Análisis

Malí: mucho más que un golpe de Estado

Cuando el capitán Sanogo depuso al presidente Turé su único programa era el de recibir asistencia para combatir con éxito a la insurgencia

MADRID Actualizado: Guardar
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La Junta Militar que tomó el poder la semana pasada en Malí confirmó hoy que sus tropas se han retirado de Ansogo y Bureo y se repliegan hacia Gao, para resistir allí la ofensiva tuareg. Un vistazo al mapa permite suponer lo que sucedería si los rebeldes secesionistas ocuparan Gao, una ciudad que es el verdadero emblema nacional, junto al gran río Níger.

Los jóvenes militares dieron un golpe de Estado el jueves 24 de marzo en Malí cuando solo quedaban cinco semanas para las presidenciales. El movimiento triunfó en seguida y dispone de amplia comprensión social y la razón es que la situación no admitía demora en el Norte, donde la rebelión tuareg progresa sin cesar y amenaza la existencia del Estado y el país, Malí, tal como lo conocemos.

Cuando el joven capitán Amadu Sanogo depuso al presidente Turé, democráticamente elegido, su único programa era el de recibir asistencia para combatir con éxito a la insurgencia que está en su quinta o sexta rebelión, pero esta vez con una nota que la hace particularmente peligrosa: sus jefes y muchos de sus combatientes proceden de antiguas y potentes unidades del ejército de Muammar Gaddafi, quien les pagaba bien y a quien protegieron.

La lectura de las condenas rituales de los círculos democráticos (y muy enérgicas y estimables a cargo de la “Comunidad de Países del Oeste de Africa”, a la que pertenece Malí) que exigieron la vuelta inmediata al orden constitucional ya daba, con sus matices, algunas pistas de por donde van las cosas. La de París, por ejemplo, era ejemplarmente tibia…

Los vecinos africanos liberados de golpes militares cumplieron con eficacia su protesta y se dirigieron a la capital maliana, Bamako, para hablar con los militares golpistas tras confirmar que el presidente depuesto, Amadu Tumani Turé, estaba a salvo y bajo protección. Lo que no sabían es que su avión no podría aterrizar el jueves en la capital porque el aeropuerto había sido tomado por la multitud favorable al golpe, que invadió la pista de aterrizaje… y expresaba la realidad: el cuartelazo tiene fuerte respaldo popular.

Tal respaldo significa, en dos palabras que la opinión asume como fundada la razón central de la rebelión militar: la incapacidad del gobierno saliente para detener el auge de la revuelta tuareg dos meses después de iniciada y en pleno avance. Las tropas gubernamentales habían perdido mucho terreno y la situación pareció ya inaceptable cuando perdieron Tessalit, una plaza fuerte, con guarnición y un aeropuerto. Los militares leales no disponían ni de las municiones suficientes para resistir al empuje del nuevo ejército tuareg, pertrechado con el equipo y los oficiales vueltos de Libia.

Un escenario cambiante

En las últimas semanas, incluso antes de empezar el avance militar, había trascendido – y medios de la Inteligencia militar francesa lo filtraron – que el regreso de los militares, con vehículos, dinero y reservas, alteraba el equilibrio militar en la región y apuntaron a una negociación con la guerrilla secesionista clásica para formar un nuevo y así llamado “Movimiento de Liberación Nacional de Azauad” (“azauad es el nombre tuareg para el norte del país).

El escenario era suficientemente preocupante como para reevaluar la situación bajo otra luz: la de la complejidad político-militar en el vasto confín subsahariano, con Mauritania, Argelia y Níger como piezas de peso en el esfuerzo que “al-Qaeda en el Magreb Islámico” está haciendo para instalarse durablemente en la región, con una política de ataques a las patrullas militares y de secuestro de extranjeros (algunos españoles incluidos).

AQMI podría intentar un pacto duradero con el factor separatista tuareg, aunque éste es fuerte, autónomo y de solera como para ver a los islamistas y su agenda como algo ajeno. El así llamado emir de “Al-Qaeda en el Magreb Islámico”, Abdelmalek Drukdel, ha dado recientemente órdenes para incrementar los ataques en el vasto sur de Argelia, fronterizo con Malí, para aliviar la fuerte presión de los eficientes servicios de seguridad argelinos en el norte en un periodo que es ya oficiosamente pre-electoral en el país (hay elecciones legislativas en mayo).

Todo esto late, expresa o tácitamente, tras el movimiento militar que está siendo visto hoy bajo otra luz: la de quienes empiezan a compartir la tesis golpista de que el gobierno saliente no cumplió mínimamente con sus deberes en materia de seguridad y de evaluación del factor nacional maliano en la convulsa región. Algo que favorece al ardoroso capitán Sanogo….