Messi se estrella

Messi llevaba camino de hacer la temporada de su vida y al final quedará para los anales de la historia del fútbol que en los tres partidos decisivos, allí donde su equipo se jugó el ser o no ser, no pudo marcar. No solo eso. En el encuentro en el que se jugaban la vida no fue capaz de anotar ni siquiera de penalti y completó el tercer partido consecutivo sin ver puerta. Estuvo casi ausente en Stamford Bridge, ante el Madrid apenas disparó sobre el arco de Casillas y frente al Chelsea, en el Camp Nou, tuvo dos, muy claras, pero las repelió la madera.

Especialmente dolorosa fue la pena máxima. Su equipo ganaba 2-1, necesitaba marcar, pero falló desde los once metros, como ya le ocurrió en la primera vuelta ante el Sevilla, con el reloj en el minuto 90 cuando no pudo con Javi Varas desde el punto de penalti. Sin embargo, Messi no se vino abajo. Siguió pidiendo el balón, lanzando diagonales y creyendo que sería el futbolista de la noche. Poco después comprobó que no. Fue desde el borde del área, también con su pierna izquierda, con la mejor zurda del mundo, cuando volvió a estrellarse con el soporte de la portería. Increíble. Los genios también tienen sus crisis psicológicas, empiezan a ver fantasmas donde no los hay y la portería la observan mucho mayor de lo que es. Al final, Messi no pudo marcar, todo el mundo esperaba que resolviera y se cayó al suelo. No pudo contener las lágrimas. Tuvo la final en sus botas. Otra vez será.