte», apunta Berlanas, quien destaca su paso por la ría pero a quien aún ve «margen de mejora» en los obstáculos. Como en ese último, donde arriesgó, descuidó el gesto técnico y se fue de bruces.

Pero hay algo peor que una medalla de bronce, el cuarto puesto, el que le tocó a Antonio Reina en la final de 800 dominada por el ruso Yuriy Borzakosvkiy (1:48.61). El sevillano, redivivo este año después de cambiar de entrenador y confiar su carrera a Berni Domínguez, acabó pagando el ritmo, demasiado laxo (55.17 en la primera vuelta), y no fue capaz de cazar una medalla en la recta. «Esperaba algo más, se me ha escapado otra medalla. Iba bien colocado, pero a 1.48 puede ganar cualquiera».

Lo más positivo es que Reina ha reencontrado el camino a los 31 años, a un mes de sus terceros Juegos Olímpicos. A pesar de su potencial, ésta fue su primera final continental. «El balance es positivo», sentenció.

Buen augurio en disco y longitud

La sesión matinal fue pródiga en buenas noticias. Mario Pestano y Frank Casañas (64,50) se metieron en la final de disco. El canario, capitán de la selección, lo hizo con el mejor lanzamiento de todos y el más largo que ha logrado esta temporada (65,49). Ambos estarán en la pelea por el podio este sábado, como los saltadores de longitud. Luis Felipe Méliz saltó 8,06, un centímetro por encima de la distancia que daba acceso directo a la final, mientras que Eusebio Cáceres logró la penúltima marca (7,92) de los finalistas.

La actuación española la redondearon otra lanzadora, Berta Castells, plusmarquista española de lanzamiento de martillo, con el quinto mejor tiro (68,52) de la calificación, y el velocista Bruno Hortelano, que se clasificó para las semifinales de 200 con la mejor marca de un español (21.08) en la historia de los Europeos. El reto de Hortelano se frenó por la tarde al acabar sexto (21.35) en las semifinales.