Elecciones en Irán

Casi todo bajo control

Los iraníes eligen este viernes su nuevo parlamento, pero saben que se parecerá al saliente como una gota de agua se agua recuerda a otra

MADRID Actualizado: Guardar
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Los iraníes eligen este viernes su nuevo majlis (parlamento), pero saben que se parecerá al saliente como una gota de agua se agua recuerda a otra. Privados de genuina libertad política y de herramientas democráticas a su servicio, los iraníes dan poca o ninguna importancia a la jornada cuyo único interés radica en la cifra de participación.

Formalmente algo más de 48 millones de ciudadanos, con un elevado porcentaje de menores de 30 años, es decir, gente que no ha conocido otra cosa que el régimen vigente – creado en la revolución popular de 1979 – designarán a los 290 diputados de la cámara.

No lo harán, sin embargo, desde una diferenciada posición de partidos políticos dignos de ese nombre, sino a través de dos grandes corrientes, el “Frente Unido”, de los fieles al Guía del régimen, Alí Jamenei, y el “Frente de Resistencia”, el armazón de seguidores del presidente de la República, Mahmud Ahmadineyad, y su red clientelar de intereses.

La muy limitada importancia de la elección y su falta de verdadero interés político la evidencia muy bien la ausencia notable de los viejos jefes de la abortada reforma democratizante inspirada en su día por el antiguo presidente Mohamed Jatami (hoy amargado y fuera de la controversia política) y que siguieron valerosamente Mehdi Karrubi y Mir Hossein-Musavi, ambos ahora en residencia domiciliaria vigilada.

Una pugna en el interior del régimen

Con la oposición así neutralizada y una opinión mucho más preocupada por la elevada inflación (oficialmente del 25 por ciento por ciento anual, lo único fuera de control, como dice un irónico observador iraní) y la incesante pérdida de valor de la moneda local, el rial) la jornada parece un trámite porque salvo un puñado de independientes que, mal que bien, algo criticarán en el parlamento, los diputados son la expresión del régimen entendiendo por tales a quienes rehúsan cambiarlo a mejor.

Los filtros para impedir malas compañías son severísimos y basta saber que aunque hay 3444 candidatos en liza, son todos aspirantes previamente aprobados por un severo comité que rechazó a casi otros dos mil. Todo está, pues, bajo control y la elección, además del interés mencionado de fijar la concurrencia, solo es interesante como una pugna en el interior del régimen, entre los hombres de Ahmadineyad, un primer ministro de hecho más que un jefe de Estado, y los del Guía, percibidos como ultras y radicales.

El gran cordón sanitario pre-electoral se ha extendido al último rincón donde pueda anidar la oposición, incluido un celo especial en el control de la información de transmisión digital, bajo vigilancia de una unidad nueva y altamente especializada de la Policía política. Así, lo que podría ser una fiesta democrática es una obligación aburrida que sólo interesa a los politólogos en procura de algún indicio más sobre los desacuerdos, a veces muy visibles, entre el Guía y el presidente. Y eso es todo.

Sin novedad en el programa nuclear

El lector habrá asumido con lo dicho que el parlamento nada tiene que ver con las grandes cuestiones políticas, diplomáticas y estratégicas, un feudo del Guía y su “Consejo de Seguridad Nacional”, cuyo jefe, Said Jalili, es asimismo jefe del Programa Nuclear. Por eso es tan importante, y para algunos creíble, la afirmación de Alí Jamenei, un piadoso jurisconsulto islámico, de que Irán no tendrá armas nucleares porque tenerlas sería un pecado, algo que repitió el martes en Ginebra sin pestañear el ministro de Exteriores, Ali Ajbar Salehi.

Es, pues, un azar del calendario la propuesta iraní al G+1 (los miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania) de reanudar sin pre-condiciones la negociación sobre el mismo, según la carta que hace pocos días recibió por fin la jefa de política exterior de la UE, Catherine Ashton, en respuesta a una misiva suya de octubre pasado.

Aunque hay pocas ilusiones en la eventual vuelta a la negociación, la difícil situación económica podría obligar a los responsables iraníes a una conducta más práctica. La razón es que las penurias económicas, el cerco financiero y el deterioro del rial tienen mucho que ver con las sanciones occidentales. Tales sanciones parece que, como sostiene el presidente Obama, están funcionando…