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Nadal, insaciable

El balear levantó su séptimo Conde de Godó tras una grandísima final ante Ferrer

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Un único campeón del Conde de Godó. Un solo tenista levantó este domingo el majestuoso trofeo del torneo que se disputa en Barcelona, pero el partido dejó muchos ganadores. Y uno por encima del resto: el tenis, especialmente el español. Porque Rafa Nadal y David Ferrer volvieron a demostrar su ejemplar competitividad y deportividad. «Creo que David se merece más que nadie este título», confesó Nadal. «Rafa es Rafa. Es muy grande. Le felicito. He perdido cuatro veces ante un grande», le contestó el de Jávea. Además, los dos volvieron a dar una lección de mentalidad y completaron un encuentro que cautivó a la afición. Dos tenistas que elevaron el tenis a su máximo nivel; dos jugadores que volvieron a engrandecer el deporte.

«Sin duda ha sido el partido más difícil desde que he empezado la temporada de tierra», expresó un Nadal que conquistó su séptimo Godó después de ganar por 7-6 (1) y 7-5 y que no jugó su mejor partido. Pero no por demérito suyo, sino por mérito de Ferrer, que perdió su cuarta final en Barcelona y que hizo prácticamente todo bien. Sobrepasó al balear desde el fondo de la pista, pero desperdició las oportunidades que tuvo. Pudo ganar la primera manga gracias a las cinco bolas de set que tuvo, pero fue incapaz. Tuvo la opción de cerrar la segunda con 5-4 suyo y saque, especialmente gracias a un remate desperdiciado que sepultó sus opciones, pero enfrente estaba el número dos del mundo. Un tenista que no se conforma con todo lo que ha conseguido ya, una bestialidad, y que consiguió su título número 48.

Rápidamente se pudo ver que Ferrer estaba por la labor de sorprender a Nadal. El alicantino salió como un huracán y aprovechó ese impulso para ponerse 2-0. Estaba metido en la pista, tenía la iniciativa del punto y, pese a ceder su saque y ver cómo Nadal le empataba el encuentro a dos, siguió mandando en el encuentro. Tuvo bola para el 4-2 y saque, pero la salvó el balear, que a pesar de que enfrente tenía a un tenista que estaba siendo mejor, seguía metido en el set.

Con Nadal yendo a más y Ferrer manteniendo su gran nivel, el partido avanzaba marcado por la dureza de los peloteos. Cada punto costaba una eternidad, cada bola se luchaba como si fuese la última. Y eso se tradujo en casi tres cuartos de hora de juego en al que apenas se completaron siete juegos.

Ferrer perdonó

Si al comienzo del encuentro la fortaleza desde el fondo de la pista de ambos derivó en dos roturas de servicio, en el tramo final del acto inicial ambos afianzaron sus saques. Y cada juego era una batalla sin descanso. El enésimo 'passing-shot' del balear era contrarrestado por una derecha invertida de Ferrer; el potente 'drive' del manacorense era respondido por el revés del alicantino; el físico de Nadal competía contra las piernas imparables de Ferrer. Y en ese contexto el de Jávea tuvo sus opciones.

Con 6-5 a su favor, fue desaprovechando las bolas de set que tuvo una tras otra. Después de levantar cinco oportunidades para cerrar el acto inicial, Nadal consiguió forzar la muerte súbita. Y Ferrer acusó el palo moral que le supuso no cerrar la manga y cedió el 'tie-break' por 7-1 después de más de hora y media.

Tras la enésima lección de supervivencia de Nadal ante un tenista inspiradísimo, ante un jugador que estaba siendo mucho mejor, el balear se soltó tímidamente. Se puso 3-1 y saque, lo que le situaba muy de cara la final. Pero Ferrer no se había derrumbado. Seguía metido en el partido. Y le dio la vuelta al set.

De nuevo lo tenía en su mano. Volvía a tener la oportunidad de estirar la final hasta el tercer set con 5-4 suyo y saque. Lo tuvo. Con 40-40 desaprovechó un claro remate que le hubiese colocado con bola de set. Y lo pagó caro.

«En el segundo, con el 'smatch', ha estado muy cerca para él», aseguró el número dos del mundo. Nadal, uno de los mejores deportistas de la historia en cuanto a mentalidad, no desaprovechó el 'regalo' y ganó un nuevo torneo. Un jugador que no ceja en su empeño de engrandecer su carrera. Un tenista insaciable.