análisis

Romney, el candidato

Su carrera parece imparable desde que su contrincante Rick Santorum se retiró

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¿Quién acompañará a Mitt Romney en calidad de candidato a la vicepresidencia de la República en los Estados Unidos? En las últimas horas la cuestión dominaba la curiosidad periodística y pública porque ya no hay duda alguna de que él será el aspirante republicano en noviembre tras su gran éxito de ayer en las primarias.

Romney ganó en Nueva York, Pennsylvania, Connecticut, Rhode Island y Delaware, se embolsó 231 delegados más y aunque le quede el obstáculo de Texas e incluso sin contar con sus 155 delegados, su carrera parece imparable desde que su contrincante Rick Santorum se retiró.

Santorum tal vez tomó su decisión – en teoría solo suspendió su campaña – porque supo que ni siquiera en su feudo político, Pennsylvania, tenía garantizada la victoria y eso habría supuesto el fin de su carrera en circunstancias precarias.

En busca de la unanimidad

Romney dispone a día de hoy de 914 delegados, lejos todavía de los célebres 1144 precisos para ganar y la suspensión de Santorum, como la propia decisión del tercero en discordia, Newt Gingrich, les permiten en teoría concurrir a la convención republicana en Tampa (Florida) en agosto y defender allí sus candidaturas.

Pero eso es pura teoría y un recurso para endulzar la realidad: Mitt Romney, quien pasó apuros imprevistos tras la victoriosa irrupción de Santorum en marzo, cuando ganó en siete estados y sumó 192 delegados. Y, sin embargo, bien aconsejado y falto de dinero para financiar la costosa campaña, renunció el nueve de abril.

Para entonces y aunque el partido orgánicamente considerado se abstiene cuidadosamente de interferir, llovían los mensajes a través de terceros, indicando que el poderoso Comité Nacional Republicano quería la unanimidad cuanto antes en torno a un candidato y que tal candidato solo podía ser Romney.

Su argumento final es de la factibilidad de su candidatura frente a Barack Obama en noviembre, lo único que importará a fin de cuentas. Romney pierde hoy por hoy, según los ocho últimos sondeos facilitados por la impagable RealClairPolitics, pero por una media ponderada de solo 3,2 puntos y gana en una encuesta (Rasmussen) y empata en otra (CBS-New York Times). Es, pues, un candidato solvente, es el candidato…

El vicepresidente

En esta situación, se comprende el cuidado, la parsimonia y la atención extrema con que Romney y su equipo están sopesando quién debe acompañarle como candidato a la vicepresidencia. Se recuerda a propósito la muy inteligente decisión de Obama y sus asesores al escoger a Joe Biden como vicepresidente potencial.

Biden era la antítesis de Obama: blanco, viejo routier del difícil escenario político de Washington (con 66 años entonces y seis mandatos sucesivos como senador) y por dos veces aspirante a la candidatura presidencial por los demócratas. Y, para decirlo todo, ejemplo de honradez, laboriosidad y ejemplo del centrismo clásico en el partido demócrata.

El acierto fue claro y Romney – quien dice que el proceso de selección de su acompañante no ha hecho más que empezar – hará bien en acertar. Los nombres más mencionados son todos políticos en activo: gobernadores como Chris Christie, diputados como Paul Ryan o Allen West – recomendado por Sarah Palin – o senadores como Robert Portman y Marco Rubio, un hispano, y una persona de peso ajena al trajín partidario, Condoleezza Rice, afroamericana, como West y ex- Secretaria de Estado en la administración Bush.

La decisión final, tan importante, será anunciada cuando literalmente todo el mundo asuma que Romney es ya el candidato inevitable. Lo es de hecho a falta de una mera formalidad…