Pastora Soler, durante su actuación. / Efe
MÚSICA | FESTIVAL de Eurovisión

El chorro de voz de Pastora Soler vale un décimo puesto

La sevillana consigue la mejor posición desde 2004 con la canción ‘Quédate conmigo’ | Suecia arrasa y queda por delante de las abuelas rusas y la balada serbia

MADRID Actualizado: Guardar
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La sueca Loreen y su tema ‘Euphoria’ conquistaron anoche en Bakú el trono de Eurovisión. Fue de forma contundente. En el ecuador de la votación ya apuntaba a una holgada victoria sobre sus principales competidores, tal y como apuntaban la mayoría de pronósticos. Poco tuvieron que hacer sus más inmediatos rivales. El podio lo completaron en segundo lugar Rusia, que se plantó en Azerbayán con un adorable grupo de seis ancianas que arrancó una de las ovaciones más sonoras de la noche con 'Party for everybody'; y en tercer lugar, Serbia que volvió a recurrir a Zeljko Joksimovic y una profunda balada. A pesar de una sobresaliente actuación de 'Quédate conmigo', Pastora Soler no pudo cumplir con las altas expectativas generadas aunque se alzó al décimo puesto, el mejor resultado desde 2004.

La sevillana tuvo la difícil papeleta de actuar apenas unos minutos después de que lo hiciese la ganadora de esta edición. Soler volvió a hacer gala de un potentísimo chorro de voz en la que fue una de las mejores canciones de la noche y, probablemente, una de las mejores representaciones españolas de la última década. Todo ello envuelto con una puesta en escena sencilla y muy íntima en la que la andaluza apareció ataviada con un vestido de sugerentes transparencias.

No fueron argumentos suficientes para pelear por los primeros puestos de la clasificación en lo que una noche más fueron unas votaciones que pecaron de previsibles, con apenas elementos sorpresas o giros inesperados. España mejoró de manera notable frente a las últimas ediciones y consiguió colarse entre los diez mejores de la noche. Recibió las mejores puntuaciones de Portugal (doce puntos), Israel (diez puntos) Suiza y Reino Unido (ocho puntos) y completó la cuenta con varias pedreas de Francia, Chipre o Austria, entre otros. España dio la máxima nota a Loreen y otorgó otros diez puntos a Rumania y 'Mandinga', un tema con casi toda su letra en castellano.

Un año más, el Festival de Eurovisión hizo gala de su ecléctica naturaleza. El Cristal Hall, el imponente auditorio construido por los organizadores locales en apenas siete meses, albergó las actuaciones de un nutrido elenco de cantantes que tocaron, un año más, casi todos los palos del abanico musical. Mientras el cielo de la capital azerí se iluminaba con un espectacular ejercicio de pirotecnia que configuraba una preciosa estampa sobre la bahía de Bakú en el interior un ejército de bailarines dio el pistoletazo de salida a la cita con una hiperactiva coreografía al paso de una peculiar fusión entre música regional y notas más modernas.

El veterano Humperdinck

Tras el correspondiente homenaje a los ganadores de la pasada edición, el encargado de abrir el concurso fue todo un peso pesado de la música británica: Engelbert Humperdinck. A sus 76 años, con 150 millones de discos vendidos en su haber, el inglés se convirtió en el solista más veterano en la historia del Festival, fue una arriesgada apuesta con la que Londres quería recuperar un cetro que se le resiste desde hace quince años.

A partir de ahí, un constante goteo de actuaciones y contrastes que fueron desde la solemnidad islandesa hasta la espectacular y sensual actuación griega, pasando por los estrafalarios gemelos que representaron a Irlanda. Entre lo más destacado de la noche, la representante italiana, Nina Zilli, que encandiló al auditorio con 'L'amore è femmina', un tema con toques de soul que interpretó con una estética más propia de la difunta Amy Winehouse. Otra de las más aplaudidas fue la actuación de la anfitriona, Sabina, que optó por una balada rodeada de una magnífica escenografía en la que su vestuario se fundía con los colores del escenario; así como el show del moldavo Pasha Parfeny al que tocó aparecer en el último lugar.

Azerbayán puso toda la carne en el asador para sacar músculo y presumir de la modernidad de un país construido a golpe de 'petrodólares'.El Gobierno de Aliyev intentó proyectar su cara más occidental en uno de los eventos más importantes de su historia más inmediata, a sabiendas de lo positivo que supone ser el anfitrión de un evento de este tipo. Aunque rápidamente quedó ensordecido por el empuje y el relumbrón de Eurovisión, las horas previas al festival estuvieron también marcadas por la detención de decenas de personas en una protesta en la capital azerí.